La irónica paradoja feminista en Irán y Arabia Saudita

Bryan Acuña

Guardar

Nuevo

infobae

En la República Islámica de Irán prima una irónica paradoja en los derechos de la mujer. El 13 de marzo en la ONU designaron a los iraníes como jueces de aquellos que violan los derechos de la mujer. La candidatura fue impulsada por Geraldine Byrne Nason, de Irlanda, quien funge como presidenta de la Comisión de la ONU sobre el Estatus de la Mujer y la acción fue altamente criticada.

Por otra parte, en Irán, a mediados de marzo también se dio el anuncio de una condena contra la abogada Nasrin Sotoudeh por considerar que conspiraba contra la seguridad nacional. Por este hecho, la mujer fue sentenciada a 38 años de prisión y 148 latigazos.

A pesar de lo incongruente de este comportamiento, el régimen ofrece una imagen de que la Revolución Islámica, que cumplió 40 años de vigencia, ha dado a las mujeres un empoderamiento y respeto a su figura. Para esto han hecho uso de los canales de propaganda, incluyendo una reconocida cadena iraní de noticias que durante el 2018 realizó varios programas de TV donde presentaban las "maravillas" de este sistema altamente conservador, en el que, por ejemplo, existe una "policía de la moral" que controla algo tan básico como el uso adecuado de la hiyab islámica.

La perspectiva conservadora del país se contrapone en ocasiones contra el hecho de que la mayoría de la población es laica y la religión es un elemento accesorio, pero para los efectos gubernamentales, el dominio de los ayatolas cubre absolutamente todos los aspectos importantes del Estado.

Mientras tanto, en el Reino de Arabia Saudita pareciera ser el "país de los hombres solos". Absurdamente, el 19 de abril de 2017 el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas decidió elegir en un proceso de votación secreta a 13 miembros para un mandato de cuatro años que arrancó en el 2018 y entre los designados, aparte de Arabia Saudita, se suman países como Argelia, la República Democrática del Congo, Ghana, Kenia, Irak, Haití, Nicaragua, entre otros, los cuales no son paraísos de respeto a los derechos humanos y mucho menos a lo relacionado con derechos de las mujeres.

Para las mujeres sauditas, uno de los elementos que las discrimina es debido a las leyes de tutela que les obliga a tener permiso de un "tutor masculino" para tomar decisiones legales, así como una serie de restricciones de contacto entre hombres y mujeres que les resta posibilidades de participación en actividades públicas, y hasta hace un tiempo se levantó la prohibición de conducción para las mujeres, lo cual ha permitido que sean más productivas y aporten en la economía de sus núcleos familiares.

Los flagelos asociados con restricciones de carácter religioso relacionados con la vestimenta y las acusaciones por deshonras o adulterio también generan que haya claras violaciones de procedimiento legal para las mujeres sauditas, además de que los castigos son más severos en mujeres que en hombres.

En este país con alto grado de integrismo en sus políticas internas, pese a ser aliado estratégico de varios países occidentales, su nivel de irrespeto a los derechos humanos haría sonrojar a los conservadores del ala más dura de este lado del planeta, y las críticas que se aplican regularmente se dan con guante blanco para no "ofender" su modo de vida y cultura, que dista de tener cercanía de algún modo con la forma de comportarse de los países con ideas liberales y de entender el valor de los principios morales que dicen ahora defender en los foros internacionales.

En términos generales, en Arabia Saudita las mujeres son enviadas a un estrato bajo de importancia, por lo que la apertura actual en la sociedad saudita tiene un criterio de funcionalidad de cara a la agenda general de los Emiratos Árabes Unidos para el 2030 y donde el gobierno de Riad es parte. Ante la necesidad de diversificar la economía, se ha elegido la inclusión femenina en el sistema y así apalear los efectos de una clara dependencia estratégica de hace décadas, por lo que deben optar por ser más laxos con algunas normas impuestas por los ultraconservadores, y al mismo tiempo facilitarles a estos elementos de compensación para que dejen actuar de conformidad con las necesidades inmediatas del Reino.

No son los únicos países con este comportamiento contra las mujeres en Medio Oriente, pero está claro que la paradoja de su involucramiento en foros y organismos que velan por los derechos de las mujeres rayan en el irrespeto de aquellos que luchan a diario por la promoción de la defensa femenina en el mundo.

El autor es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio.

Guardar

Nuevo