Las nuevas formas del streaming y cómo hemos perdido la capacidad de sorpresa

OPINIÓN | De un tiempo a esta parte, las series que vemos empezaron a revelar todo antes de tiempo, cambiando la forma en la que nos relacionamos con ellas.

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El popular cazarrecompensas deberá viajar a Mandalore para redimir sus transgresiones pasadas con su compañero Grogu, con la ayuda de su compañera mandaloriana Bo-Katan Kryze.

En el final del primer episodio de The Mandalorian, el protagonista se aproxima lentamente hacia el objetivo de su misión, aquel por el que prometieron pagarle tantos créditos galácticos como pudiera soñar. Al acercarse, vemos que en realidad no se trata de un botín ni de un artefacto invaluable sino de una criatura. El gesto del cazarrecompenzas, entonces, se convierte en una escena tan icónica como el universo al que pertenece.

La revelación de Grogu (en ese momento bautizado como “Baby Yoda” por el público) fue quizás la última gran sorpresa que tenían reservada para nosotros las series de streaming. Disney sacrificó incluso las ventas de Navidad de muñecos del personaje -uno de los pilares en la producción y distribución de la saga de Star Wars- para mantener el secreto de su existencia, al punto de que durante un par de temporadas más la trama se sostuvo sobre el misterio de su procedencia e incluso, de su nombre.

WandaVision es una mezcla de la televisión clásica y el Universo Cinematográfico de Marvel en la que Wanda Maximoff y Vision, dos seres superpoderosos que viven vidas suburbanas idealizadas, comienzan a sospechar que nada es lo que parece.

Casi cuatro años después, apenas podemos pensar en algún ejemplo de serie que haya apostado por el suspenso de una incógnita a largo plazo o siquiera por la sorpresa de revelar algo en su emisión y no en sus incontables adelantos. Quizás los exponentes más favorecidos en este aspecto hayan sido WandaVision (2020), la primera serie de Marvel Studios que jugaba con la falta de información del espectador o la cuarta temporada de Stranger Things, que estrenó con un formato inédito para Netflix, dejando un interesante cliffhanger entre sus dos partes y sin revelar previamente la existencia del villano principal.

Pero esas serían las excepciones a la regla. En general, el culto a lo instantáneo y la ansiedad por devorar el “contenido” antes que nadie, hizo que se pierda el factor sorpresa en la mayoría de las series. Por un lado, el efecto maratón contribuyó bastante a esa cultura. El estreno de temporadas completas se volvió la regla con la aparición de más y más plataformas de streaming e impuso un modelo de consumo inmediato en el que el espectador, a riesgo de sufrir un spoiler en redes sociales, tiene que ponerse al día urgente.

Han pasado ocho meses desde La Batalla de Starcourt, que trajo terror y destrucción a Hawkins. Nuestro grupo de amigos se separa por primera vez, y las complejidades de la escuela no han facilitado las cosas. En este momento más vulnerable, surge una nueva y horrible amenaza sobrenatural que presenta un espantoso misterio que, si se resuelve, podría poner fin a los horrores del Upside Down.

Si bien en un principio este modelo parecía funcionar e incluso contribuía al efecto boca en boca -como en el caso de la mencionada Stranger Things-, con el tiempo y la proliferación de las plataformas de streaming fue quedando en evidencia que no había seriéfilo capaz de consumir el volumen apabullante de oferta que salía semana a semana. Y que los riesgos de comerse un spoiler o quedar a destiempo de la charla en redes sociales o con conocidos eran mucho mayores que los beneficios de terminar una serie de una sola sentada el fin de semana.

El agotamiento de este modelo llevó a que en el último tiempo, al no ver inmediatamente los resultados esperados en el volumen de espectadores, muchas series de streaming -una cantidad alarmante, realmente- fueran canceladas a poco de estrenarse simultáneamente todos los episodios de la primera temporada. El caso más claro fue el de 1899 de Netflix (producción de los mismos creadores de Dark) que se hubiera beneficiado muchísimo de un formato semanal, manteniendo el suspenso y la conversación entre un episodio y el siguiente.

Una odisea visualmente impactante donde nada es lo que parece. Los creadores de la serie "Dark", aclamada internacionalmente, nos trasladan al año "1899" a bordo del Kerberos, donde lo que se pierde se encuentra.

De hecho, una de las pocas productoras que mantiene ese formato, ubicándose año tras año entre lo más visto y comentado, sigue siendo HBO. No solo por su indiscutible calidad de producción en la mayoría de sus títulos sino también por una dosificación muy inteligente de la información que mantiene al espectador enganchado y comentando la serie semana a semana. Sin embargo, junto con el anuncio de su transformación en Max parece haber llegado un cambio en las reglas del juego.

Uno de los ejemplos más recientes sobre revelaciones anticipadas y “filtraciones” -que no son tales sino estrategias calculadas de marketing- es el de And Just Like That…, la serie heredera de la famosa Sex and the City. El regreso de Samantha Jones (Kim Catrall), al final de la segunda temporada cuando todavía no se había estrenado, fue incluso más comentado que las historias de cualquiera de sus protagonistas. Y lo mismo pasó con otro personaje de la serie original, uno de los intereses románticos de Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) que vuelve casi a pedido de los fans.

Tráiler de la segunda temporada de 'And Just Like That...' Sección: América

Es innegable que el fan service juega un rol clave en estas decisiones que responden más a un modelo de negocio que a la creatividad de sus autores. Algo parecido sucedió con los títulos de Marvel que no solo comenzaron a revelar (o filtrar) una cantidad absurda de cameos, guiños y giros de la trama en anticipación a su estreno sino que además los estrenaron uno tras otro casi sin respiro. Lo mismo ocurrió con las series de Star Wars, echando un poco por tierra la excelente construcción que había cimentado The Mandalorian.

No ver trailers ni leer nada previo al estreno de una serie se convirtió en una estrategia común para tratar de evitar la frustración de enterarse de todo antes de tiempo. Pero incluso así, muchas veces el factor sorpresa parece ausente porque se redujo considerablemente el riesgo en las decisiones creativas, aunque ese ya es otro tema. Muertes que no son tales, patrones repetitivos y giros predecibles se volvieron moneda corriente en series que parecen calcadas una de la otra, especialmente dentro del mismo universo compartido.

El lugar para la creatividad y la sorpresa es cada vez menor, en favor de la previsibilidad y seguridad que necesitan los ejecutivos para dar luz verde a un nuevo proyecto. Requiere de un esfuerzo extra o un coraje especial apostar por producciones que se salgan de la fórmula o que desafíen al espectador, en una época en que para evitar cualquier riesgo innecesario todo parece hipercalculado por algoritmos. Pero como público consumidor, estamos agradecidos cada vez que aparece una de esas series que rompen con el esquema y nos regalan una experiencia distinta.

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