Pasión, tradición, opulencia, arte y hasta sacrificio: cinco libros en los que la comida es mucho más que comida

La gastronomía se ha cruzado con la literatura para representar las emociones más humanas. Aquí, cinco ejemplos para pensar, sentir y tener ganas de comer

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Las delicias cobran otro valor en los libros. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Las delicias cobran otro valor en los libros. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La literatura y la gastronomía han encontrado a través de los años un punto de encuentro que, más allá de describir sabores y texturas, revela culturas, historias personales y transformaciones sociales. Aquí presentamos cinco libros en los que la comida no solo es un elemento fundamental, sino también un personaje que da forma a la narrativa y profundiza en la experiencia humana.

Como agua para chocolate

El libro de Laura Esquivel se ha convertido en un referente de la literatura donde la comida posee un rol protagónico. Este libro narra la historia de Tita, quien, atrapada en las tradiciones familiares, expresa sus sentimientos a través de la cocina. La elección de este texto se fundamenta en la manera singular en que Esquivel utiliza los platillos para representar pasiones, tradiciones y revoluciones, entrelazando lo gastronómico con lo mágico y lo histórico.

Cada capítulo del libro se inicia con una receta, y a través de estas preparaciones culinarias, se desentrañan los acontecimientos de la vida de Tita, sus alegrías, sus penas y sus pasiones. La comida aquí se transforma en un lenguaje propio, capaz de transmitir mensajes y emociones que de otro modo permanecerían ocultos. Por ejemplo, cuando Tita prepara el pastel de bodas para la boda de Pedro y su hermana Rosaura, su tristeza y lágrimas se mezclan con los ingredientes, provocando que todos los invitados que prueban el pastel experimenten una profunda melancolía y añoranza por amores perdidos.

Como agua para chocolate, la cocina mexicana.
Como agua para chocolate, la cocina mexicana.

Además, la comida en esta obra simboliza la tradición y la conexión con el pasado. Tita aprende a cocinar de la mano de Nacha, la cocinera de la familia, y a través de ella, se transmite el legado culinario de generaciones anteriores. Este aspecto resalta cómo la cocina y las recetas familiares actúan como un vínculo tangible con la historia y las raíces de uno, conservando la memoria y la esencia de quienes nos precedieron.

Como agua para chocolate gira en torno a la cocina tradicional mexicana, destacando platos como el mole, las codornices en pétalos de rosas y el pastel Chabela, entre otros. La preparación de estos alimentos se entrelaza con los rituales y las tradiciones familiares, siendo un vehículo para la expresión de los sentimientos reprimidos de la protagonista.

El festín de Babette

El libro de Isak Dinesen (pseudónimo de Karen Blixen) cuenta la historia de Babette, una refugiada francesa que llega a una pequeña comunidad en Noruega, donde decide preparar una cena opulenta para agradecer a las personas que la acogieron. La comida aquí se convierte en una forma de arte capaz de transformar y sanar, resaltando el poder unificador y trascendental de una experiencia culinaria compartida. La meticulosa descripción de los platos y la forma en que estos cambian la dinámica entre los personajes justifican su inclusión en esta lista.

Concretamente, se habla de platos como “Cailles en Sarcophage” (codornices en sarcófago), sopa de tortuga y una selección de vinos y quesos franceses, mostrando cómo la alta gastronomía francesa influye y transforma a una austera comunidad noruega.

El festin de Babette.
El festin de Babette.

Además, la elección de Babette de gastar todo su dinero en una sola noche de opulencia culinaria resalta el concepto del arte por el arte, la idea de que el verdadero arte nace del deseo de crear belleza y compartir esa visión con los demás, sin esperar nada a cambio. La cena refleja esta noción de generosidad sin límites y la capacidad del arte, en este caso, la cocina, para inspirar y transformar.

En conclusión, la comida en El festín de Babette es mucho más que un conjunto de platos exquisitos; es el vehículo a través del cual Dinesen explora la naturaleza del sacrificio, el arte y la comunión. La novela propone que la creatividad y la bondad pueden revelar lo divino en lo mundano y que, a través del acto compartido de comer, la humanidad puede encontrar una conexión más profunda y significativa.

Heartburn

La novela de Nora Ephron (Estados Unidos, 19 de mayo de 1941 – 26 de junio de 2012) fue publicada en 1983. Este libro, protagonizado y narrado por Rachel Samstat, una escritora de libros de cocina embarazada que descubre la infidelidad de su marido, no solo ofrece un retrato agudo y humorístico de las desventuras matrimoniales y personales, sino que también entremezcla recetas y discusiones sobre comida a lo largo de la narración.

La comida aquí funciona como un consuelo para el personaje principal y como un punto de conexión emocional con el lector, incluyendo recetas como el famoso pastel de papas de la protagonista y otros platillos que reflejan su vida en Nueva York y Washington.

Heartburn. El difícil arte de amar.
Heartburn. El difícil arte de amar.

La narración de recetas y la inclusión de momentos culinarios permiten a los lectores conectar con Rachel de una manera profundamente personal e íntima. La comida se convierte en una forma de comunicación indirecta, revelando aspectos de su carácter y su estado emocional sin necesidad de diálogos explícitos o descripciones psicológicas. Este aspecto es especialmente notable en escenas donde Rachel recurre a la preparación de platos como una forma de meditación o terapia, encontrando consuelo y una forma de mantenerse anclada ante la traición y las dificultades.

La elegancia del erizo

Este libro de Muriel Barbery (Francia, 28 de mayo de 1969) se publicó en 2006. Aunque la comida no es el tema central de la novela, juega un papel crucial en el desarrollo de los personajes y la trama.

El personaje de Renée Michel, una conserje autodidacta y amante de la literatura y el arte, quien en apariencia cumple con el estereotipo de una trabajadora de bajo rango social sin interés por las refinadas manifestaciones culturales, es central en este aspecto. Renée disfruta secretamente de la gastronomía como una forma de arte, preparando y consumiendo platos que reflejan su aprecio por la cultura japonesa, por ejemplo. Estos momentos gastronómicos son ventanas a la rica vida interior de Renée, contrastando fuertemente con la imagen que ella proyecta hacia el exterior y con la que los demás esperan de su posición social.

La elegancia del erizo
La elegancia del erizo

Por otro lado, Paloma, una joven inteligente y profundamente observadora, utiliza sus reflexiones sobre la comida para criticar y cuestionar las pretensiones y superficialidades de la sociedad contemporánea, incluida su familia. La comida, para Paloma, es un medio para explorar sus pensamientos sobre la autenticidad y la búsqueda de la belleza en aspectos de la vida que a menudo se pasan por alto o se subestiman.

Desde chocolates finos hasta comidas japonesas, la autora utiliza la comida como símbolo de belleza y arte en la cotidianidad, mostrando cómo la gastronomía puede ser un refugio y una forma de resistencia contra la banalidad de la existencia.

La comida también actúa como un catalizador en el desarrollo de la relación entre Renée y uno de los nuevos habitantes del edificio, el señor Ozu. La afinidad entre ellos se manifiesta inicialmente en su mutuo aprecio por la comida japonesa, estableciendo un terreno común que trasciende las barreras sociales y culturales. Este encuentro culinario inaugura una profunda conexión entre los personajes, demostrando cómo los placeres compartidos en torno a la comida pueden ser puentes entre mundos aparentemente distintos y distantes.

En La elegancia del erizo, la comida se revela no solo como un elemento de placer y disfrute personal sino también como un medio para la comunicación y la comprensión mutua, desempeñando un papel crucial en la revelación de las complejidades de la vida y las relaciones humanas. La habilidad de Barbery para entrelazar estos temas a través de la comida eleva los actos de cocinar y comer a actos de resistencia y afirmación de la identidad y la dignidad humanas.

En conclusión

Cada uno de estos libros resalta un aspecto único de cómo la comida puede influir en nuestras vidas, ya sea como expresión de cultura, medio de transformación personal, arte, pasión o simplemente, como una vía para encontrar la felicidad. La gastronomía, en estas obras, trasciende su papel alimenticio para convertirse en un lenguaje universal lleno de emociones, historias y descubrimientos.