Aunque es el creador de numerosos éxitos televisivos, el cine es la gran pasión de Marcos Carnevale: la pantalla grande también le trajo enormes satisfacciones. El debut fue como guionista, director y productor de la película Noche de Ronda, allá por 1996. Luego vendrían éxitos como Elsa y Fred y Corazón de León, entre otros. La reciente El Fútbol o yo, con Adrián Suar y Julieta Díaz, no es la excepción; está próxima a alcanzar el millón de espectadores.
"Era una película que quería hacer con Adrián. Teníamos la asignatura pendiente de filmar juntos. Llevamos 17 años trabajando en televisión, en teatro, y nunca nos podíamos juntar para hacer una película por cuestiones de tiempo", dice el director sobre El fútbol o yo, donde llevó al cine la dupla actoral que tan buenos resultados dio en teatro: El año que viene a la misma hora.
El vínculo de Carnevale con Pol-Ka comenzó hace 17 años. Y la televisión le debe ficciones muy logradas, como Ilusiones, 22, el loco, Padre Coraje, Hombres de honor y la reciente Los ricos no piden permiso.
—¿Cómo fue filmar con el jefe?
—Es filmar con un amigo, te diría: Adrián es muy amigo. Hicimos más de cuarenta programas de televisión. Tenemos una dinámica creativa muy aceitada. Así surgieron miles de proyectos y esta película también.
—¿Si te hago elegir entre cine, teatro y televisión es como que elijas entre tres hijos?
—El cine. Me encantan los tres, me fascinan, pero mi primer gran amor desde chiquitito fue el cine.
—¿La llegada profesional fue primero a la tele?
—No. Fue con una película que no vio nadie (risas). Se llamó Noche de ronda. Después hice Almejas y mejillones, en España, con Leticia Brédice y (Antonio) Gasalla. Y ahí me llamó Adrián.
—Y no pararon nunca más.
—Yo pensé que me llamaba para hacer cine, pero me llamó para hacer tele. Y yo no sabía hacer tele, aprendí a hacerla en vivo. Acá estamos: 17 años.
—Pensaba mientras hablabas de esta predilección por el cine en cuántos guionistas y directores en Estados Unidos van migrando a la tele. Allá fue cambiando el mercado.
—Sí, lo que pasa es que la manera de hacer televisión en Estados Unidos también cambió: hoy se hace cine para televisión. Cualquier serie que veas hoy está hecha con factura de cine. Eso también abrió el juego a actores que antes eran exclusivamente de cine, y que se pasaron a hacer televisión. Antes era medio prejuicioso: era de menor calibre ser actor de televisión que de cine. Eso se abrió y está ocurriendo acá también, en todo el mundo, porque han cambiado las plataformas. Hay más oferta. La gente accede a los contenidos, antes accedían en las salas de cine o en la tele, hoy la tele se amplió, de cuatro o cinco canales poder ver doscientos.
—¿Qué opinás como profesional de la industria sobre ese cambio que se está dando a nivel mundial, y el miedo que aparece en distintos momentos acá, de que la televisión abierta se termine?
—No creo que termine. Creo que hay un público todavía para eso y la televisión abierta necesariamente va a mutar, a convertirse en otra cosa. Se va a aggiornar, según se vayan acomodando las plataformas. Todavía hay mucha gente que consume la televisión abierta y productos que tienen el color de la televisión abierta. No todo el mundo consume Netflix u on demand.
—¿El problema son las latas, como sienten muchos actores?
—Eso es un problema que a mí, como autor, también me impacta bastante. Me gustaría que se viera más ficción argentina que ver ficciones turcas o brasileras, eso desde ya. Pero también eso habla de algo. Habla de un interés que hay sobre determinados contenidos o el modo en que está narrado eso. Quizás tenemos que volver a veces un poquito a las fuentes en cuanto al relato, volver a la novela clásica y no tanto al costumbrismo. Hay público para todo, nosotros hicimos, por ejemplo, "Los ricos no piden permiso", que tiene un corte más de ese estilo, y funcionó muy bien. Y ahora estamos haciendo "Las estrellas", que no tiene ese corte y sin embargo es un exitazo.
—¿Cómo sabés que un producto va a funcionar?
—No sé. Si supiera, sería millonario, no viviría en este país y manejaría un Maserati (risas). Sí hay parámetros. Por experiencia uno sabe que determinadas cosas han funcionado, otras no, y esquiva lo que no. Pero cada vez que uno hace un producto es barajar y dar de nuevo. Nunca sabés si te va a ir bien.
—Si hacemos un casting imaginario, ¿quién sería un buen Frank Underwood en la Argentina, el personaje de "House of Cards"?
—Oscar Martínez. Y Cecilia Roth podría hacer de Claire. Esa es una buena pareja.
—¡Me encantó! ¿Y "Scandal"? ¿Quién es nuestra Olivia Pope?
—¿Quién podría ser? ¿La pensaste vos?
—Hice una encuesta en redes sociales en algún momento, y muchas actrices querían hacerlo. Isabel Macedo, por ejemplo.
—Sería una muy buena. Araceli (González). (Griselda) Siciliani.
—¿Quién sería un buen Walter White, de un "Breaking Bad" versión argentina?
—¿Pipo Luque? ¿Vicentico?
—Me gustan.
—Si lo ponemos a actuar, estaría bien.
—¿Qué serie te gusta de afuera?
—Me consumí todas las clásicas habidas y por haber. Ahora estoy mirando bastantes series inglesas y hay una que me impactó mucho que tiene solamente cuatro capítulos: se llama "Apple tree yard" con Emily Watson, que es muy buena. "Ozark" otra. Y "Vikings": es una de mis preferidas.
—¿Cómo sigue el año?
—Con Pol-Ka, preparando una película con Oscar Martínez para el año que viene, que escribimos juntos. Ahora estoy escribiendo con actores y tengo dos proyectos de teatro para el primer semestre, uno con Oscar y otro que me está ofreciendo Adrián, que estamos maquinándolo a ver qué pasa.