El deportista en el centro, más allá del resultado final

Sebastián Blasco

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Nota escrita en colaboración con Magalí Almada

La actividad física y el deporte son elementos favorecedores de la promoción de los seres humanos. No sólo forman parte de su cultura, sino también constituyen una de las pertenencias más estables en el devenir de la vida de una persona. Sin embargo, se ha generado una distorsión de su valor y, muchas veces, los deportistas llegan a ser considerados como máquinas.

En la actualidad, existen muchos intereses en torno al deporte, los clubes, los entrenadores, los sponsors, la familia, la reputación y la ambición de ir siempre por más; promoviéndose resultados rápidos, retribuciones económicas y motivaciones externas como la fama y el reconocimiento. Ganar se ha convertido en el único objetivo posible, donde se ha hecho un culto al individualismo. Hay poco tiempo y escaso lugar para indagar sobre la persona detrás del deportista.

No se trata de juzgar si está bien o mal, sino de simplemente preguntarse, como formadores y profesionales del deporte, ¿ponemos al deportista en el centro de la escena y buscamos lo mejor para él? ¿Pensamos en el proceso que lo llevó a estar en el lugar que ocupa? ¿Valoramos al deportista por todo su esfuerzo durante este largo recorrido o simplemente por el resultado que arroja el marcador?

La búsqueda desenfrenada por obtener resultados, junto con el crecimiento de la carga de entrenamiento y su perfeccionamiento, da lugar a la intervención de otras disciplinas que comienzan a vincularse con el deporte para optimizar su desempeño. Aparecen aquí las especializaciones como la medicina deportiva, la psicología, el marketing, el derecho, la filosofía, entre otras tantas. Estas ciencias intentan responder a todas las implicancias que conlleva la práctica deportiva, pero he aquí uno de los conflictos que enfrentamos, día a día, los profesionales del deporte: ¿Podemos hablar de un trabajo interdisciplinario?

La gran mayoría de las veces cada especialidad realiza su propio enfoque, independiente el uno del otro. No se comparte el saber y no hay un nexo que unifique criterios. La multidisciplina es un proceso mediante el cual varias disciplinas coinciden para cumplir un determinado objetivo. Aun así, la convergencia no implica un diálogo o una interacción entre las partes, ya que cada una se dedicará al estudio del objeto en común desde su marco.

El hombre es unidad antropológica donde coexiste la dimensión corporal, mental y espiritual. No podemos reducirlo a los planos de la biología y de la psicología, ya que se formarán imágenes distorsionadas e inconclusas. Debemos abordarlo desde su totalidad y buscando su integración, en pos de lograr la formación de buenos deportistas, no sólo de aquellos de elite, sino también de alto, mediano y bajo rendimiento.

Para tal fin, la clave radica en llevar adelante un trabajo interdisciplinario, relacionado con el hecho de unificar criterios, tejiendo una red conceptual desde la cual se intentará abordar al deporte. De esta manera, se compone un nuevo marco conceptual que nace a partir de los aportes propios y significativos de cada especialidad. No obstante, es necesario detenerse a pensar en todo lo que necesita un deportista para llegar a cada instancia de competición. Más allá del trabajo realizado por los profesionales y los formadores, existen muchos factores que inciden en ello.

En primera instancia: él como persona, que puede o no ser feliz con lo que hace, que puede o no tener ganas de entrenar, o que simplemente puede desear tener tiempo para divertirse, salir y estar con los amigos. La familia es otro factor de importancia, porque muchas veces apoya pero otras tantas ejerce presión hasta llegar a un punto límite. En ambos casos, el deportista puede sufrir lesiones sin una causa aparente que las justifique o trabas psicológicas que le impidan seguir avanzando.

Al mismo tiempo: el estudio. A veces la primaria, la secundaria o la facultad están en juego. Muchos estudian a distancia y rinden de manera virtual o presencial las materias para poder avanzar y, si bien este sistema les permite formarse, les quita la posibilidad de sociabilización. En muchos casos, especialmente en los deportes individuales, el aislamiento es cada vez mayor.

Los entrenadores y los clubes también son factores de presión porque exigen cada vez más: desde doble entrenamiento o dos partidos diarios hasta competencias fuera de los días establecidos. Tampoco existe un descanso planificado como parte del entrenamiento.

En necesario poner al deportista en el centro de la escena y observar cada uno de los factores que influyen en él. Sólo de ese modo es posible encontrar profesionales adecuados para cubrir cada uno de los aspectos que lo rodean.

Los profesionales y los formadores no debemos olvidarnos de nuestra misión, otro gran riesgo que se nos presenta en el mundo deportivo, ya que muchas veces estamos más preocupados por nuestra intervención que por la persona que está enfrente. Intentamos deslumbrar e imponer nuestras ideas y puntos de vista. Discutimos sin recordar por qué, para qué y para quién estamos allí.

El trabajo con y desde los valores ha sido postergado, desplazado; no es tenido en cuenta por parte de los formadores de deportistas. Por tal motivo, es de extrema importancia trabajar interdisciplinariamente en este punto. Ver al deportista desde todas las especialidades citadas, formándolo en valores y principios. A través de la ética, la comunicación y haciendo hincapié en la psicoprofilaxis.

Desde esta perspectiva, no sólo se trata de buscar la realización del gesto técnico óptimo, la supremacía física, la mecanización de los movimientos y la concentración plena, sino también de apreciar el valor del deporte para el desarrollo integral de la persona; de resaltarlo como un recurso valioso al servicio del desarrollo humano.

Existe un único objetivo: cuidar al deportista en todos los aspectos posibles. Esto implica disminuir considerablemente las lesiones deportivas, tanto físicas como psicológicas, pero, sobre todo, formar personas íntegras, seguras de sí mismas y de su entorno. Todo esto les permitirá desplegar su mayor esfuerzo para alcanzar el mejor resultado posible.

Sebastián Blasco es profesor de Psicología de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

Magalí Almada es profesora y médica especialista en Deporte del Hospital Universitario Austral.

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