El higo (Ficus carica) es una fruta que, además de ser deliciosa y altamente nutritiva, cuenta con numerosas propiedades curativas que han sido aprovechadas por la medicina tradicional desde tiempos antiguos. Lo que muchos desconocen es que no solo el fruto tiene beneficios para la salud, sino también sus hojas, semillas e incluso la savia de la planta.
Esta fruta, cultivada desde la antigüedad en regiones mediterráneas y de climas templados, es considerada un alimento funcional, es decir, que además de nutrir, puede ayudar a prevenir o tratar diversas dolencias.
Una de las propiedades más conocidas del higo es su efecto digestivo. Gracias a su alto contenido en fibra soluble e insoluble, actúa como un laxante natural suave que favorece el tránsito intestinal y ayuda a prevenir el estreñimiento.
Además, contiene ficina, una enzima que mejora la descomposición de los alimentos en el estómago, facilitando así una digestión más eficiente. Estas cualidades lo convierten en un alimento ideal para personas con digestiones lentas o problemas gastrointestinales.
También se ha valorado su efecto antiinflamatorio. Tanto el fruto como el látex que emana de la planta poseen esta propiedad, siendo utilizados tradicionalmente para tratar inflamaciones cutáneas, forúnculos, verrugas y dolores articulares. Su aplicación puede ser tanto tópica como interna, dependiendo del malestar a tratar.
Otro de los grandes beneficios del higo es su riqueza en antioxidantes. Contiene flavonoides, polifenoles y antocianinas, compuestos que protegen a las células del daño oxidativo, combatiendo el envejecimiento prematuro y reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer, enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas como el Alzheimer.
A nivel cardiovascular, el higo también tiene un papel importante. Su contenido en fibra y antioxidantes ayuda a reducir el colesterol malo (LDL), favoreciendo una mejor salud del corazón y manteniendo limpias las arterias.
A pesar de ser una fruta dulce, su índice glucémico es moderado y su fibra ayuda a regular la absorción del azúcar en sangre. Además, las hojas del higo tienen un efecto hipoglucemiante, por lo que se utilizan como complemento natural en el tratamiento de la diabetes tipo 2.
El higo también es una fuente natural de minerales esenciales como calcio, magnesio, potasio, fósforo e hierro. Esto lo convierte en un alimento remineralizante que ayuda a fortalecer los huesos, prevenir la osteoporosis y tratar casos leves de anemia.
Su aporte en vitamina C, zinc y antioxidantes fortalece el sistema inmunológico, aumentando las defensas naturales del cuerpo frente a infecciones y enfermedades virales o bacterianas.
Por último, el higo contiene triptófano, un aminoácido que favorece la producción de serotonina y melatonina, sustancias clave para mejorar el estado de ánimo, reducir la ansiedad y promover un sueño reparador. Puede consumirse fresco o seco, en infusión de hojas, cataplasmas con la pulpa, o incluso aplicar con precaución el látex sobre la piel para tratar verrugas.
Aunque es un fruto seguro para la mayoría de las personas, se recomienda precaución con el látex, que puede ser irritante, y con el consumo de higos secos en personas con diabetes, debido a su alta concentración de azúcares naturales. Las hojas también pueden causar sensibilidad al sol si se manipulan sin protección.
En resumen, el higo no solo es un manjar dulce y versátil en la cocina, sino también una joya natural de gran valor terapéutico para el cuerpo y la mente.