Soñaba con ser actriz, alcanzó la fama pero no tardó en descubrir que “Hollywood miente”

En su nueva novela, la escritora argentina Anabella Franco le encuentra nuevos matices a la literatura romántica: activismo humanitario, tráfico de diamantes y todo lo que se esconde detrás de los flashes y la fama.

Guardar

Nuevo

En “Hollywood miente”, Anabella Franco propone una historia emocionante, delicada y profunda donde el amor despliega todos sus matices.
En “Hollywood miente”, Anabella Franco propone una historia emocionante, delicada y profunda donde el amor despliega todos sus matices.

¿Quién no ha soñado alguna vez con ser una estrella de cine, alcanzar la fama mundial, desfilar por cada una de las mejores alfombras rojas y tener fanáticos por doquier?

Laura, la protagonista de Hollywood miente, la nueva novela de la escritora argentina de literatura romántica Anabella Franco, soñó con ser actriz toda la vida. Después de muchos años de lucha y sacrificios, al fin logró subir varios peldaños en la escalera de la fama. Es una mujer brillante y generosa, con una personalidad arrolladora y un gran carisma. Sin embargo, una vez que los reflectores se apagan, los fantasmas de su propia historia rompen con la magia del cine.

Por otro lado está James, un abogado de Alabama que acaba de perder su trabajo por defender una causa justa. Con el último dinero que le queda, va a un bar para olvidar sus problemas. Pero es ahí, cuando menos lo esperaba, que recibe un giro inesperado: un productor lo descubre en ese lugar inhóspito y su vida da un vuelco cuando acepta filmar una película.

Al comienzo de este nuevo libro de Anabella Franco, editado por V&R, Laura y James creerán que solo los une el contrato de la película que deben filmar juntos, pero el tiempo les demostrará que comparten mucho más que escenas de mentira y que algunos secretos no deben permanecer en las sombras.

Una vez más, la autora de novelas románticas como Háblame de lo invisible y Camino al placer vuelve a emocionarnos con una historia delicada y profunda donde el amor despliega todos sus matices mientras los protagonistas descubren la cara más oscura de Hollywood, esa que se esconde detrás de los flashes y la fama.

Así empieza “Hollywood miente”

infobae

Laura respiró hondo mientras Jenny, su asistente, le acomodaba el vestido en el asiento del auto.

–Listo –dijo la chica y señaló al frente. Entonces, avanzó. En cuanto puso un pie en la alfombra roja, las cámaras se dispararon. Una sonrisa magnífica apareció en su rostro para iluminarlo, todavía más que el vestido dorado que le había provisto un diseñador. Su larga cabellera rubia caía con gracia hasta su cintura, cubriendo parte del profundo escote de la espalda. La maquilladora había utilizado tonos en la gama del café y el estilista le había hecho un peinado suelto con ondulaciones.

Se ponía nerviosa antes de enfrentar a los fotógrafos y sus gritos desesperados por conseguir la mejor toma, pero en cuanto se convertía en el centro de atención, se sentía muy cómoda. La admiración del público le brindaba plenitud, y si las cámaras tenían interés en enfocarla, en parte era gracias a que todavía lo tenían las personas anónimas que la veían a través de ellas. Era un círculo vicioso, una asociación. Los reporteros significaban un medio para mantenerse en vigencia. Los necesitaba a pesar de los paparazis, las críticas des tructivas que a veces hacían y las preguntas capciosas, como ellos la necesitaban a ella para obtener ventas.

En cuanto comenzó a disfrutar de la exposición, los saludó con una mano. Luego la apoyó en la cintura y, un momento después, la unió con la otra delante del abdomen en una posición delicada. Giró hacia un lado y hacia el otro para hacer poses, siempre mirando a las cámaras. Aunque deseara protegerse de la fuerte iluminación del ingreso al hotel, evitó cubrir sus ojos para salir bien en las fotos. En cuanto un organizador le hizo una seña, volvió a saludar y se retiró.

Ingresó al hall y se dirigió a las anchas escaleras de mármol que conducían al salón comedor. En el camino hasta su mesa, respondió con una sonrisa los saludos que algunas personas le hacían inclinando sus cabezas. No conocía ni a la mitad, pero resultaba evidente por qué ellos sí la conocían a ella.

Mesa diecisiete, repitió en su mente. Solía olvidar los datos que no le interesaban. Por suerte, su asistente recordaba todo con precisión. Era ella quien recibía las invitaciones, Laura decidía si asistía a los eventos o no. Ese en particular le convenía. Necesitaba que el congresista que lo organizaba la tuviera en cuenta para una donación.

En la mesa se encontró con una actriz, dos actores y un matrimonio de empresarios. Los saludó con amabilidad y se sentó en el lugar que tenía un delicado cartel con su nombre. Los primeros con los que entabló una conversación fueron sus colegas. Le preguntaron si ya había firmado un nuevo contrato y cómo le había ido trabajando con el último director. Como todavía no podía develar que iba a ser la protagonista de Desvanecido, la siguiente producción de Lawrence Dalmazio, el aclamado director de ascendencia italiana, mintió diciendo que se estaba tomando un descanso. Por suerte era una buena actriz y la respuesta resultó creíble. Dos mujeres más se sentaron a la mesa, completando el círculo de ocho personas. Enseguida sirvieron la entrada, pero a Laura no le interesaba la cena. Aprovechó una distracción de los invitados para extraer el móvil de su pequeño sobre dorado y le escribió a su asistente.

Jenny, necesito saber con quiénes comparto la mesa.

Conozco a los tres actores, averigua quiénes son los demás.

Participó de la conversación colectiva hasta que su teléfono vibró. Espió el mensaje mientras el camarero retiraba la entrada sin tocar y otro le servía el plato principal.

Melissa Stuart, hija del banquero Louis Stuart, y su amiga Amy.

El ingeniero Hart y su esposa. Él es un empresario metalúrgico de Texas. Ella es diseñadora de interiores.

Te cruzaste con Melissa en otro evento y ella te contó que amaba tu película Terror en Light Street.

La escritora argentina Anabella Franco es autora de novelas románticas como "Háblame de lo invisible" y "Camino al placer".
La escritora argentina Anabella Franco es autora de novelas románticas como "Háblame de lo invisible" y "Camino al placer".

Laura sofocó la risa y respondió:

¿Dijo que amaba esa película? ¿Qué clase de persona podría amar esa porquería? ¡Seguro me mintió para quedar bien! Gracias, Jenny.

Un empresario metalúrgico era justo lo que necesitaba. Levantó la mirada y se concentró en la señora Hart. Ya había notado hacía rato que en su dedo refulgía un diamante Shwetz.

–¿Ese es un diamante Shwetz? –preguntó, haciéndose la desentendida. La conversación que se desarrollaba entre Melissa y uno de los actores terminó con su intervención.

–Sí –respondió la señora Hart, estirando la mano para que todos pudieran apreciar la joya–. Se lo compré a Andriy Shwetz en persona en mi último viaje a Suiza.

–¿Y le contó cómo obtiene la materia prima para sus joyas?

La mujer sonrió con vanidad.

–Nos mostró sus talleres en un recorrido exclusivo.

–Seguro que no tuvo problema en explicarle con lujo de deta lles cómo transforma los diamantes en piezas de joyería, pero yo le pregunté si le contó cómo los obtiene. Está probado que le compra diamantes a la mafia de Sierra Leona, en África Occidental. Esas organizaciones de extracción artesanal esclavizan a las personas, incluso a niños que trabajan en condiciones de explotación. Quizás a usted le interese cambiarse de bando y ayudar a esas personas en lugar de seguir enriqueciendo a Shwetz y, con eso, contribuyendo al mercado ilegal sostenido por gobiernos corruptos.

Laura percibió las miradas incendiarias sobre ella, pero estaba acostumbrada a que la creyeran una activista insoportable y, a decir verdad, le importaba muy poco. Se debía a su público, no a los empresarios ni a los políticos. La fama le daba poder, y eso solo se lo otorgaba la gente.

–Existe una fundación que patrocino y que lucha para que… –continuó.

–Un momento –la interrumpió el ingeniero, alzando una mano–. Nosotros no tenemos la culpa de lo que haga Shwetz. Dónde con sigue los diamantes es su problema.

–Además, esos pueden ser mitos –añadió la señora, restándole importancia a la versión de Laura.

–Para los esclavos, no es ningún mito –defendió Laura.

–Por favor, déjenos cenar en paz –ordenó el señor Hart, y enseguida cambió de tema–. ¡Esta langosta está tan mal preparada!

La indiferencia del matrimonio logró exasperarla. Se levantó sin condescendencia, aferrando su pequeño sobre de mano.

–Disculpe, pero yo no puedo comer una langosta “tan mal pre parada” mientras un mafioso está cortando las manos de un niño porque no le llevó diamantes para venderle a Shwetz. Con permiso.

Se retiró de la mesa y se fijó en su siguiente objetivo. Ya había notado mientras intentaba mover las estructuras de la señora Hart que el congresista de su interés había desaparecido por un pasillo, así que se plantó ahí. Esperó a que regresara y, en cuanto lo vio, se le aproximó aun a pesar de su agente de seguridad. Si necesitaba uno, algo habría hecho.

–Senador Wilson –dijo.

–¡Laura Hamilton! –exclamó el hombre haciendo un gesto de asombro–. ¿Quién la invitó?

Laura le devolvió una sonrisa tan poco real como el tono amable de él.

–Seguro que fue su director de campaña. Mi imagen le debe resultar beneficiosa para usted y, como yo necesito algo también, digamos que favor con favor se paga.

Wilson rio y apoyó una mano en el antebrazo de Laura, fingiendo que mantenían una conversación cordial.

–Laura… –murmuró.

Guardar

Nuevo

Últimas Noticias