Calidad del aire y salud: las alarmantes cifras y la ventana que generó la cuarentena

La contaminación del aire es un mal presente en todas las regiones del mundo. No obstante, las poblaciones de las ciudades de bajos ingresos son las más afectadas

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(Foto: Cuartoscuro)
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La calidad del aire que respiramos está directamente relacionada con la salud y la vida de las personas. Sin embargo, el tema no siempre está entre las prioridades de la agenda política de ciudades y países. Hoy se celebra el Día Internacional del Aire Limpio y las cifras son cada vez más alarmantes: 9 de cada 10 personas respiran aire que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera demasiado contaminado. Ello resulta en 7 millones de muertes prematuras en todo el mundo cada año.

Y nadie se salva. La contaminación del aire es un mal presente en todas las regiones del mundo. No obstante, las poblaciones de las ciudades de bajos ingresos son las más afectadas. Según los datos del organismo, el 97% de las ciudades de los países de ingresos bajos y medios con más de 100.000 habitantes no cumplen con las directrices sobre la calidad del aire. En los países de altos ingresos, en cambios, el porcentaje cae a 49%.

¿Por qué es importante? Porque al reducirse la calidad del aire que se respira, incrementa el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, enfermedades cardíacas, cáncer de pulmón, y enfermedades crónicas y agudas, incluido el asma.

Cientos de gobiernos alrededor del mundo, incluida Buenos Aires, comenzaron a recuperar el espacio público y dar más lugar a la movilidad en bicicleta como clave para superar las aglomeraciones en tiempos de pandemia. Según datos de la Universidad de California, se han anunciado 3607 kilómetros de carriles para bicicletas en todo el mundo, lo que equivale a la distancia de Londres (Reino Unido) a Ankara (Turquía). En ese sentido, en las últimas semanas se intensificó el diseño de nuevos espacios así como la incorporación de carriles para bicicletas en varios puntos de Buenos Aires.

Así, a los 17 km de ciclovías en avenidas que se suman a los 250 km ya existentes,se incorporaron más de 100 mil m2 de intervenciones en el espacio público para agrandar veredas y garantizar el distanciamiento social; la demarcación de espacios de espera de transporte público y comercios de cercanía; y el cierre de los entornos próximos a plazas y parques de la Ciudad para realizar actividad física. “El espacio público está siendo reconfigurado para asegurar un acceso igualitario y seguro a las distintas actividades que ofrece la Ciudad para todos los vecinos”, explicaron en la secretaría de Transporte local.

Desde este fin de semana –viernes, sábado, domingos y feriados– cada comuna contará con un área peatonal transitoria, cortada al tránsito vehicular y demarcada especialmente para que los vecinos puedan caminar al aire libre y puedan circular, permanecer y/o disfrutar respetando el distanciamiento físico:

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Las experiencias en el mundo

Numerosos gobiernos locales y nacionales anunciaron una expansión temporal o permanente de los carriles para bicicleta en respuesta al aumento de la actividad ciclista durante los confinamientos por el Covid-19. Unas 291 ciudades, provincias y países han creado calles peatonales, según la base de datos de la Universidad de Carolina del Norte.

Europa está a la cabeza del mundo en este sentido, ya que 36 de sus ciudades más grandes prometieron 2329 kilómetros de carriles con más de 1000 kilómetros ya implementados, según la Federación Europea de Ciclistas. A nivel mundial, París (Francia) tiene el plan más ambicioso (650 kilómetros), seguida de Lima (Perú, 301 kilómetros), Nueva York (Estados Unidos, 161 kilómetros), Roma (Italia, 150 kilómetros) y Ciudad de México (México, 129 kilómetros).

En consonancia con ello, son más y más las personas que están optando por usar la bicicleta o caminar en lugar de utilizar otros medios de transporte. En algunas ciudades la pandemia generó un boom entre los ciclistas: en el Reino Unido, el 5% de los consumidores adquirieron una bicicleta durante la cuarentena.

Contaminación y pandemia

A pesar de la catástrofe sanitaria y económica que aún genera la pandemia de Covid-19 que tiene a medio planeta confinado, permitió observar nuevamente cielos limpios así como percibir aromas olvidados. Una encuesta realizada en Europa da cuenta de ello: dos tercios de los encuestados afirmó no querer volver a los niveles pre-pandémicos de contaminación atmosférica, en tanto que el 68% expresó que quiere que se mantengan las políticas para reducirla, incluyendo la prohibición de coches en los centros de las ciudades.

En la ciudad de Buenos Aires, que cuenta con tres estaciones de medición de calidad del aire, los datos son indiscutibles: “La merma en las emisiones, principalmente provenientes de las fuentes móviles, contribuyó a la disminución de las concentraciones de todos los contaminantes. El decrecimiento máximo se produjo durante el período del 20 de marzo al 14 de abril de 2020, coincidentemente con el momento de mayor acatamiento del aislamiento, alcanzando una reducción entre el 50 y el 60% para todos los contaminantes e incluso llegando a niveles inferiores para el caso de los Óxidos de Nitrógenos totales”, explicaron en la Agencia de Protección Ambiental porteña, respecto a los mismos indicadores del año pasado. Esto también contribuyó notoriamente a la disminución del ruido, otro de los contaminantes urbanos.

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“La pandemia por COVID 19 nos obliga a ser muy conscientes de que no podemos seguir viviendo ni gestionando de la misma manera en que lo veníamos haciendo, esta es una oportunidad única para avanzar hacia una ciudad diferente. La salida de la pandemia es en el espacio público”, indicó Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la ciudad.

Fue un estudio de Harvard el primero en proporcionar evidencia clara de que la exposición a la contaminación atmosférica por partículas durante muchos años puede influir fuertemente en las probabilidades de vivir o morir a causa de esta enfermedad. “Por cada pequeño incremento en la contaminación del aire durante ese tiempo, hay un aumento sustancial en la muerte a causa del Covid-19”, expuso Aaron Bernstein, pediatra y director del Centro de Harvard para el Clima, la Salud y el Ambiente Mundial.

Previo a la crisis sanitaria actual, los científicos ya habían demostrado que el aire contaminado se asoció con un aumento de la mortalidad durante la dispersión del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus siglas en inglés) en 2002, otra cepa de coronavirus que mató a 774 personas e infectó a 8890. De acuerdo con una investigación publicada en 2003, una persona que viviera en una zona con una elevada contaminación atmosférica tenía más del doble de probabilidades de morir como consecuencia de esta enfermedad.

Algunos datos:

La contaminación atmosférica del ambiente exterior contribuyó al 7,6% de todas las muertes en el mundo en 2016.

3,8 millones de muertes cada año resultan de la exposición en los hogares al humo de las cocinas sucias y los combustibles.

4,2 millones de muertes cada año se producen por la exposición a la contaminación atmosférica del ambiente (exterior al hogar).

91% de la población mundial vive en lugares donde la calidad del aire supera los límites de las directrices de la OMS.

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