El otro lado de Juan Pablo Varillas: la importancia de la psicoterapia, el impacto de Roland Garros y amistades elite en el tenis

Juan Pablo Varillas, indudablemente, es un caso de éxito en Perú. Cuando se asomó en el 2016 era un promesa del tenis. Ahora, siete años más tarde, es una realidad hasta consolidarse como la primera raqueta del país ganándose el respeto de cada uno de sus compatriotas y el reconocimiento de otroras figuras como Jaime Yzaga, Pablo Arraya y Luis Horna. Todos ellos coinciden que ‘Juanpi’ tiene todas las condiciones para destacar en las grandes plazas al tiempo que puede darle pelea a los grandes del deporte.

Detrás de cada uno de sus logros no sólo está la perseverancia y el ímpetu, sino también el trabajo a la conducta. Varillas Patiño entendió que para encontrar su punto máximo debía velar por su mente al igual que su cuerpo. De esa manera, dio un paso importante -esos que raramente suelen dar los deportistas- al acudir a un psicólogo. Al entrevistarse con el profesional de la salud comprendió que cuenta con las aptitudes para estar entre los mejores de la actualidad.

Y así es de momento, porque en pleno 2023 atraviesa una racha infernal que lo ha llevado a medirse con estrellas como Novak Djokovic, Lorenzo Musseti, Alexander Zverev y Taylor Fritz en los circuitos de primer orden: Roland Garros (Francia), Australian Open (Australia) y US Open (Estados Unidos). “La psicoterapia me ha ayudado a creer más en mí mismo, sentir que tengo la capacidad de competir acá, sentirme parte de esto”, dijo Juan Pablo Varillas, a finales de agosto del presente año, en diálogo con la revista CLAY. “Ya le he ganado a algunos top 20. No me enfoco en ganar partidos, eso cae por su propio peso. Pienso en dejar todo en la cancha, hacer mi juego, ser agresivo y estar tranquilo. El resto llega por consecuencia”, reconoció.

El buen cuidado de la salud mental fue vital para que ‘Juanpi’ se diera a conocer a nivel mundial al disputar todos los Grand Slams en un año inolvidable: “Es un buen logro. 2023 viene siendo muy positivo para mí y mi carrera. Quizás desde Wimbledon que no he encontrado la regularidad que querría”. Cuando parecía que alguna lesión podría mermar su buen estado de forma, salió adelante en silencio apoyándose en la psicoterapia. “Ahora me siento bien, estoy sano, me siento jugando muy bien. Voy cumpliendo objetivos. Estar en todos los cuatro torneos grandes era una meta que teníamos con mi equipo”, agregó.

La vida de Varillas tuvo un punto inflexión: su participación en el Abierto de Francia. Ahí se instauró como una auténtica revelación al hacerse una camino desde las fases preliminares llevándose por delante al chino Juncheng Shang (N°200), al español Roberto Bautista (N°24) y al polaco Hubert Hurkacz (N°14).

El siguiente reto suponía una fuerza mayor. Porque en octavos de final se plantó frente al mítico Novak Djokovic. En un histórico juego, que tuvo a todos los peruanos despiertos desde las 05:00 horas junto al televisor o el smarthpone, ‘Juanpi’ dio todo de sí contra ‘Nole’. Más allá del esfuerzo desplegado, el peruano cayó sin atenuantes (0-3) marchándose con una sensación agridulce, aunque la misma desapareció cuando el Court Philippe Chartier reconoció su fuerza, coraje y talento.

Al llegar al Perú, Varillas se dio cuenta que ya no era más un desconocido. Ahora sabía que su identidad era la de una estrella y eso, para sorpresa de muchos, lo desacomodó totalmente. “Fue un golpe fuerte, porque no me lo imaginaba. Obviamente sabía, no soy ingenuo, sabía que iba a causar un golpe fuerte en Perú, pero en Perú tampoco es un país tenístico”, mencionó a la revista CLAY.

Fue tanta la presión sentida, que tuvo que recurrir a algunas argucias para alejarse de los focos de atención a fin de pasar tiempo de calidad con los suyos: “A mí no me gusta tanto esa exposición, soy perfil bajo. Algunos medios me preguntaron en qué vuelo llegaba. Les dije otro día, porque quería estar tranquilo en mi casa, con mi familia y mis amigos”. “No iba a estar tanto tiempo en mi casa, así que quería disfrutar. Desde noviembre hasta hoy he estado muy pocos días en Lima”, complementó.

Lo único que quería Juan Pablo -o quizás quiere- es ser una persona más como todas, aunque en el fondo sabe que, de ahora en adelante, eso será prácticamente imposible. “Desde noviembre hasta hoy he estado muy pocos días en Lima. En el aeropuerto ya me pidieron un par de fotos. Y me di cuenta que tuvo más impacto de lo que pensaba. Luego fui a la farmacia a comprar algo y en la calle “Juanpi una foto”. Eran cuatro cuadras nomás. Y luego me pidió el tipo de la farmacia. Y los medios después cuando se enteraron que estaba en Lima, fue demasiado en muy pocos días. Me abrumó”, reflexionó.

De tanto estar de circuito en circuito, la primera raqueta del Perú ha establecido vínculos amicales con varios tenistas de primer orden. “Con los alemanes Hanfann y Altmaier me llevo muy bien. Con Musetti también hay buena onda”, expresó. No obstante, sus mejores lazos provienen del continente americano: “Obviamente con los argentinos y chilenos hay muy buena onda, Con Nicolás Jarry y Tomás Barrios. Más que nada con los latinos”. También reconoció que algunos lo referencian: “En Roland Garros me tocó al lado de Carlos Alcaraz en el vestuario y llegamos a hablar un par de cosas”.

Tampoco descuida el plano económico. Ahora que recibe una cantidad importante de ingresos por participación, tiene planeado invertir en un hogar que le permita vivir tranquilamente. “Estoy viendo de comprar un departamento en Lima. A mí me gustan los números. Mi viejo también me ayuda con eso. Pasé cinco, seis años sin ganar dinero con el tenis”, aseveró.