Los cinco principios para tomar buenas decisiones

Hay determinaciones que fueron tomadas por nuestros padres, pero no debemos lamentarnos. No somos responsables de lo que pasó, pero sí de lo que hagamos con lo que nos pasó

Compartir
Compartir articulo
Aceptar la espera. Eres responsable de tu tiempo de espera. Responsable: habilidad de responder (Pexels Andrei Iusco)

Nuestra vida se diseña a través de las decisiones que tomamos. Algunas son rutinarias: el desayuno, la ropa que vamos a ponernos, el camino al trabajo. Otras exigen de nosotros que meditemos seriamente ya que sus consecuencias pueden afectar nuestro presente (nuestra salud, trabajo, agenda, relaciones) y nuestro futuro (si decido contraer una deuda, hipotecar mi casa, viajar al exterior a probar suerte).

Si la libertad es la capacidad de decidir, la madurez es la capacidad de aceptar las consecuencias de nuestras decisiones.

Aunque parezca extraño, son pocas las decisiones en las que no hemos participado: no hemos decidido cuándo y dónde nacer; no hemos decidido nuestro nombre y apellido; la escuela donde comenzar nuestros primeros estudios… De allí en más, la inmensa mayoría de las decisiones han sido nuestras.

Esas decisiones iniciales fueron tomadas por nuestros progenitores. Ya ocurrieron. Hoy no podemos estar lamentándonos por las elecciones que ellos tomaron. No somos responsables de lo que pasó, pero sí de lo que hagamos con lo que nos pasó. Esta premisa sirve tanto para nuestro pasado como para nuestro presente: no eres responsable de algunas cosas que te suceden, pero sí eres responsable de lo que harás con lo que te está sucediendo.

Una persona siempre mantenía la calma y la sonrisa aún en las situaciones más complejas, lo que provocó que en el trabajo le preguntaran: “¿tomas algo para sentirte así? Sí, buenas decisiones” (Getty Images)

Cuando hoy nos levantamos ¿pudimos elegir el clima? ¿el tránsito? Sería fantástico que pudiéramos, pero no es posible. No tenemos ese poder, pero tenemos otro poder: el de elegir cómo vamos a responder. ¿Llueve? Si tengo que salir, elijo ponerme botas, piloto; si no tengo que salir, elijo leer un libro o ver una serie. ¿Hay mucho tránsito? Elijo poner música o escuchar un podcast. Son las decisiones que tomamos frente a las situaciones que no tenemos poder las que determinan nuestra calidad de vida.

Como nuestras elecciones hablan de quiénes somos, estos son 5 principios para tomar buenas decisiones:

1) Tómate tu tiempo

No te apures. Es mejor sentirte incómodo hoy, pero tranquilo mañana: Insatisfacción presente pero satisfacción futura. No te apures ni dejes que te apuren:Me tienes que contestar hoy mismo”, “déjame una seña ahora para que no pierdas esta única oportunidad”. Cuando es así, pregúntate: “¿Quién elije?”, “¿estoy decidiendo yo o los demás?”, “¿qué me brinda esta decisión?”, “¿me da paz o intranquilidad?”, “¿me acerca al lugar donde quiero estar?”, “¿esta decisión guarda relación con mis valores?”, “¿mañana me dará orgullo o culpa?”, “¿desde dónde elijo, desde el amor o desde el temor?”.

Si necesitas trabajo, ¿puedes salir a buscarlo? entonces sal

No decidas bajo emociones fuertes, intensas. Tus decisiones deben ser una respuesta y no una reacción. Las emociones son el vehículo a través del cual el gozo o el dolor se comunican. No te apures porque sientes una gran alegría, no te apures porque sientes un gran dolor. Que en tu vida tus emociones tengan voz, pero no voto.

Algunos esperan el momento perfecto para arriesgarse. Heráclito, filósofo gr.535 AC, expresó: “El hombre que pretende ver todo con claridad, nunca decide”. En realidad, no decidir, ya es decidir. “Mal” o “bien”, pero decide, porque si no lo haces tú, alguien lo hará por tí. Y cuando dejamos que otros decidan, sólo estamos mostrando una autoestima devaluada. Si decides y el resultado no es el que querías, habrás capitalizado un aprendizaje que te servirá para seguir adelante.

2) Escucha lo que te cuentas

Escucha si hablas como víctima: “me falló, me dejó, no me reconocen, me ninguneó…” Al contar lo que te pasa, dejas de pensar en lo que puedes hacer con lo que te pasa. El pensamiento de víctima da por sentado que lo que te pasa viene del exterior, y al mirar afuera, dejas de mirar adentro de ti, donde tienes los recursos y el potencial para expandirte.

Hay 5 principios para tomar buenas decisiones. Y si algo sale mal, es de una persona madura asumir las responsabilidades

Así como de pequeños nos contaban cuentos para hacernos dormir, de adultos también podemos estar contándonos cuentos que nos hacen dormir, que nos paralizan, que nos mantienen en la resignación o el resentimiento. Mucha gente no puede pensar qué hacer porque está pensando más en lo que les pasa. Y así es como, mientras suman más y más preocupación, pierden paz, creatividad, posibilidad.

3) Piensa en qué estás pensando

Esto que estás pensando ¿te ayuda o te complica? ¿te expande o te limita? Ten en cuenta que lo que piensas afecta tu salud, tus relaciones, tus proyectos. Los pensamientos son como una brújula: todo ser humano se dirige siempre en dirección de su pensamiento más dominante. Si piensas progreso, vas camino a tu progreso; si piensas soledad, vas camino a ella. No puedes pretender vivir positivamente si piensas negativamente, sea de la gente, de las circunstancias o de ti mismo.

Muchas veces es necesario descreer de nuestros pensamientos porque nuestra mente no siempre trabaja a nuestro favor. Rechazamos la información que contradice lo que hemos decidido creer. Cuando tienes un pensamiento limitante y no te lo cuestionas, tu mente lo cree. Necesitamos intervenir en nuestros mapas mentales antes que en la realidad, ya que nuestra mente sigue nuestras instrucciones al pie de la letra. Sé espectador de tus propios pensamientos para luego ser diseñador de nuevos pensamientos. Recuerda que lo que siembras en pensamientos útiles o inútiles, tarde o temprano, se manifestarán en circunstancias.

Cuando hoy nos levantamos ¿pudimos elegir el clima? ¿el tránsito? Sería fantástico que pudiéramos, pero no es posible. No tenemos ese poder, pero tenemos otro poder: el de elegir cómo vamos a responder (Getty Images)

4) Haz lo que puedas hacer

Siempre puedes hacer algo. No te enfoques en lo que no sabes o en lo que no tienes. Si tus acciones llevan compromiso, fe, esperanza, entonces son semillas que siembras. En algún momento traen cosecha. El hecho que no veas que la planta está creciendo, no significa que no esté creciendo.

Si necesitas trabajo, ¿puedes salir a buscarlo? entonces sal. No puedes garantizar que te elijan, pero tienes más probabilidades que el que se quedó en su casa. Cada paso que das es importante, pero el primero es fundamental. Si das un paso, y después el otro, la confianza irá en aumento y antes de darte cuenta, estarás sintiéndote cada vez mejor y aumentando geométricamente tus probabilidades de cumplir tus objetivos.

Quizás estás atravesando una tormenta y tengas miedo. Claro, las olas golpean fuerte. Si te concentras en la tormenta, en lo que tu vista te presenta, te vas a frustrar, llenar de miedo. Aquello en lo que te enfoques será lo que crecerá. Enfócate en tu visión, enfócate en tu acción. No importa cuán intimidante es la realidad.

Si la libertad es la capacidad de decidir, la madurez es la capacidad de aceptar las consecuencias de nuestras decisiones (Getty Images)

5) Acepta la espera

En una cultura donde todo se lo quiere para ayer, esperar es una decisión sabia. Supón que estás esperando una llamada importantísima que cambiará tu situación económica, o de salud, o te generará un viaje deseado… aunque estés con el celular en la mano todo el tiempo, no puedes elegir cuándo entrará esa llamada, pero puedes elegir cómo será la espera de esa llamada. Eres responsable de tu tiempo de espera. Responsable: habilidad de responder.

Si vas a comer, puedes elegir comer comida rápida (comida chatarra) o comida elaborada. Cuando el camarero te informa que “ese plato tiene una demora de 40 minutos”, ese tiempo de espera te está diciendo que lo que va a venir es de calidad. Por eso, vale la espera. Si eres capaz de disfrutar el proceso, serás capaz de disfrutar el resultado.

Una persona siempre mantenía la calma y la sonrisa aún en las situaciones más complejas, lo que provocó que en el trabajo le preguntaran: “¿tomas algo para sentirte así? Sí, buenas decisiones”.

* Samuel Stamateas: Coach Ontológico y Ejecutivo. Escritor de “Lidera tu vida”, “Tu propósito es la clave”, “Quiero, puedo y merezco prosperar” y “21 hábitos para una vida plena”. Director de Liderazgo EnFoCo y Co-Director de la Escuela Internacional Líder Coach Profesional

Seguir leyendo