La creciente dependencia de Venezuela de las stablecoins como infraestructura financiera quedó en primer plano esta semana. La incautación del petrolero Skipper frente a las costas venezolanas, anunciada por el presidente estadounidense Donald Trump el miércoles, reavivó la atención sobre las vías alternativas que se utiliza el chavismo para mover valor en un país cuya economía opera desde hace años en régimen de excepción.
Un nuevo análisis de TRM Labs describe cómo los activos digitales se han integrado de forma estructural en la vida cotidiana venezolana, al tiempo que generan inquietud entre reguladores y autoridades de seguridad. Según el informe, el uso de stablecoins —especialmente USD Tether (USDT)— se ha consolidado como respuesta a la hiperinflación, la pérdida de confianza en el sistema bancario y las restricciones derivadas de las sanciones. Para millones de venezolanos, estas herramientas funcionan como sustituto de cuentas bancarias inestables o inaccesibles. Se han convertido en el medio preferido para realizar pagos, recibir remesas y resguardar ahorros ante la depreciación persistente del bolívar.
“Durante años, Venezuela ha recurrido a cualquier medio disponible para mover valor bajo la presión de las sanciones, ya sea mediante transferencias de petróleo en la sombra, intermediarios marítimos o el fallido Petro”, dijo Ari Redbord, director global de Políticas de TRM Labs.
“La criptografía se ha convertido en el capítulo más reciente de esa historia. Aunque las stablecoins funcionan ahora como infraestructura financiera esencial para los civiles, esos mismos sistemas siguen bajo escrutinio debido a su posible uso indebido para evadir sanciones”, añadió.
Del Petro a USDT: una migración forzada
La incautación del Skipper dio un nuevo giro a la tensión entre Washington y Caracas. Bloomberg informó que el buque, sancionado previamente, fue confiscado cerca de las costas venezolanas. The New York Times añadió que navegaba con falsa bandera y que un juez estadounidense ordenó su captura por su papel anterior en el contrabando de petróleo.
El análisis sitúa estos hechos en una trayectoria más larga. La prolongada contracción económica, la caída estructural de la producción petrolera y la dolarización informal forzaron a una parte de la población a migrar hacia sistemas paralelos de pago. La introducción del Petro en 2018 no generó el resultado esperado, pero sí contribuyó a normalizar el uso de infraestructuras digitales y familiarizó a sectores del país con operaciones fuera del circuito bancario tradicional.
A partir de 2020, la combinación de sanciones contra PDVSA y la pérdida de acceso al sistema financiero internacional aceleró la adopción de stablecoins como mecanismo cotidiano. TRM destaca que este desplazamiento no respondió a un interés especulativo, sino a la necesidad de sortear fallas estructurales: escasez de efectivo, interrupciones bancarias recurrentes y fuerte volatilidad de la moneda local. USDT pasó a ser la herramienta práctica para mantener valor y efectuar transacciones con menores niveles de fricción.
Los datos muestran la magnitud del fenómeno. Cerca del 38% del tráfico desde direcciones IP venezolanas hacia plataformas de activos digitales se dirige a un solo proveedor global con funciones de intercambio P2P —operaciones directas entre usuarios sin pasar por un intermediario financiero tradicional—, lo que evidencia su papel como canal principal de acceso. También operan plataformas locales con modelos híbridos —billeteras móviles, conversión a moneda fiduciaria y pagos internos— que facilitan las operaciones diarias, pero pueden introducir riesgos cuando dependen de liquidez offshore o de intermediarios con controles de cumplimiento limitados.
Supervisión fragmentada y riesgos latentes
“Tras la incautación del petrolero, está más claro que nunca que Estados Unidos se centra en frenar los flujos petroleros y financieros venezolanos, y utiliza todas las herramientas disponibles para interrumpir la evasión de sanciones y las redes de delitos financieros”, afirmó Redbord. “La cripto es una pieza de ese rompecabezas”.
La supervisión doméstica sigue siendo uno de los puntos débiles señalados en el informe. Tras la reestructuración de SUNACRIP en 2023 —un proceso en el que el régimen de Maduro intervino la superintendencia, detuvo a parte de su cúpula por presunta corrupción y dejó en suspenso el marco regulatorio previo—, el país opera con un sistema fragmentado, caracterizado por licencias poco claras, funciones institucionales superpuestas y una capacidad de fiscalización reducida.
Esta indefinición ha favorecido la expansión de intermediarios P2P, brokers informales y proveedores nested que ejecutan transferencias entre distintas jurisdicciones sin estándares sólidos de identificación y verificación.
El estudio identifica patrones que se repiten en economías sujetas a sanciones estrictas: creación de wallets de corta duración, movimientos de alta velocidad, saltos entre cadenas para reducir trazabilidad, uso de plataformas híbridas parcialmente integradas al sistema bancario y mecanismos de compensación informal que pueden ser aprovechados por redes dedicadas al comercio energético o al contrabando. Para los autores, estas dinámicas elevan el riesgo de que los activos digitales sean utilizados para operaciones que buscan liquidez en dólares fuera de los canales supervisados.
A pesar de ello, el grueso del volumen digital se explica por usos legítimos. Las stablecoins permiten pagar salarios, sostener pequeñas empresas, importar bienes, cancelar servicios y recibir remesas que sustituyen a canales financieros deteriorados. TRM Labs subraya que la adopción masiva responde a una necesidad de estabilidad y no a la intención de evadir sanciones.
El documento concluye que la evolución del entorno digital venezolano dependerá de la persistencia de la inestabilidad macroeconómica, la capacidad del Estado para establecer un marco regulatorio coherente y la expansión de plataformas con vínculos institucionales, que podrían aumentar la supervisión doméstica pero también atraer un mayor escrutinio internacional.