Educación sexual en masculino: qué hacer con “esa sensación de pedir perdón por ser varón”

Leandro Cahn habla sobre “De chicos a hombres”, donde se vuelve a pensar la ESI. Valora sus avances, destaca sus beneficios y piensa en las complejidades que enfrentan las nuevas generaciones.

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"De chicos a hombres": el libro de educación sexual masculina de Leandro Cahn y el equipo de Fundación Huésped.
"De chicos a hombres": el libro de educación sexual masculina de Leandro Cahn y el equipo de Fundación Huésped.

¿De qué manera nuestra percepción sobre los géneros construye la realidad? En De chicos a hombres, el nuevo libro de Leandro Cahn, Mar Lucas, Cecilia Valeriano y Marcelo Gutiérrez -editado por Siglo XXI-, hay un experimento social que la Universidad de Stanford hizo con hispanohablantes y alemanes. A los dos se les pidió que describieran un puente: los primeros destacaron que era fuerte, grande, peligroso; los otros, que era elegante y frágil. Luego se les pidió que hablaran de una llave: los latinos la veían pequeña y brillante; los alemanes, útil e irrompible. En español, “puente” es una palabra masculina y “llave” es femenina. En alemán sucede lo contrario.

La ley de Educación Sexual Integral se sancionó hace 17 años y desde entonces se han producido cambios profundos, que no solo tienen que ver con el espacio que han ganado las mujeres y las minorías, sino también con el nuevo papel de los varones. “Lo que veíamos desde Fundación Huésped”, dice Leandro Cahn en diálogo con Infobae Leamos, “es que el avance del movimiento feminista —muy saludable y al que, por supuesto, acompañamos— de algún modo arrinconó a los varones en un lugar donde no se sentían escuchados, donde no encontraban espacios para expresarse”.

En este sentido, De chicos a hombres viene a sumarse al libro anterior que los cuatro autores habían escrito en 2020. Si aquel tenía como subtítulo Guía básica para trabajar en la escuela y en la familia, el nuevo dice Guía de Educación Sexual Integral para trabajar con los varones en la escuela y en la familia. El libro incluye un glosario que busca explicar términos como “sexo biológico”, “orientación sexual”, “normalidad”, “masculinidades”, etc., pero también habla de mandatos, consentimiento, escraches.

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“A veces”, dice Cahn, “se tiene la sensación de que los feminismos buscan invertir el desequilibrio histórico entre los géneros, y, como el género masculino predominaba sobre el femenino, ahora se busca que los femeninos predominen sobre los masculinos. Y eso no es el femenino”.

En temas como ESI, se vuelve imperioso explicitar ciertas condiciones de producción y recepción. Esta es una entrevista que un hombre le hace a otro hombre. Por mucha apertura que ambos pretendamos tener, necesariamente van a filtrarse sesgos, prejuicios, ideas previas. “En el libro”, dice Cahn, “pusimos el diálogo entre una mujer afroamericana y una mujer blanca: ‘Usted se ve en el espejo y ve a una mujer; yo veo a una mujer negra’”.

¿Por qué es importante que la ESI involucre a los varones?

—La sensación es cómo habilitamos otras formas de ser varón, que no tienen que ver solamente con la orientación sexual. Porque eso también es una salida fácil. Y lo tratamos mucho en los casos que recibimos y acompañamos de distinta manera en Fundación Huésped, que tienen que ver con los mandatos, con el consentimiento, con el fútbol, que es un espacio de socialización históricamente tan importante para los varones. Yo soy un fanático del fútbol. El libro se lo dedico a Leo Messi porque fui muy feliz con el Mundial. Pero el fútbol tiene todo un espacio de una masculinidad muy tóxica. Ahí también hay un espacio para proponerles a los varones que no necesariamente tienen que romper con todo ni perder el humor. Ni tampoco sentir que todo el tiempo tienen que estar siendo los policías del género.

Leandro Cahn.
Leandro Cahn.

Durante mucho tiempo me justifiqué diciendo que en la cancha era uno, pero afuera era otro. Me costó asumir el error.

—Yo voy a ver a San Lorenzo siempre. El otro día, justo antes de que nos robaran el gol contra Boca, pararon el partido por cantos xenófobos. Yo elijo no cantar esas canciones. Pero, si hay algo que plantea el libro, es poder expresar estas contradicciones. A mí me parece un montón en lo que se ha avanzado el tipo de relación que establecieron los jugadores de la Selección y lo que se decían en público y en redes. Si alguien decía “mi osito de peluche” nadie dudaba de la sexualidad de De Paul, de Otamendi. Eso está buenísimo.

La Argentina suele caer en movimientos pendulares de acción y reacción. Y, si bien al comienzo se planteó a la ESI como una ley muy positiva, en otro momento hubo una sospechas de una ideologización vinculada a un partido político, o de negociados. Recuerdo el escándalo de los penes de madera. En la campaña presidencial también se habló del tema y en ese movimiento de acción-reacción hasta podrían intentar que se derogue la ley. ¿Cuáles son los mecanismos para encontrar un punto de equilibrio?

—El principal mérito de la ESI es la construcción de ciudadanía. La sexualidad, que nos atraviesa desde que nacemos hasta que morimos, es un emergente que va a aparecer en la escuela y que se puede trabajar pedagógica y socialmente en los diferentes niveles, en las diferentes asignaturas y con toda la comunidad educativa. Eso es la integralidad de la educación sexual. Los penes de madera, para traer el ejemplo, es una herramienta que sirve para explicar cómo se usa el preservativo. Si no me equivoco fue noticia a principios de 2021, pero no era la primera vez que se compraban. De hecho, también se habían comprado durante la gestión Macri. Los movimientos antiderechos tienen a la educación sexual como uno de sus targets, y todo ese combo es lo que termina apareciendo.

¿Desde qué lugar se ataca a la ESI?

—El primer libro buscaba responder esa pregunta. A la ESI se le ataca por lo que no es. Se la ataca diciendo que vas a pasar al frente para desnudarse. La ESI es todo lo contrario. Promueve el cuidado del cuerpo. Sobre todo en la primera infancia. Ayuda a entender qué secretos está bueno sostener —como un regalo de cumpleaños— y qué cosas no pueden ser secretas y que, al decirlo, provocaron denuncias. Para cerrar la pregunta anterior, una eventual vuelta atrás de la ESI hace que los chicos pierdan su condición de sujetos de derecho y los pone como si fueran propiedad de los padres. La historia habla por sí sola. Como vos decías, la ESI tiene 17 años, pero los abusos sexuales en la infancia no tienen solo 17 años, los embarazos no intencionales en la adolescencia, el bullying homofóbico, las infecciones de transmisión sexual, la discriminación en la escuela, no tienen 17 años. Ahora, reducirlo a algo biologicista —donde el pene de madera igual tendría su rol— es un error.

ESI. Lo que se habla en las aulas.
ESI. Lo que se habla en las aulas.

Hay muchos espacios donde los chicos nos enseñan más a los adultos. Pienso por ejemplo en cuestiones de tecnología. Pero aún ahí, saber más no quiere decir que sepan más en profundidad. Con respecto a la ESI, ¿cómo se hace para escuchar lo que ellos saben, pero también acompañarlos desde lo que nosotros sabemos?

—En principio, reconociendo que no vamos a tener todas las respuestas. Esta idea que también está más trabajada en el otro libro. El docente que lo sabe todo no es real. Lo digo incluso saliendo del tema de la sexualidad. Lo que no se puede hacer es no habilitar las preguntas. Entonces, parte de eso tiene que ver también con la escucha activa, con saber que uno va construyendo las respuestas con el otro. Que hay respuestas válidas como “Dejámelo averiguar”, “Dejame entenderlo mejor”. Pero nosotros no queremos pasar del “Esto es así porque lo digo yo” a que nada se discute. Hay que expresar otras emociones, entre ellas la duda. Si uno lo piensa, la duda no es parte de las emociones de la masculinidad hegemónica. El hombre es decidido, sabe lo que tiene que hacer. Es el sostén del hogar y “Acá se hace como digo yo, y cuando tengas tu casa y tu familia lo vas a hacer diferente”. Todos lo hemos dicho de una u otra manera, porque no somos monstruos creados con el genoma cambiado. Pero, necesitamos expresar las contradicciones y poder aprender de ellas, como también de las preguntas y de lo que les está pasando a nuestros hijos o a nuestros alumnos y alumnas.

Hay otra cuestión compleja, que tiene que ver con los protocolos en la escuela ante situaciones incómodas o de abuso.

—Hay modelos de protocolos, que a veces se usan como el checkpoint del trabajo de Homero en la fábrica nuclear. Lamentablemente —y eso lo aprendimos mucho durante la pandemia— los protocolos no son las tablas de la ley. Son indicaciones como para entender la situación. Si el protocolo te sirvió ayer, mañana vas a tener otra situación un poquito diferente y ya no vas a poder replicar exactamente todo. Obviamente, los protocolos son una guía importante. Da la seguridad o tranquilidad de que el colegio tiene una herramienta. Pero me parece que da más seguridad a los docentes que a la gente. No es lo mismo una situación presente que una situación pasada, no es lo mismo una situación de incomodidad que un delito. Otra cuestión importante es que muchas veces las escuelas no prestan atención a lo que no sucede dentro de la institución. Pero eso es algo que hay que trabajarlo, porque repercute en las relaciones dentro de la escuela. Es complejo. No digo que no se esté trabajando. La educación es compleja.

No al abuso infantil. El papel preventivo de la ESI. (Edwin Bustamante/Teresa Fretes)
No al abuso infantil. El papel preventivo de la ESI. (Edwin Bustamante/Teresa Fretes)

¿Qué contenidos impone ESI?

—La ley es muy corta, lo cual para mí es muy bueno, porque a veces en Argentina hacemos leyes muy reglamentaristas. La ley establece los contenidos mínimos curriculares y después habilita a las instituciones a trabajar con su ideario institucional. Una escuela confesional no está impedida de decir: “Nosotros, por nuestra religión, no tenemos relaciones sexuales antes de matrimonio”. Lo que no se puede hacer es invalidar la información sobre cómo se previenen los embarazos si no se usa el método natural, no se puede mentir con el tema de la hiperhormonización de las pastillas contraconceptivas o la porcelana en el forro —como dijo Abel Albino en el debate por el aborto—. No se puede dar información falaz. En 2018 se aprobaron los cinco ejes de la ESI, que tiene que ver con el cuidado del cuerpo y la salud, valorar la diversidad, trabajar la perspectiva de género, etc. Lo que vemos es una aplicación dispar de la ESI, y eso lo marcan diferentes encuestas. Hay escuelas que deciden incumplir la ley, adaptar los contenidos, no dar los contenidos mínimos, o llevan a personas a hablar diciendo sobre cosas que no es la ESI.

¿Hay datos sobre cómo la ESI mejoró índices en la disminución de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos adolescentes?

—Los embarazos de adolescentes bajaron muchísimo en la Argentina. En eso obviamente también cumple un rol el ENIA, que es el programa de prevención del embarazo no intencional en la adolescencia, que empezó con Macri y se sostuvo con este gobierno. Hay algunas políticas de Estado transversales a cualquier partido. También hubo una mayor cantidad de denuncias de los abusos sexuales en infancia. La idea de “con mis hijos no te metas” deja de lado que el 70 por ciento de los abusos ocurren intrafamiliarmente en espacios de cuidado. La escuela es un espacio interesante para que se puedan problematizar estas cuestiones.

Embarazo adolescente. En la Argentina, los índices bajaron. (Agencia Andina)
Embarazo adolescente. En la Argentina, los índices bajaron. (Agencia Andina)

En los últimos capítulos se trata el tema del consentimiento. En nuestra época, yo ya estoy llegando a los 50, se nos decía que teníamos que ir al frente y “robar un beso”. Por supuesto que hay una diferencia reconocible entre avanzar y forzar. Pero hoy ¿cómo se negocia el consentimiento?

—Yo creo que hoy es mucho más difícil. Hay cosas más fáciles en otro sentido, que están mucho más naturalizadas. Se puede tener una conversación más franca, lo que no quiere decir tres horas de charlas filosóficas. Lo que decías de robar un beso quizás se habilita de otra manera. Hoy las chicas van mucho más al frente que lo que nos pasaba a nosotros. Era muy raro que una chica te encarara en nuestra adolescencia. Pero, volviendo a la génesis del libro, en el cotidiano los varones muchas veces no saben dónde ponerse, casi que hagan lo que hagan no salen bien parados. Nos parece fundamental romper con esa idea porque no se construye una sociedad cuando hay personas que sienten que no encajan por su orientación sexual o por su género. El libro empieza con esa sensación de pedir perdón por ser varón. ¿Cómo podemos convivir como si nada pasara con gente que se siente así?