La licitación de fin de año consolida el giro hacia los instrumentos CER

El Tesoro logró un rollover del 102,01%, cubriendo la totalidad de los vencimientos y mostrando confianza del mercado

Las tasas de los bonos CER con vencimientos entre 2026 y 2027 se ubicaron entre el 6,33% y el 8,14% TIREA, mostrando compresión de rendimientos

La última licitación del año del Ministerio de Economía dejó una señal clara sobre el posicionamiento de los inversores en el tramo final de 2025: por primera vez en el año, los instrumentos ajustados por inflación concentraron más del 50% del monto adjudicado, en un contexto marcado por una elevada demanda estacional de dinero y cierta incertidumbre previa sobre la capacidad de refinanciar los vencimientos.

La Secretaría de Finanzas adjudicó un total de $21,27 billones, sobre ofertas recibidas por $23,37 billones, lo que implicó un rollover del 102,01%. El resultado no solo permitió cubrir la totalidad de los compromisos del período, sino que además mostró una composición distinta a la observada en licitaciones anteriores, con un marcado protagonismo de los bonos CER frente a los instrumentos de tasa fija.

En concreto, los títulos ajustados por inflación captaron cerca de $10,7 billones, equivalentes a aproximadamente el 50% del total adjudicado, concentrados principalmente en dos instrumentos: la LECER con vencimiento en noviembre de 2026 (X30N6), que absorbió $3,14 billones, y el BONCER con vencimiento en junio de 2028 (TZX28), que sumó $3,61 billones. Este último, además, se colocó a una tasa efectiva anual inferior al 9%, con una TIR del 8,88%, marcando un hito para un instrumento CER de mayor duración dentro del menú ofrecido por el Tesoro.

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El resto de los bonos ajustados por inflación también mostró una demanda sostenida, con tasas que se ubicaron entre el 6,33% y el 8,14% TIREA para los vencimientos comprendidos entre 2026 y 2027. En particular, el bono CER con vencimiento en mayo de 2026 redujo su tasa en torno a 100 puntos básicos respecto de licitaciones previas, reforzando la señal de compresión de rendimientos que viene mostrando el mercado en los instrumentos indexados.

En paralelo, las Lecap y Boncap mantuvieron un desempeño consistente, aunque sin concentrar el protagonismo de rondas anteriores. Se adjudicaron en un rango de tasas mensuales efectivas de entre 2,30% y 2,40% TEM, claramente por debajo del rango de 2,49%–2,69% convalidado en la licitación de dos semanas atrás. Esta baja promedio de alrededor de 20 puntos básicos en las tasas de corte consolida la tendencia descendente de los rendimientos nominales en pesos, en línea con un escenario de mayor estabilidad financiera y menor prima exigida por el mercado.

La letra TAMAR, por su parte, logró una adjudicación relevante de $2,54 billones, con un margen del 4,43%, mientras que los instrumentos dollar-linked volvieron a mostrar una participación marginal: apenas $0,05 billones adjudicados al 2,72%, confirmando el escaso apetito por cobertura cambiaria en el corto plazo dentro del esquema actual.

Más allá de los montos y tasas, la licitación dejó otras señales relevantes desde el punto de vista financiero. La vida promedio ponderada del conjunto de instrumentos emitidos se ubicó en 1,2 años, duplicando el promedio de 0,6 años registrado en las últimas tres licitaciones. Este dato refleja una mayor disposición del mercado a extender duration, incluso en un contexto de elevada estacionalidad de demanda de liquidez típica del cierre de año.

En ese sentido, el resultado cobra mayor relevancia si se considera que la licitación se desarrolló en un escenario donde el mercado observaba con cautela la capacidad del Tesoro para refinanciar la totalidad de los vencimientos. El rollover superior al 100%, combinado con la baja de tasas y el fuerte apetito por instrumentos CER, refuerza la percepción de una mayor confianza en la continuidad del proceso de estabilización macroeconómica y en la estrategia de financiamiento en pesos del Gobierno.

En síntesis, la licitación no solo cerró el año con un resultado sólido desde el punto de vista cuantitativo, sino que también dejó una señal cualitativa relevante: los inversores comienzan a privilegiar nuevamente la cobertura inflacionaria, incluso a plazos más largos, en un contexto de tasas reales positivas, rendimientos en descenso y una curva que empieza a normalizarse gradualmente.

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