Gonzalo Bonadeo con María Laura Santillán: “Messi es meritocracia en estado puro”

¿Por qué sentimos que este equipo nos representa? El ídolo que no podía pagar las hormonas de crecimiento y su extraordinaria muestra de superación. El fortísimo mensaje de la selección al gobierno. Por qué no hubo un escándalo después de perder con Arabia Saudita. El festejo que empezó al ganarle a México y la necesidad de los argentinos de celebrar. La tragedia que no fue por casualidad

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María Laura Santillán Con Gonzalo Bonadeo

Gonzalo Bonadeo es un periodista de referencia si hablamos de los eventos y los acontecimientos deportivos más importantes del mundo de las últimas décadas. Relató, comentó y analizó los Mundiales de fútbol, los Juegos Olímpicos, los Juegos Panamericanos, torneos internacionales de tenis y muchos más. Recién llegado de Qatar, es una voz autorizada para conversar de lo que este Mundial nos muestra y nos deja en evidencia a los argentinos. Los mensajes y las enseñanzas que quedaron sobre la mesa.

—Un montón de cosas. Algunas me gustaría que se traspolaran a lo cotidiano. Empecé a ver qué festejamos ganarle a México. Festejamos no habernos quedado afuera del Mundial en la segunda fecha. Evidentemente estamos necesitando y mereciendo un poco de alivio ¿no? La enseñanza es que no necesitamos tanto. No pretendemos tanto para ser felices un ratito. Para cualquier persona de la clase gobernante… ¡tirá un centro de vez en cuando! Obviamente el fútbol es el fútbol, el Mundial es el Mundial, Messi es Messi, pero no somos tan ambiciosos ni tan exigentes.

— Ganar la Copa Mundial es una gran ambición.

— Sí, pero los festejos empezaron mucho antes de ganar. Ni siquiera cuando le ganamos a Inglaterra en el 98 pasó lo que pasó después de ganarle a Países Bajos. Fue una locura. Ganarle a Australia, un partido angustiante, la salvada de Dibu, y ya estaban todas las personas en la calle. Conmovedor. Y una señal de la necesidad que tenemos de celebrar algo.

— Millones lloramos simultáneamente y millones salimos a festejar.

— Yo fui uno de ellos. Y no es tan complejo lo que estamos pretendiendo. Obviamente no saldríamos a festejar que baje la inflación, pero nos daría una tranquilidad. Creo que una de las grandes virtudes de este equipo es la representatividad. Sentimos que nos estaban haciendo el aguante: te elegí desde el corazón y vos me estás devolviendo lo mejor que tenés, aunque no ganes, me estás devolviendo lo mejor que tenés. Eso se nota en el despliegue de De Paul, las canchereadas de Dibu Martínez, en Messi que fue extraordinario de punta a punta… el salvoconducto que tenía yo en cada momento de incertidumbre era: este pibe no se va a rendir así como así si siente que es su última chance. Porque lo veías con un instinto asesino como cuando ves a Nadal, a Federer, a alguno de Los Pumas. Te das cuenta cuando un tipo está transmitiendo algo distinto. Más aún con un tipo introvertido como es Messi. Estaba muy hacia afuera, estaba pendenciero. Se agarró del cogote con un australiano. Lo del “qué miras bobo” me da pena que quede como la gran viralización cuando ese mismo partido hizo magia haciendo un pase increíble sin mirar al compañero. Pero también eso forma parte de su mutación.

— Estuvimos hermanados todos en la alegría, esa es la sorpresa.

— Sí, es una alegría transversal. Es algo que deberíamos empezar a aprender e incorporar. Yo no creo que nadie le haya preguntado si era de Boca o de River, si era K o PRO a la hora de salir a festejar al que tenía al lado, le daba igual. Nos daba igual. Los incidentes que tuvimos no vinieron por la grieta claramente. Me pone muy contento que sea el deporte el que genera una cosa así.

"El equipo a veces era el Barcelona de Guardiola y a veces la Armada Brancaleone. Hubo mucha mística", señala Bonadeo (Gustavo Gavotti)

— ¿Habría otras cuestiones, otros temas que podrían hermanarnos?

— En esto no hago un juicio de valor, para que nadie se ofenda, pero fue trasversal el episodio de la sanción de la ley del aborto. En la Cámara de diputados fue trasversal, de golpe cada uno dio su opinión. En lo trascendente no careteamos. No hacemos espíritu de cuerpo, decimos lo que pensamos.

— ¿La alegría de los argentinos entonces fue ver que los jugadores dieron todo?

— A mí me llama la atención que no haya habido un escándalo después de perder con Arabia Saudita, fomentado por algunos periodistas, inclusive por la opinión pública en general. Fue la peor derrota de Argentina en los Mundiales. La peor. Sin dudas. Y no hubo un “Scaloni te tenés que ir mañana”. Hubo una sensación de alivio cuando le ganamos a México, más tranquilidad cuando le ganamos a Polonia. Y de golpe empezamos a creer otra vez en este equipo que a veces era el Barcelona de Guardiola y a veces parecía la armada Brancaleone cuando se destartalaba todo al final de los partidos. Hubo mucha mística, mucho compromiso. Mucha sabiduría del cuerpo técnico. Mucho perfil bajo en los entrenadores. Fue una historia extraordinaria.

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— ¿La Selección y Messi serían hoy tan amados por los argentinos si no hubiéramos llegado a la final?

— Entiendo que no. No hubiera faltado el que diría otra vez “Messi perdió la final”. Se potenció mucho el amor de la gente, sobre todo los más jóvenes, a partir de la Copa América ganada en Brasil. Es un equipo que generó identidad en personajes que eran desconocidos, Dibu Martínez, el Cuti Romero, Enzo Fernández, Julián Álvarez, Alexis McCallister. McCallister era un ídolo silencioso, porque el pibe está metido en su rollo. A veces parece inadvertido en la cancha y juega un montón. Di María obviamente con su final. Lo de Messi, que es impresionante. En cada rincón encontramos alguna cosa. Otamendi, que jugó un Mundial formidable. Se generó una pertenencia, un vínculo. A mí me pasa algo particular, desde muy chiquito disfruto mucho y me da mucha expectativa ver jugar a Argentina. Y no estoy de acuerdo con que solamente importe ser campeón del mundo, porque entonces miro el diario del lunes y me entero, no miro todo el Mundial. No sufro contra Arabia Saudita. Hay algo de madurez de los más grandes. Nos empiezan a enseñar nuestros chicos que juegan con estos monstruos a la Playstation y que se sienten identificados, a los chicos les gusta verlos como personajes especiales, casi de historieta. Messi es una referencia de lo que es posible en Argentina. Pero no solamente desde el juego María, porque Messi además es un portento físico, atlético, y es sobre todo un maniático de jugar a la pelota. Quiero repetir un número: 1.000 partidos profesionales jugó, más de 1.000. Hizo más goles que semanas tuvo en su vida durante esos 18 años. Hizo más de 52 goles por año. Y además, en la mayoría de los partidos, aún ya definidos como contra Croacia, nunca salía de la cancha. Eso es amor por el juego, que es lo que le pasa a un pibe a la vuelta de su casa cuando quiere jugar todo el tiempo. Le pasa a Messi, le pasa al más grande de todos. Ahí hay algo que tengo que valorar, respetar y admirar y me da piel de gallina entender esa pasión amateur que tiene Messi por el fútbol.

Bonadeo durante la entrevista con María Laura Santillán: "Messi es una referencia de lo posible en la Argentina" (Gustavo Gavotti)

— Messi campeón pasa a ser un ejemplo para los chicos. De perseverancia, de resiliencia, de buscar romper el límite, de sencillez, de serenidad. ¿De cuántas cosas más?

— Se convirtió en líder. El liderazgo puede tener que ver con que en el plantel ya no estaban los Mascherano, tipos que ejecutaban extraordinariamente el rol de líder, y con la paternidad… es un señor de 35 años Messi. Joven para la vida, pero un señor para el fútbol. Y al día de hoy no me animo a decir que no vaya a jugar el próximo Mundial, porque hasta eso genera en el aire. Estoy convencido que su devoción por el juego mismo, es algo que cala muy hondo en los más jóvenes. Lo sienten como propio. Creo que en algún rincón inconscientemente sentimos que el tipo juega como nos gustaría jugar a nosotros. Es, insisto, el más amateur de los profesionales, entendiendo amateur como el que ama, no el que juega gratis.

— También es ejemplo de voluntad de trabajo. De disciplina.

— Esa sería una parte extraordinaria si se animara a hacer un documental al respecto él mismo. No para el autobombo sino para explicar cuántas cosas se hacen fuera de la cancha para ser Messi. Me lo explicó Usain Bolt ni más ni menos. Me decía: para 10 segundos de espectáculo tengo cuatro años de cámara hiperbárica, túnel de viento, baños de hielo, kinesiólogo, masajista, médico, nutricionista, psicólogo. Todo eso para 10 segundos de espectáculo. En el caso de Messi no debe ser distinto, no es improvisado. Tiene la genética, tiene el talento, tiene la genialidad, tiene la explosión. Inclusive hoy que ya no gana mano a mano con los más jóvenes, salvo en el caso con Croacia que fue extraordinario, es más jugador de equipo. Entiende mejor el juego, dónde ubicarse, en qué momento brillar, en qué momento esconderse. Y eso es una muestra de superación extraordinaria, es meritocracia en estado puro. Perdón.

— ¿Por qué perdón?

— Porque discutir la meritocracia es ignorar el deporte. Es ignorar la vida en general. Y sobre todo cuando hablamos de un pibe que tuvo que irse de la Argentina porque no podía pagarse las hormonas de crecimiento. No viene todo el tiempo en cuna de oro Messi. La construyó.

"Mucho antes de ganar la Copa América me di cuenta que me había equivocado con Scaloni", explica Bonadeo sobre las críticas que recibió el joven entrenador cuando asumió la conducción del seleccionado (Gustavo Gavotti)

— Periodistas famosos hablaron muy mal de Scaloni. Y dijeron que Di María no tenía que estar. O que Messi era pecho frío.

— Hubo insultos. En su tiempo, en el año 2016, dijeron”ratas, no juegan por la gente”. Cosas muy berretas. Con respecto a Scaloni tengo una leve ventaja y es que en plena pandemia le hice una entrevista y le admití: me equivoqué profundamente porque presumí tu inexperiencia y ya nos has demostrado en un hecho muy puntual (él tenía al arquero de Boca y al arquero de River convocados, Andrada y Armani) elegir a un arquero que ni siquiera sabíamos dónde había jugado, que se fue a los 17 años a Inglaterra, Dibu Martínez. Mirá si habrá entendido… Es un aprendizaje que nos cuesta a los periodistas. Primero: no hay entrenador que sepa menos que nosotros, en ningún deporte. El entrenador sabe armar un equipo, elegir un jugador. Nosotros no. Nosotros somos opinólogos. A veces berretas. Y en segundo lugar los tipos están adentro, Scaloni es el que convive. Entonces cuando vos decís: che, pero Scaloni lo sacó a Lautaro y lo puso a Julián Álvarez. Debe ser porque está viendo algo ahí adentro. Él convive con el jugador. Lo siente. Lo percibe. Pero después lo pone a Lautaro Martínez para patear el último penal contra Países Bajos… Será porque sabe que Lautaro está en condiciones de hacerlo. Y efectivamente las cosas fueron saliendo así.

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— Dijeron que Scaloni no era la persona indicada, no era apto para la tarea.

Yo pensé lo mismo y me equivoqué. Lo bueno es que me di cuenta rápido. Mucho antes de ganar la Copa América me di cuenta que estaba equivocado. Una cosa extraordinaria que hizo Scaloni fue generar un circuito de juego que liberara a Messi de tener todo el tiempo la pelota él. Entonces De Paul, Lo Celso, Paredes, no necesariamente le daban la pelota a Messi, se la daban a otro. ¿Cómo es esto, ahora no hace falta jugar todo el tiempo con Messi? Esto lo liberó, le dio alegría, le dio felicidad a Messi en el equipo. Hizo que Messi se sintiera mejor en Argentina que en París St. Germain, o que en los últimos Barcelona.

— ¿Qué explicación encontrás en los que criticaron y critican a Messi?

— Nunca los entendí. Creo que es parte de un cliché instalado en la Argentina en tiempos de Carlos Bilardo, esto de que lo único que importa es ganar. Del que pierde la final nadie se acuerda. Cuando se dice que Argentina no ganó nada hasta la Copa América del 2021… Con Messi ganamos un título mundial juvenil, una medalla dorada en los Juegos Olímpicos, tres finales de Copa América, una final de Mundiales. Y además me representaba en Barcelona. ¿No me representa ahí Messi? ¿No siento que hay un tipo que está jugando por mí cuando juega al fútbol? A mí me pasa todo el tiempo eso. Quizás tengo un vicio que es que me gusta el fútbol, me gusta ir a la cancha a ver jugadores, no necesariamente un partido. No estar todo el tiempo pendiente de un resultado final. Si lo único que te importa es el resultado, no hace falta ver el partido. Averigua en una aplicación el final del partido, cómo terminó.

"Llevo casi 40 años buscando que me representen. Me representan estos pibes", señaló Bonadeo en la charla que tuvo con María Laura Santillán (Gustavo Gavotti)

— ¿Maradona va a poder compartir su lugar de leyenda con Messi? ¿Messi pasó a ser leyenda?

— Hay un corte generacional indiscutible a partir de ahora. Más de la mitad de la población argentina no salió campeona del mundo hasta hace una semana. Gran parte de esa población no lo vio jugar a Diego. Y no haberlo visto jugar a Diego es meter más cosas en la bolsa. Vos y yo lo hemos conocido, lo hemos tratado. Yo solamente puedo hablar de Diego desde el trato que él me dio a mí y ha sido siempre extremadamente generoso en cada encuentro. Después hay cosas que me han parecido contradictorias, pero en todos lados la base es cómo jugaba al fútbol. Una persona que no llegó a ver cómo jugaba al fútbol Diego difícilmente no involucre las cosas más polémicas de Diego. En el caso de Messi es más lineal, para todos en Argentina es solamente un jugador de fútbol. Ahora vos tenés otro animal que te llevó a la gloria que es Lionel Messi.

— ¿Maradona representa otra argentinidad distinta?

— No estoy tan seguro. Es otro tipo de personaje. Es la trasgresión. Pero no sé si representa la argentinidad. Quizás Messi no represente tanto a la argentinidad… pero es ingrato decir eso ahora que lo pienso. Desde tanto profesionalismo, qué estamos diciendo, ¿que Favaloro no era un profesional? ¿Que Leloir no fue un profesional? ¿Qué estoy diciendo? ¿Que Mercedes Sosa no fue otra profesional?

María Laura Santillán con Gonzalo Bonadeo

— ¿Por qué Messi no representaría la argentinidad entonces?

— Claro, ¿de qué estamos hablando? No es europeo, no habla una palabra de catalán, habla todo el tiempo en rosarino. ¿Qué le estamos cuestionando? Son distintas formas. Hubieran sido enormemente felices juntos jugando a la pelota porque eran complementarios, Diego podía jugar de cualquier cosa y hoy ya Messi cada vez más. No siento la necesidad real de elegir a uno por encima del otro.

— Reformulemos entonces. ¿Representan los dos la argentinidad?

— Sí, representan los dos la argentinidad. Hay un corte de 45 años para abajo que seguramente lo acaba de poner a Lionel en un lugar equivalente al que tuvo Diego en su momento.

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— Son mitos.

— Sí, porque además era evidente que Messi estaba en el límite de su capacidad física. Que se agotaba. Que contra Croacia estaba escondido, hacía rato que no tocaba la pelota y de golpe agarró la pelota y sacó de paseo a un pibe de 20 años que es de los mejores defensores del mundo y nos regaló un gol que fue una obra maestra. Esas cosas garpan un montón, es esto de la representatividad. Llevo casi 40 años buscando que me representen, eligiendo. Bueno, me representan estos pibes. Estos pibes no me pidieron ningún voto y me dieron a mí algo que los que me piden el voto no me dan.

"Nos estamos olvidando que a Messi no le dejaron entrar los respiradores que donó en plena pandemia", sentenció Gonzalo Bonadeo (Gustavo Gavotti)

— Cuando llegaron a la Argentina Scaloni y los jugadores no saludaron al ministro del Interior, pasaron de largo. Fue una señal inequívoca: no queremos contacto con el gobierno, no queremos que nos asocien con la política de este gobierno. Tampoco quisieron ir a Casa Rosada dejando incluso de estar en el balcón.

— Sí. Primero me parece que la decisión que importa es la de los jugadores. Segundo es algo sin precedentes. En el 2002, cuando Argentina pierde la final del Mundial de Básquetbol, estaba Duhalde de presidente y solo Pepe Sánchez se negó a ir a verlo. Dijo: no tengo que rendirle pleitesía a una persona que le hace daño al país. A mí no me parece mal que se respete y se valore la investidura presidencial, el tema es cómo viene tratando esa investidura presidencial el mismo presidente, si la investidura presidencial no está siendo dañada por autoridades políticas argentinas. Por qué yo le voy a exigir respeto a la investidura a un grupo de deportistas si a veces la política misma no la respeta.

— ¿Acaso es no tener respeto a la investidura presidencial que los campeones no vayan a Casa Rosada a ver al presidente?

— No, porque es una costumbre mundial. En todos lados. Tampoco es un escándalo cuando jugadores de la NBA decidieron no ir a ver a Trump. A mí no me pareció mal. Es más, creo que salió más barato que haber ido a verlo. Porque si hubieran ido a verlo se hubiera generado un poder de grieta poderoso otra vez en Argentina.

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— Hay algo ahí para analizar y quizás incluso para ponernos contentos. Ellos tomaron esa decisión en un momento en el que mucha gente está desconcertada con la política. Eligen no sacarse foto con Wado de Pedro, no ir a Casa Rosada, no estar con el presidente que la comunicación y el contacto sea con la gente.

— Además cuando a vos te bastardean, cuando a vos te acusan de desclasado… nos estamos olvidando que a Lionel Messi no le dejaron entrar los respiradores que donó en plena pandemia. La ANMAT le dijo que no. ¿Qué querés que responda? ¿Qué querés que haga si en un momento crítico cuando yo quise aportar algo a la gente no pude cumplir por restricciones tuyas? Es difícil. Me da pena porque durante buena parte del Mundial la política supo que no tenía que meterse. Que eso era pianta votos, porque estos pibes representan transversalmente. Es una persona que como jefe de un gobierno no hizo lo suficiente para que tu donación llegara a destino en medio de una pandemia. Entonces ahí digo, ¿sabés qué? Sigan su ruta chicos, tienen toda la razón del mundo. La primera falta de respeto que se le hace a la investidura presidencial en Argentina hoy y desde que yo tengo uso de razón la hacen los mismos funcionarios. Mucho más que cualquier otro ciudadano.

María Laura Santillán en su entrevista a Gonzalo Bonadeo: "Esto le hace sentir a la política que hay un poder superior, el poder del ídolo", señaló el periodista que cubrió el Mundial para TyC Sports (Gustavo Gavotti)

— La decisión de la selección campeona del mundo de no tener contacto con el gobierno ¿puede marcar un camino distinto a futuro en la relación política y fútbol?

— Ojalá, sí. Esto que ha pasado ya sienta un precedente. Le hace sentir a la política que hay un poder que puede ser superior por lo menos coyunturalmente, que es el poder del ídolo, de la gente que moviliza. A mí lo que más me emocionó de los festejos es que nadie me pidió salir a festejar. Nadie le pidió a nadie salir a festejar. Nadie le dijo vení que te paso a buscar.

— Nació.

— Nació porque tenía que nacer, porque estamos necesitando y porque amerita, porque ya había pasado en alguna medida en 2014 y llegamos a la final en Brasil. Porque hay cosas que todavía… ¿saben qué, políticos? Todavía hay movimientos espontáneos en la Argentina. Por suerte es un movimiento a favor de algo.

— Hace mucho tiempo que no había un movimiento tan masivo a favor de algo.

— Así de esta magnitud me acuerdo que se hablaba de un par de millones de personas en los cierres de campaña del radicalismo y del peronismo, en el 83.

María Laura Santillán con Gonzalo Bonadeo

— Extrañamente los gobiernos siguen creyendo que el Mundial tapa de alguna manera los problemas que estamos atravesando. No los tapó, no los tapa y esta vez lo demostró más que nunca.

— Claro, revisa tapas de portales de la semana. Domingo: jugamos la final. Lunes: ganamos. Martes: mirá los festejos. Miércoles: el gobierno se niega a reconocer un fallo de la Corte. Ya está, se terminó el Mundial, no hay más Mundial, estamos de vuelta. Y del otro lado: no puede sesionar la Cámara de Diputados para abrir universidades y no puede sesionar la Legislatura para reducir impuestos. Ya está, la política se encargó de tirar al diablo todo el festejo. Nos volvió a la realidad automáticamente. Yo quiero la política, necesitamos la política, la buena política. Error del funcionario que cree que algo cambia. Nos da un ratito, un veranito, un tiempo de descanso, una relajación, una alegría, pero no nos cambia. El dólar sube 10 pesos en un día y sigue siendo lo mismo, seguimos estando en la misma crisis, el mismo conflicto, la misma irracionalidad. María, sabés lo que es estar en Qatar y que de golpe cambias unos dólares y te entregan un billete que vale 50.000 pesos en Qatar. El billete de máxima denominación de Qatar es de 50.000 pesos nuestros. A ver, no estoy diciendo que Qatar sea mejor que Argentina, estoy diciendo ¿es verdad que tenemos que tener un billete de 1.000 pesos como máximo si no llegás a comprar un kilo de lechuga? Todas esas cosas un Mundial de Fútbol no las va a tapar como no se las tapó en Brasil cuando ganó en 2002 y ganó Lula siendo oposición. Como no las tapó en el 86, un año después Alfonsín tuvo un gran conflicto. No pasó en el 90, finalistas, balcón, Menem, al año tenía que estar Cavallo, estaba todo prendido fuego. Es una simplificación de buena parte de la clase dirigente que cree que un factor externo, etéreo, volátil, va a solucionar los problemas que ellos no son capaces de resolver.

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— Intentemos contar qué es lo bueno que nos deja todo esto que pasó y también qué es lo malo, qué es lo que nos tiene de mal humor, qué es lo que vemos que no cambia.

— Respecto del fútbol pronto nos vamos a dar cuenta cuando volvamos a no poder ir libremente a la cancha. Creo que es un momento histórico para la AFA, para Tapia. La legitimidad que le da Messi desde el afecto que le tiene a Tapia más la victoria deportiva, es un plafón que le sugeriría modestamente a Tapia utilizar para pegarle un viraje fuerte al fútbol doméstico. No hay coherencia ni un hilo conductor entre ser campeón del mundo, el equipo más poderoso del planeta, organizativamente haber trabajado como se trabajó en la estructura interna, y pasar a no tener público visitante en las canchas, a tener treinta equipos en un torneo, a que un diputado pida eliminar los descensos para salvar a un equipo de su ciudad. Y Gimnasia-Boca, los escándalos, los barrabravas mandando. Todo eso se podría empezar a revertir porque soy el presidente de la AFA campeona del mundo y porque me banca ni más ni menos que uno de los mejores de la historia. Entiendo que no es tan fácil, que después volvamos al barro. Pero hay gente muy importante manejando clubes y presentes en la AFA en este tiempo María Laura. Nunca antes hubo tanto factor de poder involucrado en la AFA. Es un momento interesante para demostrar que podemos ser también campeones en el torneo doméstico.

María Laura Santillán con Gonzalo Bonadeo

— ¿Qué dice de la Argentina lo que pasó, fuera del deporte?

— Me parece que hubo una muy buena señal de celebración en paz. De celebración con mucha alegría, casi sin excesos. Casi sin errores. Casi sin cosas desagradables. Eso me pareció muy importante. De parte nuestra, porque… ¿Cuál fue el operativo policial? ¿Cómo podés calcular que va a haber 3 millones de personas en la calle festejando un título en todo el país? No necesitamos coerción ni que nos controlen para poder festejar tranquilos y no hacer macanas. Después, hay un contraste muy nítido entre la capacidad organizativa que tiene un plantel para llevar adelante un título y la incapacidad organizativa para armar un festejo. No tengo dudas que no es fácil armar un festejo después de ganar un Mundial, pero se podría haber hecho algo, intentado algo, y no que sea una hora y media en un bondi que no puede pasar de la Ricchieri y que como no puede circular más nos vamos todos al diablo. Nadie puede imaginar que un tipo se iba a tirar del puente arriba del bondi. ¿Pero no ponés gente de la policía en el puente por dónde iba a pasar? Podría haber habido un tipo con aceite hirviendo como en las invasiones inglesas. O un tipo con un cuchillo, cualquier cosa, y no había nadie controlando los puentes. Tampoco son dos mil los puentes de la Ricchieri. Muchas cosas se podrían haber previsto. Por ahí lo más fácil hubiera sido acotar el festejo geográficamente.

— Lo que estás contando nos da la idea de que podría haber sido una tragedia.

— Desde ya. Como tantas veces. Cuando me hablaban de la celebración, de la idea de ir hasta el Obelisco… ¿Y quién va a controlar que no haya un loco en un edificio haciendo macanas?

— ¿Qué nos dijo que no hubo un loco que agredió a alguien?

— Que la mayoría de nosotros somos buena gente con aciertos y con errores. La enorme mayoría. Después hay tipos que aprovecharon para saquear una casa, tres departamentos en Belgrano. Otro demente rompiendo la vidriera para afanarse una moto delante de la gente. O cosas peores que son los ventajeros, los que te afanan. Me pareció enternecedora la imagen del señor en Lanús subido a un colectivo avisando que tenía un celular que alguien había perdido. Está buenísimo que nos pasen estas cosas. Insisto, somos la enormísima mayoría buena gente. Pero necesitamos alguien que nos ayude a que el que no es buena gente sepa que hay consecuencias. En Argentina no estamos aprendiendo sobre las consecuencias. ¿Dónde están las consecuencias si la mayoría de los crímenes o delitos que se cometen son impunes? No hay consecuencias. Entonces por qué no voy a ir yo a la cancha y voy a arruinar el festejo de todos, me voy a tirar de cabeza arriba del bondi? Imaginate si le quiebra la rodilla a Lautaro Martínez. O si se mata el tipo.

"En la cotidianeidad me encuentro con personas que me cuentan un país que no es en el que vivimos", dice Gonzalo Bonadeo (Gustavo Gavotti)

— No fue una tragedia por casualidad.

— Pero no fue por casualidad. Además por ahí tu hermano está 10 kilómetros más adelante esperando ver lo mismo que vos. No te adueñes de la celebración que es de todos. No es lo que corresponde. Es un momento extraordinario. Celebrémoslo, no lo arruinemos. Y nos cuesta un montón.

— Retomemos ahora cómo está la Argentina.

— Picos de 10 mangos el dólar para arriba. Y las cosas que te cuentan que no pasan. Yo tengo un problema grave María y es que al vivir mucho con el deporte hay un condicionante que tengo que es el resultado. En la política pasa lo contrario, te dicen lo que quieren según lo que les parece. En el deporte no pasa eso. En la cotidianeidad me encuentro con personas que me cuentan un país que no es en el que vivimos. Hay un gran contraste. Y no digo que sea traspolable un éxito del fútbol a la política cotidiana, pero sí por lo menos entender que como decía el general la única verdad es la realidad.

— ¿Cuál es el contraste más fuerte, más importante?

— Para mí el más fuerte de este Mundial claramente es el poder de representatividad que encontramos en los futbolistas y que no encontramos en la clase dirigente. En esto hay excepciones maravillosas. En ningún espacio considero que haya una posición inmaculada de representatividad plena. No lo veo. Veo que en algún lugar siguen hablando su idioma. Bueno, hablando su idioma los futbolistas nos representaron como nosotros queremos que nos representen más allá del título. Porque cortemos la final, cortemos la semifinal, vamos atrás y ya había celebración en la Argentina. Cuando le ganamos a Países Bajos ya estábamos festejando. Cuando le ganamos a Australia estábamos festejando. Eso quiere decir que no éramos campeones del mundo, pero sentíamos que nos daban algo que estábamos necesitando.

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