La demanda mundial de gas natural licuado (GNL) podría experimentar un salto histórico hacia 2035. Según estimaciones presentadas en el Foro de Doha por el ministro de Energía de Catar, el consumo global requerirá entre 600 y 700 millones de toneladas anuales, un volumen muy por encima de las actuales 400 millones.
La brecha adicional —entre 200 y 300 millones de toneladas— será resultado directo del crecimiento energético que exige la inteligencia artificial, un sector que necesita provisión eléctrica continua y estable en todos los países donde se despliega.
El fenómeno no solo modifica el equilibrio energético, sino que también redefine la logística global del GNL, que deberá ampliar flotas de buques metaneros, aumentar la capacidad de licuefacción, reforzar terminales portuarias y acelerar inversiones en almacenamiento y regasificación. Para los productores tradicionales, el desafío es sostener un ritmo suficiente de proyectos; para los países que aún desarrollan su infraestructura exportadora, es una oportunidad inédita para insertarse en un mercado internacional con fuerte déficit proyectado.
Reordenamientos comerciales y una demanda que impulsa nuevos orígenes
La expansión prevista del consumo de GNL está llevando a múltiples mercados a asegurar contratos de largo plazo para garantizar abastecimiento energético en un contexto de oferta ajustada. Este reacomodamiento abre espacio para que nuevos exportadores consoliden posiciones, especialmente aquellos con reservas abundantes, acceso a la costa y proyectos de licuefacción modular o flotante capaces de acelerar la salida al mercado.
En este escenario, Argentina comienza a perfilar un rol distinto dentro del comercio exterior energético. Con un desarrollo creciente en sus cuencas productivas y una mejora progresiva en su infraestructura de transporte, el país ya proyecta sus primeros volúmenes sostenidos de exportación de GNL hacia fines de esta década. Los compromisos preliminares de suministro a destinos europeos indican que la demanda internacional busca diversificar orígenes y abrir nuevos corredores logísticos desde el hemisferio sur.
El esquema argentino prevé la instalación de unidades flotantes de licuefacción en la costa patagónica, capaces de producir varios millones de toneladas anuales. Los envíos, ya planificados para contratos multianuales, permitirán embarcar GNL directamente desde el Atlántico Sur hacia rutas de Europa y Asia, reduciendo intermediaciones y habilitando una logística marítima más directa.
Infraestructura en expansión y una oportunidad de inserción para el país
El avance del mercado global coincide con un momento clave para la infraestructura energética argentina. Las obras que amplían la capacidad de transporte desde las zonas productivas hacia el sur —incluyendo tramos troncales, plantas compresoras y mejoras de evacuación— permiten proyectar un flujo creciente de gas hacia los puntos donde operarán las unidades de licuefacción.
Paralelamente, se están adecuando muelles y accesos portuarios para maniobras de buques de gran porte, lo que habilitará operaciones de carga de GNL bajo estándares internacionales de seguridad y calidad. Estas mejoras logísticas consolidan la posibilidad de que Argentina ingrese al mercado mundial en un momento en que la oferta adicional es crítica para evitar tensiones de precios y garantizar abastecimiento.
Con un crecimiento global impulsado por la IA y un déficit proyectado que demandará nuevos proveedores, la combinación de recursos, infraestructura y acceso marítimo convierte al país en un potencial aportante estructural del equilibrio energético futuro. La década que viene será decisiva para posicionarlo como un actor emergente del comercio exterior de GNL, en un mercado donde la ventana de oportunidad ya está abierta.