Existen algunos productos de antaño que todavía viven en la memoria de muchas personas que conocieron la vida tal y como era antes de la modernidad y las tecnologías actuales. Muchos de ellos están ligados a aparatos que eran necesarios para la comunicación, como es el caso de los teléfonos públicos o de casa.
Y aunque actualmente hacer una llamada requiere solo de un par de segundos y es un proceso bastante sencillo y económico, no era así en el pasado. Hace unos años, para hacer una llamada telefónica la mayoría de personas debían ubicar estos teléfonos públicos que se encontraban en muchas partes de la ciudad.
Para usarlos, podías utilizar una moneda que te daba cierta cantidad de segundos o minutos, pero también existían las tarjetas 147, un método que hoy parece inverosímil, pero que muchos ciudadanos elegían al momento de hacer sus llamadas. Ahora ya son una reliquia, por ello vale la pena saber cómo eran y cuál era su funcionamiento.
¿Qué eran y para qué servían?
Este particular artilugio era una tarjeta de la empresa Telefónica (hoy Movistar) y servía para que los usuarios pudieran hacer llamadas locales, nacionales e internacionales con un costo por segundo. Eran fáciles de adquirir en la mayoría de negocios y bodegas locales.
Venían recargadas con una cantidad específica que iba desde los S/ 3 soles, pasando por otra de mayor valor e incluso una de S/ 30 soles, monto que por aquellos días debía ser usado con mucha sabiduría.
Estas tenían la forma y el tamaño similar al de una tarjeta de crédito o débito, venían en diferentes colores y traían consigo todos los datos necesarios para su uso, incluyendo el código secreto de doce dígitos que se encontraba en la parte posterior y se revelaba al rasparlo.
¿Cómo se usaban?
Para usar una de estas tarjetas las personas debían acercarse al teléfono público más cercano. Luego, digitar el 147, allí podían saber cuánto saldo tenían y luego ingresar el código secreto.
Posteriormente, ya se podía marcar el número de destino y disfrutar de esos valiosos (y costosos) minutos con amigos, familiares o seres queridos. Por supuesto, no era apta para usarse en celulares, algo que estaba especificado para evitar confusiones entre los usuarios.
Sin embargo, algo a tener en cuenta sobre la tarjeta era la duración de esta, ya que expiraba luego de 30 días, por ello era muy importante usar el saldo en su totalidad o procurar no dejarla en el olvido.
Por otro lado, la tarjeta también daba algunas instrucciones relacionadas a las llamadas consecutivas o el marcar asterisco en caso de errores al digitar el número telefónico del destinatario.
¿Por qué desaparecieron?
Aunque este producto fue muy popular entre la ciudadanía, los nuevos tiempos trajeron consigo nuevas formas de comunicarse. Los celulares se fueron masificando y nuevos operadores pusieron a disposición equipos modernos con precios accesibles para la población.
Por otro lado, también se dio el fenómeno de los famosos locutorios, espacios que de la noche a la mañana se convirtieron en los favoritos de las personas, ya que ofrecían un servicio de llamadas que era mucho más económico para la mayoría.
Incluso algunos tenían más privacidad ya que eran parecidos a una cabina telefónica cerrada con algunas comodidades, como asientos en caso de tomar un tiempo más largo haciendo las llamadas. Algunas personas también optaban por comunicarse vía llamadas por internet.
Esta revolución en las comunicaciones causó el declive de las tarjetas 147 que, aunque trataron de adaptarse a los nuevos tiempos, dejaron de comercializarse y quedaron obsoletas. Con ellas también fue decayendo la popularidad de los teléfonos públicos, al punto que ahora ya están casi extintos y son el recordatorio de tiempos un poco diferentes que quedarán en la memoria colectiva.