La compleja vida de un NBA con bipolaridad

Delonte West lleva ganados US$ 14 millones. Pero llegó a vivir bajo arresto domiciliario, dormir en su auto y salir a vender "todo menos la mochila", obligado por los problemas legales que le achaca a su trastorno 

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Tres terapeutas tratan al jugador por su padecimiento, que además es un coleccionista de armas... La combinación de ambas situaciones lo llevó a vivir situaciones tragicómicas que derivaron en una condena judicial. ¿Cómo ocurrió?

West no hacía uso de su colección de pistolas, simplemente las guardaba en un estudio. Pero un día fue visitado por un grupo de amigos que la descubrió y se puso a "jugar" con ellas. La cuestión no le cayó bien a su esposa, por lo que el jugador decidió sacar las armas de la casa esa misma noche.

El problema fue que estaba bajo los efectos de una mezcla de sustancias -incluidos los medicamentos- que lo desorientó. Tanto es así que terminó siendo él mismo el que fue a la policía explicando que portaba un arsenal... e inmediatamente fue arrestado. Pocos días después, la NBA lo suspendió por 10 partidos.

El escándalo agrandó la anécdota, pero la condena real fue menos mediática: un año de arresto domiciliario. Durante la mayor parte de la temporada 2010/2011 solamente podía abandonar su casa para ir a jugar, y sin sacarse el brazalete de rastreo que llevaba en su tobillo.

"Mucha gente no sabe esto, pero todo el año pasado estuve en arresto domiciliario", confesó hace poco en una entrevista con la revista Slam. "Cuando no estaba en el estadio, tenía un brazalete monitorizado en el tobillo. Y justo después del partido, me lo volvían a poner y tenía que irme directamente a casa".

Pero las desventuras de West van más allá. Debido a su condición legal y a los extraordinarios gastos que le generan sus problemas de salud, su situación económica se tornó muy inestable.

"Ves tu cuenta corriente desaparecer lentamente", asegura tras enlistar sus particulares pérdidas y gastos: patrocinios y contratos dados de baja, abogados de honorarios galácticos, juzgados, divorcios...

Aunque en su carrera suma 14 millones de dólares en sueldos, West se encontró con el lockout patronal de 2011 en el peor momento. De hecho, mientras sus colegas aprovechaban las inusuales vacaciones descansando o se mantenían en forma jugando con sus viejos amigos, el ahora jugador de Dallas Mavericks estaba a punto de quedar en la calle.

Tuvo que vender sus automóviles, joyas y más: "Todo lo que me pertenecía, salvo la ropa que tenía en la mochila, y mi casa". A tal punto que tuvo que conseguir un empleo temporario en una tienda de bricolaje.

Hasta que llegó el esperado acuerdo entre los dueños y los jugadores, y West firmó nada menos que con el equipo campeón, con un sueldo anual superior a los US$ 800 mil.

Todo parecía acomodarse, o casi. Una vez mudado a Dallas, vivió en un hotel durante la corta pretemporada de diciembre. Pero por una regla de la NBA, la franquicia no puede pagarle el alojamiento una vez comenzado el torneo. West debía entonces conseguir un apartamento para alquilar.

Pero, una vez más, a causa de su prontuario, nadie accedía a tomarlo como inquilino. Como consecuencia, aun disponiendo de dinero, pasó la primera parte de la serie regular durmiendo en el vestuario de los Mavericks o en su propio auto, aparcado en el estacionamiento del American Airlines Center. Increíble.

Como era lógico, la historia pronto llegó a oídos del dueño del equipo -otro personaje particular-, el multimillonario Mark Cuban. "Hizo una llamada y todo el mundo hacía cola para alquilarme un apartamento", recuerda ahora el propio West.

Con 28 años, casi tres después de aquel episodio de las armas, Delonte West disfruta otra vez de un momento de equilibrio, aunque la bipolaridad sigue ahí. "La tristeza es una emoción humana normal. Hay un mecanismo que se activa y te permite saber que es hora de dejar de estar triste. Con el trastorno bipolar, ese mecanismo no existe, por lo que ni siquiera sabes cuándo estás triste", resume.