Mariano Ferreyra y Néstor Kirchner, la verdad histórica

Aparentemente no existe relación entre las muertes del militante y del ex presidente, salvo el carácter conmocionante de ambos hechos y su cercanía temporal

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Homenaje a Mariano Ferreyra en la estación Constitución (Nicolás Stulberg)
Homenaje a Mariano Ferreyra en la estación Constitución (Nicolás Stulberg)

El 20 y el 27 de octubre se cumplen los 10 aniversarios de dos hechos importantes: el asesinato de mi compañero Mariano Ferreyra y la muerte de Néstor Kirchner.

Como es sabido, el asesinato de Mariano Ferreyra fue ejecutado por una patota de la Unión Ferroviaria, que respondía a órdenes directas de José Pedraza y que tuvo la colaboración activa de la Policía Federal. El propio Pedraza y varios comisarios fueron condenados por el homicidio. Como también es sabido, Néstor Kirchner murió una semana después en su casa de Calafate, provincia de Santa Cruz, a consecuencia de un infarto.

A priori, no existe relación entre un hecho y otro, salvo el carácter conmocionante de ambos y la cercanía temporal. Sin embargo, fue el kirchnerismo y más precisamente la propia familia del fallecido ex presidente quien divulgó la idea de “que la bala que mató a Mariano rozó el corazón de Néstor”. Aunque no tenemos elementos ni para negar ni para aceptar tal afirmación, ciertamente es verosímil que un crimen político que tuvo de inmediato un gran impacto popular podría haber afectado el estado de salud delicado de Néstor Kirchner.

En su papel de principal dirigente de la coalición gobernante, el ex presidente no podía ignorar la crisis que implicaba el crimen cometido, ya que afectaba las bases fundamentales sobre las que se había montado su gobierno hasta el 2007 y luego el de Cristina Fernández. Ambas administraciones habían sellado una alianza cerrada con la burocracia sindical, con la finalidad de subordinar los sindicatos al Estado. Esa alianza, y Néstor Kirchner lo sabía, incluía en un papel preponderante al propio José Pedraza. Ese acuerdo con las direcciones burocráticas de los gremios ferroviarios había quedado plasmado en un acto en la sede de la Unión Ferroviaria con la presencia de Cristina Fernández de Kirchner. La actual vicepresidenta definió en aquella oportunidad a Pedraza como “un ejemplo del sindicalismo que construye”.

La alianza con Pedraza tenía otros condimentos. Ocupaba un papel vertebrador en el esquema de privatización ferroviaria del gobierno kirchnerista, basado en empresas concesionarias corrompidas hasta la médula, que ofrecían servicios pésimos mientras se embolsaban subsidios cuantiosos. De este esquema se beneficiaban los funcionarios, con un retorno bajo la forma de coimas, y también los dirigentes sindicales.

La masacre de Once, sucedida 16 meses después del asesinato de Mariano, echaría la luz sobre el verdadero alcance de este esquema de corrupción. En el caso particular de Pedraza, él se había transformado también en empresario, logrando concesiones de empresas tercerizadas que actuaban en todo el ferrocarril. En estas empresas no regía el convenio ferroviario sino que los trabajadores tenían menos derechos y menores salarios. Cuando estos trabajadores se movilizaron para reclamar poner fin a estas desigualdades, Pedraza armó una patota para reprimirlos. Mariano Ferreyra, que participaba de esa movilización apoyando a los trabajadores fue asesinado de un balazo y Elsa Rodríguez, militante del Polo Obrero, recibió una gravísima herida cuyas consecuencias sigue sufriendo hasta el día de hoy.

La responsabilidad política del gobierno en el crimen era evidente. Un aliado suyo, Pedraza, armando una patota asesina. Y la Policía Federal, actuando abiertamente como cómplice. Todo para sostener un esquema de privatización, concesiones corruptas y tercerización del trabajo que tenía su vértice en el Estado. ¿Podía afectar tal crisis política la salud de Néstor Kirchner? Como dijimos más arriba, es por completo verosímil que así haya sido. Hay que tener en cuenta, además, que un gobierno que se presentaba como “defensor de los derechos humanos” terminaba involucrado en un crimen de un joven militante. Se caía con ello una bandera que había sido usada hasta el cansancio, y que sirvió para cooptar a una parte significativa de los organismos de derechos humanos por parte de un elenco político que había sido febrilmente menemista.

Sin embargo no se nos pasa por alto que el sentido que le quisieron dar a la frase “la bala que mató a Mariano rozó el corazón de Néstor” fue muy distinto al señalado. Se pretendió y aún se pretende exculpar de responsabilidad al gobierno de aquel entonces y más aún, convertir a Néstor Kirchner en un mártir junto con Mariano Ferreyra. Un hecho inadmisible sobre el cual tenemos la obligación de levantar nuestra voz. Dentro del relato se empezó a difundir la especie de que Néstor Kirchner había jugado un papel central para esclarecer el crimen, al haber presentado un testigo clave. Otro hecho que no se compadece con la realidad, y que busca ocultar que en los meses posteriores al fatídico 20 de octubre el gobierno siguió una línea de ataque contra los tercerizados ferroviarios y contra los compañeros de Mariano del Partido Obrero. Un ejemplo lo demuestra: a fines de diciembre del 2010, cuando Pedraza aún estaba libre y disfrutaba de su piso de 1 millón de dólares en Puerto Madero, dos trabajadores del ferrocarril Roca y militantes del PO, fueron detenidos luego de que la ex ministra Nilda Garré los acusara sin fundamento alguno por todos los medios de comunicación como responsables de disturbios. Dos días después eran liberados porque no había ninguna prueba en su contra.

La cuestión analizada no tiene sólo una importancia histórica. El gobierno actual reclama ser la continuidad de quienes gobernaban en el 2010. Y en varios sentidos esto es cierto. No sólo porque buena parte del personal político se repite. También porque, al igual que en 2010, el gobierno tiene como un pilar fundamental a la burocracia sindical como un recurso para estatizar los sindicatos y poder aplicar una política de desvalorización histórica del salario, de despidos masivos y de flexibilidad laboral bajo distintas formas, entre ellas, la tercerización contra la que luchó Mariano Ferreyra. El “pacto social” que pregona el gobierno no es otra cosa que eso.

Nuestro homenaje a Mariano Ferreyra es hacer este aporte a la verdad histórica.

El autor es compañero de Mariano Ferreyra, diputado de CABA por el FIT y dirigente del PO