Llegó el verano a Punta del Este y ahí está, como siempre, Andrea Bursten, disfrutando con amigos en la Brava de José Ignacio. La ex modelo y empresaria gastronómica pasó una tarde entre lecturas, mate, charlas y momentos de mar. Esta vez, en lugar de estar parando en La Boyita, junto a la familia de Marcelo Tinelli, Andrea decidió alojarse en el pueblo de José Ignacio.
Andrea Bursten es una figura multifacética de la escena argentina, reconocida por su destacada carrera como modelo en los años 90 y por su resiliencia ante las adversidades personales. Tiene 51 años y es madre de Francesca y Stefano, fruto de su matrimonio con el empresario Federico Ribero, quien falleció en 2013 tras una batalla contra el cáncer de pleura.
Luego de su partida, Andy se volcó al mundo de la gastronomía para continuar con su legado. Se convirtió en empresaria y asumió la gestión de seis locales. A pesar de las dificultades, demostró su capacidad de reinventarse y liderar con éxito nuevos proyectos. Su trayectoria combina elegancia, profesionalismo y creatividad, consolidándola como referente tanto en la moda como en las redes sociales y en el ámbito empresarial.
Hace unos meses, en charla con Luli Fernández para la serie de entrevistas Ellas by GWM, se confesaba así ante Infobae:
—¿En qué etapa de tu vida estás hoy?
—Yo siento que estoy siempre en evolución y creo que esa es la idea y es lo que quiero para mi vida. Estoy tranquila, con mi trabajo de siempre, con mis restaurantes, estoy con proyectos para el año que viene con mi hija, cuidándome mucho y haciendo deporte, como siempre. Soy inquieta y a veces necesito desafíos nuevos. Ahora se me ocurrió que quiero correr. Yo entreno mucho, casi todos los días, pero correr es otro deporte. Así que ahora estoy entrenando para una carrera cortita que me anoté para dentro de unos días y estoy haciendo foco en eso. Obviamente, después mi vida, mis hijos, mi casa. Pero en la parte personal, estoy haciendo foco en que tengo ganas de salir a correr y que me gustó, que encontré el espacio.
—No sé cuál es tu situación amorosa, pero dicen que los grupos de running son el spot ideal para conseguir pareja. ¡Es el nuevo Tinder!
—No estoy en pareja, pero tampoco sé si tengo ganas de estarlo (risas). Por ahora salgo a correr sola o con mi profe. Todavía me falta porque las distancias que corro son cortas y los grupos, en general, corren media maratón o 15K, yo todavía no estoy en esa. Pero bueno, ¿quién te dice? En algún momento se pueda dar...
—Me hablabas de los restaurantes, que son espectaculares, y los tenés desde hace muchos años. ¿Cómo fue meterte en la industria gastronómica? ¿Había sido por Fede?
—Sí, en realidad los heredé. Mi familia y yo vivimos de mis restaurantes, tengo seis lugares en los centros comerciales. La verdad que todo funciona muy bien, son marcas muy instaladas. Yo hace 12 años que tomé la posta, pero la empresa debe tener entre 25 y 30 años.
—Y qué bueno que lo pudiste continuar...
—No me quedó otra, Luli. Yo no sabía nada, no tenía idea. Pero tengo un socio que es una maravilla de persona y de socio, y junto con él, de a poco, me fui metiendo, aprendiendo, lo fui siguiendo, porque la verdad que la tiene súper clara. Aprendo mucho de él y sigo aprendiendo. Fue un gran compañero y la verdad que el trabajo en su momento también me ayudó mucho a poder procesar todo lo que estaba viviendo. Lo tomé como una posibilidad de algo nuevo y de aprender algo nuevo. Y hoy es de lo que vivimos, así que...
—¿Y los chicos se metieron también? Porque tus hijos ya son grandes.
—Sí, enormes. Francesca tiene 23 años, está estudiando. Se recibe el año que viene de Interiorismo. Y mi hijo trabaja en un restaurante, es barista, sirve un café delicioso. Así que lo estamos preparando. Seguramente Fefo sí tome la posta y, en algún momento, tal vez yo descanse un poco y él empiece a laburar conmigo o a hacer la suya.
—Imagino que en esos momentos difíciles que tuviste que atravesar la gente desde el amor intentó acompañar y darte algún consejo. Pero a veces te termina asustando más que ayudando. ¿Cómo lo viviste?
—Igual me asustaba sola. Todo el proceso, desde que me quedé sola con mis hijos, lo que predominaba al principio era el miedo. Yo tenía miedo de enfrentarme a la vida sola, de criar dos chicos sola, de la economía sola. Fue un renacer y fue una oportunidad, también. Fue mucho crecimiento, pero al principio era miedo. Yo tenía miedo de todo: si iba a poder, si no iba a poder, cómo iba a hacer con los dos chicos sola, con un negocio que no conocía, ocupándome de cosas que nunca me había ocupado, las inversiones, pagar las cuentas... Encima me quedé viviendo en la casa familiar y en un momento dije: “¿Qué hago yo acá sola?” Era la casa donde habíamos vivido con Federico. Ahí tomé la decisión de irme y fue un alivio. Yo vivía en Tortugas, pero trabajaba en el centro. Así que me fui al centro. Siento que ese realmente fue empezar de cero otra vez.
Fotos: RSFotos