Eduardo de la Puente: "Tuve dos pancreatitis alcohólicas pero no escarmenté, no me sirvieron para dejar de chupar"

"La gente se muere por eso, yo zafé dos veces" recuerda el conductor de la Rock & Pop que ahora sí dejó por completo el alcohol, según le contó a Teleshow. Pero hay más cambios: todos los días se levanta a las 5 para conducir la primera mañana de la mítica FM. Además, cómo ve a Marcelo Tinelli, un "archienemigo" durante años, y cómo lo impactan los escándalos mediáticos

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Tras 28 años en la Rock & Pop, acaba de debutar en la conducción de la primera mañana con Qué pasa, junto a Connie Ballarini y Leo Gabes. Por eso Eduardo de la Puente (53) está reacomodando su vida a los nuevos horarios, aunque asegura que se siente más lucido a las 6 que a las 9 de la mañana: "Levantándome a las 5 me despierto más rápido que levantándome a las 8. Cosa rara, pero es así…". Además, tiene revancha cuando se va a dormir una siesta matinal mientras el resto del mundo inicia su jornada.

Su ingreso a la mítica FM fue luego de la separación de Mario Pergolini y Ari Paluch en el programa Feedback. En ese momento Pergolini, con quien hoy De la Puente está públicamente distanciado, lo convocó como productor y guionista en Malas compañías. Rápidamente apareció su voz al aire, y la radio se convirtió en su gran pasión.

—¿Sos hijo de la Rock & Pop?

—Sí, absolutamente. Me da un poco de impresión que me digan: "El histórico de Rock & Pop". Me siento un poco como el patriarca. Me siento viejo; la verdad es esa. A la vez, es un orgullo permanecer.

—La radio no te puede faltar.

—No, son muchos años. Sin radio es como que me faltaría un pulmón. No me concibo sin radio.

“Sin radio me faltaría un pulmón, pero no necesito estar en una pantalla para sentir que estoy vivo” dice el conductor en este mano a mano
“Sin radio me faltaría un pulmón, pero no necesito estar en una pantalla para sentir que estoy vivo” dice el conductor en este mano a mano

—En cambio, la tele sí puede faltarte.

—La tele es un trabajo más. No me agarró el vicio a la pantalla ni a la exposición. Es una adicción en serio y es difícil de zafar para el que se la agarra. Para mí fue un laburo, y un laburo muy divertido, pero no extraño esa cuestión de exposición. No necesito estar en una pantalla para sentir que estoy vivo todavía.

—Te escuché decir: "La conducción era un papel que particularmente no me gustaba".

—Es mucho trabajo. Yo soy muy vago y con el tiempo me volví cada vez más vago (risas). Y siendo cabeza del programa, tenés que estar en absolutamente todo; eso mucho no me gustaba. También era el tema del manejo de equipos y es algo que me daba mucha fiaca hacer. Tenía que llegar a este punto y que se dieran estas condiciones y este tipo de formato. Yo me considero muy buen segundo, no me considero un buen primero, pero llegó el momento de jugar a eso por lo menos. Sé que tengo un piso de dignidad más que importante como para hacerlo y para divertirme en el camino.

—¿Con el tema de levantarte temprano cómo estás? ¿Cambiaste los hábitos?

—Una semana antes de empezar con el programa empecé a despertarme a las 5 de la mañana y a ver qué onda.

—Eso es casi masoquista.

—Y… pero qué, ¿voy a empezar un domingo levantándome a las tres de la tarde y ya el lunes a las 5 de la mañana? No, tenía que hacer como una pretemporada. Levantarme temprano no era ningún problema: el problema era dormirme temprano. Me empecé a obligar a ir a la cama yo. Nueve de la noche me suena la alarma, eso quiere decir que entre las nueve y las diez tengo que cenar. Diez y media como muy tarde estar en la cama, de ser posible durmiendo. Y si no me duermo, no importa: en la cama sí o sí.

—¿Estás en pareja?

—No y es lógico (risas).

—Claro, si estás, te iba a decir: "Rezale para que se quede porque es aburrido" (risas).

—Sí, es como para irse. Al final, uno tiene una vida que es un desordenado y es un desastre; ahora uno se ordena y es otro desastre. Paremos un poco. Así voy ganando horas y durmiendo un poco más temprano.

Eduardo de La Puente conduce la primera mañana de la Rock & Pop con “Qué pasa”
Eduardo de La Puente conduce la primera mañana de la Rock & Pop con “Qué pasa”

—¿Cómo te llevás con los escándalos mediáticos?

—¿En el sentido de chismes y todo eso? Mal (risas). Horrible me llevo. Me parece que tiene un nivel de miseria importantísimo. Por haber sufrido un par de estos embates y quilombos y haberme metido por ahí a investigar, a ver qué es la gente que opina y juzga con tanta liviandad, me doy cuenta de que es gente que necesita ver las miserias expuestas de alguien más o menos conocido, a quien por ahí en algún momento pueden o envidiarle laburo o lo que sea, a ver qué puede hacer una persona miserable. Es como que eso los hace menos miserables a ellos.

—El panelista de un programa de espectáculos no te cae bien.

—No. ¡Ojo!, me encantan los chismes: soy chusma, en otra vida fui… en Egipto, iba por la feria chusmeando con las señoras. Pero el chisme tiene una cosa de inocencia que se perdió, que no tiene cuando se maneja como información y cuando cualquiera realmente puede subirse a la tarima y juzgar desde la nada y sin resto, por ahí.

—¿Te afectó verte involucrado en esas situaciones?

—Sí, me jodió más íntimamente que otra cosa, porque en la práctica no es que me trajo muchos quilombos, porque la gente con la que podría haberme traído quilombos me conoce, sabe qué es sí y qué es no. Sí me sentí muy manoseado, muy usado, muy deseando que viniera otro quilombo con alguien un poquito más importante que yo para que me corriera y eso fue lo que pasó las veces que ocurrió eso. Ahí también aprendés y le das la dimensión que realmente tiene. Lo último por ahí que me tocó sufrir es algo que no me molestó tanto, es parte del juego.

— ¿Estás hablando puntualmente de la situación con Andrea Rincón?

—Claro, exacto, sí. Los últimos así, coletazos, que hubo.

—¿Qué preferís que digan de vos: que sos un gran conductor o un gran tipo?

—Un gran tipo, conductor es eventual. Aparte, hay muchísimos grandes conductores. Grandes tipos no hay tantos.

—¿Con Juan Di Natale cómo terminó la dupla radial?

—Súper bien. Laburar con Juan fue bárbaro, fue una sorpresa grande para los dos. Mucha más sorpresa para quienes decidieron que trabajáramos juntos porque lo decidieron pensando que nos íbamos a matar. Fue a propósito que nos pusieron juntos. Había como una especie de cosa que flotaba en el aire de que nos íbamos a matar. Y nos llevamos bárbaro, nos divertimos un montón y la amistad o los sentimientos que podíamos tener uno hacia el otro crecieron y se desarrollaron mucho en ese espacio.

“Soy un tipo políticamente muy incorrecto, aunque cada vez hay menos lugar para eso”
“Soy un tipo políticamente muy incorrecto, aunque cada vez hay menos lugar para eso”

—Pensando a la distancia, ¿hoy cómo ves a Marcelo Tinelli en la tele? Ha sido algo así como un archienemigo.

Es un capo, es un fenómeno. Es ese tipo de gente, creo yo, que como por ahí Mario, se mueven en un estrato en el cual no corre la misma moral que en otros lugares, ni nada por el estilo. Marcelo me parece un capo. Es una máquina de facturar. Hace muy bien lo que hace, más allá de que me pueda gustar o no gustar. Realmente me parece un tipo admirable. ¿Querés que lo cuestione moralmente o lo que sea? No tiene sentido. Son cosas en las cuales no nos vamos a poner de acuerdo.

—¿A qué banda o cantante no sentás en el programa?

—Estamos todos tan radicalizados, tan fundamentalistas, y se entienden tan poco las cosas. Yo, sentar, siento a cualquiera: no tengo problema. He tenido la suerte por ahí de alternar con un montón de músicos que sabía que su música no me gustaba, pero tenía que ver con una cuestión de gusto. En ningún momento se me ocurriría pontificar o imponer una cuestión de lo que debe ser artísticamente una banda. Jamás me atrevería a decir: "Esto es una mierda", porque no lo es. El caso Bersuit, por ejemplo: nos cagamos de risa porque ellos saben que no me gusta lo que hacen, los respeto mucho como músicos, los quiero mucho como músicos, me parece que lo que hacen es bueno, pero que a mí no me guste es otra cosa, es problema mío. Pero sí da para chicanearnos con eso y divertirnos, porque no falto el respeto jamás.

—¿Gustavo Cordera pos escándalo generado por sus declaraciones en TEA?

—Ay, el Pelado. Yo soy un tipo políticamente muy incorrecto, aunque cada vez hay menos lugar para eso. Por un lado muy lejano, yo entiendo adónde apuntó, para dónde fue. Si hubiera cerrado la boca ahí, hubiese dicho: "Lo que quise decir es esto" o "Lo que yo estoy diciendo es esto", ¡fenómeno! Si dos días después ratifica lo que dijo… y, no, ahí ya no la puedo sostener. Metió la gamba mal.

—Contaste públicamente tu mala experiencia en recitales del Indio Solari y tu mirada sobre qué pasa en el vínculo entre el Indio y sus fans. ¿Qué te genera Pato Fontanet, por ejemplo?

—Lo mismo, en un punto… Quizás lo veo un poco más perverso al Indio, porque está más premeditado.

Mientras al Indio Solari no le importa lo que pasa, Pato Fontanet no vio lo que podía pasar

—¿Es un poco ir a eso? ¿Es saber que termina mal el recital? Vos mismo dijiste que te cuestionaste por volver.

—Claro, exactamente. En un momento dije: "Basta, no voy más a ver a Los Redondos", y después me encontré volviendo. Y pensé: "Si dije que no tenía que volver más…". Yo creo que al Indio no le importa. Fontanet no vio lo que podía pasar. Y digo esto no para defenderlo ni muchísimo menos, porque me parece que realmente la banda no le ha hecho bien a la música, ha nivelado para abajo mal. En ese momento, ni yo ni un montón de gente vimos eso: he ido a tocar a lugares donde era un peligro tocar. He ido a ver bandas a lugares donde era un peligro ver bandas. En ningún momento te ponías a pensar, no es que llegabas y decías: "Che, ¿cuántos matafuegos hay? ¿Hay salidas de emergencia? ¿A ver el escenario? ¿A ver la instalación eléctrica?". No, en realidad no se le daba bola. No la pensaron o no pensaron que pudiera pasar.

—¿Te parece que puede volver a pasar un Cromañón o un Olavarría en la Argentina?

—Un Olavarría puede ser. Espero que no. No debería haber pasado el primero ni el anterior. Pero puede llegar a pasar. Ahora, un Cromañón no. Se tendrían que dar unas condiciones demasiado nefastas como para que eso ocurra.

—¿Está bien que los músicos de Callejeros quieran seguir tocando?

—No me parece mal. Me parecería mal prohibirlo, censurarlo. Si quieren tocar y pueden hacerlo y todo está fantástico, que lo hagan. Yo no los iría a ver, eso es todo.

Me volví muy ermitaño, soy cero salidor, muy poco sociable

—¿Con los excesos cómo te llevás?

—Generalmente terminamos a las recontra trompadas y hay algún que otro homicidio de exceso. Yo cuando me excedo, me excedo (risas). No, mentira, estoy tranquilo, estoy grande.

—¿Hoy por dónde pasan?

—¿Hoy por dónde pasan? Yo creo que no pasan. Al contrario, me fui para la otra punta: me volví muy ermitaño, soy cero salidor, muy poco sociable. No te digo que vivo recluido, pero casi. Yo creo que mi exceso ahora es un exceso de ostracismo, y que no está bien.

—Marihuana de vez en cuando, te leo en Twitter que sí.

—Sí, eso sí. Ojo, es más lo que bromeo que lo que consumo realmente. Los videos tienen mucho rebote, la gente se divierte mucho con eso. Es mucho más eso que lo que consumo, pero sí consumo marihuana, obviamente. También hay que entender que la red social tomémosla en cuenta, todo bien el fenómeno, pero es una red social, no es la realidad. Se puede mentir tanto en la red social como en la tele, como en el diario, como en la radio, como en la vida. Un video que me estoy fumando un porro diciendo que es una porquería que no pega y alrededor tengo platos voladores, marcianos y monstruos y cosas que me tiran lásers. Si las naves, si los lásers, si los monstruos no son de verdad, ¿por qué el porro sí? Porque te conviene.

He tenido mis momentos tóxicos, pero no descontrolados

—Este momento es tranquilo. ¿Hubo algún otro momento más descontrolado?

—Sí, he tenido mis momentos tóxicos, pero no descontrolados. Nunca fui de descontrolar, de hacer quilombo.

—¿Se volvió un problema o siempre estuvo bajo control?

—No, no llegó a ser un problema. Quizás por ahí en su momento consumí un poco más de lo que debería haber consumido, pero no llegó a ser un problema. Si no, te hubieras enterado.

—¿Pudiste parar cuando quisiste?

—Sí. Me pasó lo mismo con el alcohol: un día dejé de beber, punto. Está bien, me comí dos pancreatitis alcohólicas, la gente se muere por eso, yo zafé dos veces y no se zafa habitualmente de eso. Bueno, no escarmenté, no me sirvieron para parar de chupar. Sencillamente un día dije "Ya está", porque me di cuenta que ya estaba.

—¿Y hoy no tomás nada?

—No, cero alcohol.

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