Por qué las medidas políticas tomadas durante la pandemia deterioraron las democracias de América Latina

El politólogo Juan Russo compiló y editó el libro “A marchas forzadas”, que analiza qué mecanismos sociales lograron defender esas demoscracias. Aquí cuenta cómo lo escribió.

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“Cómo lo escribí” de Infobae Leamos es una invitación para que autores y autoras cuenten el detrás de escena de los libros que acaban de publicar. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a lo largo de ese proceso.

En esta ocasión, el politólogo Juan Russo cuenta la “cocina” de un libro que acaba de compilar y editar, A marchas forzadas, publicado por Prometeo. Se trata del análisis que hicieron distintos especialistas en Ciencias Políticas y Sociología sobre cuáles fueron los mecanismos sociales que se activaron durante el transcurso de la pandemia de CoVid-19 en la región latinoamericana. Aquí cuenta cómo lo hicieron.

Cómo escribí “A marchas forzadas” (Ed. Prometeo)

Para alguien que proviene de la sociología y que, a fines de los ochenta, se pasó a la ciencia política en Florencia para encontrar palabras que pudieran explicar mejor el inédito cambio hacia la democracia que vivía la Argentina, explorar puentes entre campos de conocimiento es casi un reflejo a la hora de analizar ese tipo de coyuntura que nos desconcierta y nos deja sin un discurso suficiente.

En noviembre de 2019, regresaba a México despues de un año en la Universidad LUISS en Roma, donde me había reencontrado con viejos amigos de la epoca doctoral. Al poco tiempo de arribado, en enero del 2020, ya leíamos sobre los primeros casos de Covid 19 en Italia. Se iniciaba una etapa de temor y también de observación sobre una realidad nueva. Nuestro ambiente cambiaba drásticamente: de la noche a la mañana, el universo ocurriría dentro de la casa, y el mundo comenzaría a ser contemplado, pensado y debatido desde la pantalla de una computadora.

Asomaba una tragedia apocalíptica, con muertes y enfermedad por doquier. Una tragedia enorme que al comienzo dejó caer una pequeña moneda como compensación. En marzo, la Organización Mundial de la Salud declaraba al Covid-19 pandemia global. Ello implicó el cierre de las universidades y en mi caso, la posibilidad (esta fue la moneda) de poder trabajar sin necesidad de moverme de mi biblioteca.

Juan Russo se especializa en el estudio comparado de las democracias.

Uno de los frutos de la estancia romana había sido fundar la RELASP, Revista EuroLatinoamericana de Estudios Sociales y Políticos, que un grupo de colegas de Italia, México y Argentina propusimos para difundir estudios sobre fenómenos comunes a las dos orillas del Atlántico. En Italia me habia ocupado de estudiar los neonacionalismos que brotaban por todas partes en Europa y América Latina. Podía por fin dedicarme de manera plena a analizar los mecanismos sociales que se activaban en los procesos de deterioro democrático, tema del primer número de la RELASP. Luego, la pandemia y la democracia serían tema de un dossier especial. Estos trabajos fueron una muy buena experiencia de cooperación con brillantes colegas de las ciencias sociales, y también el cemento sobre el que se asentaría el libro A marchas forzadas.

La esperanza es una fuerza poderosa, necesaria para vivir, pero que para el análisis de procesos sociales puede ser un estorbo al conocimiento, porque lleva a confundir la gigante imagen de la lupa con el diminuto objeto que hay detrás. Sea por la tradición sociológica que en Argentina nos legó Gino Germani, o por la tradicion politológica de Sartori, entiendo al desencantamiento como parte de “la profilaxis” de la ciencia social para analizar los hechos, en particular aquellos acontecimientos nuevos que nos conmueven y hechizan. Profilaxis que llevó en su tiempo tanto a la veneración de Max Weber, como a la condena de autor maldito de Nicolás Maquiavelo; paradojas de la historia.

En los primeros meses de la pandemia se conformaron dos cuasi colectividades. Por una parte (los optimistas (?) ,quienes recordando a Josep Schumpeter, encontraban en los nuevos hechos el mecanismo dominante de la “destrucción creadora”. Así, no pocos analistas hipotetizaban que pasado el colapso social y económico, la pandemia podría traer aspectos nuevos y positivos. Por otro lado, los pesimistas (?), que coincidían en que la pandemia había llegado en un momento de deterioro político profundo en la región, y que seguramente esa tendencia negativa se acentuaría. Sin dudas, gran parte de los autores reunidos en este libro, en especial Morlino, Cavarozzi, Quiroga, Alenda, Gutiérrez Sanin, Sandoval, Lozano y Klein, y yo mismo, perteneciamos a esta segunda vertiente.

El deterioro socio-político, en parte todavía consecuencia de la crisis económica de 2008, con epicentro en Estados Unidos y Europa, y que provocó inestabilidad financiera, desempleo y baja productividad, confluía ahora con la paralisis pandémica. Pero en América Latina, el deterioro también obedecía a razones internas, de índole política. Así, la pandemia seguía a procesos de movilizaciones en Bolivia y Chile. En el primer caso, por el incumplimiento reiterado del presidente Morales respecto de cláusulas constitucionales y legales, surgidas durante su mandato; en Chile, por el rechazo de los partidos de derecha en avanzar hacia la incorporación de derechos sociales. También en Colombia, los desequilibrios institucionales a favor del gobierno del presidente Iván Duke amenzaban con un retroceso de la democracia.

Durante los primeros tramos de la emergencia sanitaria, los “países grandes” de la región no escaparían al deterioro general: México afrontará las consecuencias de un deficiente sistema sanitario, resultado de una bajísima inversion relativa en salud. En Brasil, la pandemia encontrará a un presidente negacionista que recomendaba medicinas no científicas, contradiciendo a los fugaces ministros de salud que resistieron a sus caprichos; resignando al país a una estrategia darwiniana. En Argentina, el gobierno adoptará medidas controversiales, vistas por sectores de la población como oportunistas para obtener réditos políticos y como riesgosas por desbalancear los equilibrios democráticos; una dinámica socio politica que terminaría en la profundización del desencuentro entre sociedad y gobierno, con protestas de las clases medias e ideologización de la gestión sanitaria.

"Un presidente negacionista", dice Russo respecto de cómo se manejó Jair Bolsonaro durante la crisis del coronavirus. REUTERS/Kevin Lamarque

La pandemia se había convertido en el nuevo explosivo (junto a la pobreza o la inflación) en manos de los gobiernos de la región con capacidad, si no se actuaba con cautela, de hacer estallar en tiempo breve el apoyo politico con el que contaban. Se requería de las administraciones honestidad, responsabilidad y eficacia para mantener la legitimidad frente a una sociedad obligada a replegarse, en esta nueva nueva guerra, en los sótanos de la inseguridad sanitaria. Las respuestas de los estados fueron variadas y emergieron, en algunos casos, tendencias autoritarias, latentes en situaciones normales y ahora manifiestas en la excepcional emergencia social.

Según sugieren Weber y Durkheim, tanto la distancia como la proximidad respecto del objeto que se estudia son perspectivas útiles al conocimiento social. Durante 2021, con la relativa distancia de más de un año de pandemia pero aun sumergidos en la dramática experiencia, podíamos aprovechar algo de ambas perspectivas. Quienes, por la naturaleza de nuestras profesiones, seguíamos trabajando en casa, constituimos una especie de vecindario virtual, con encuentros frecuentes para seguir y analizar lo que pasaba. En uno de estos encuentros convoqué a colegas latinoamericanos de Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, Argentina y México, para escribir sobre el modo en que la pandemia impactaba sobre la democracia de nuestros países. El entusiamo por la empresa fue compartido y acordamos en prestar atención a los mecanismos sociales que se habían activado en relación con los procesos políticos en curso.

La política no descansó durante la pandemia. Por el contrario, adquirió una intensidad aún mayor y (como se vio en Argentina, Bolivia y Chile) ante decisiones discutibles de los gobiernos, la democracia se expresó a través de los ciudadanos que, aún con riesgo existencial, manifestaron en las calles haciendo escuchar su voz.

Quién es Juan Russo

♦ Es doctor en Ciencia Política. Se especializa en política comparada en temas de democracia y ciudadanía.

♦ Enseñó en universidades de Chicago, Córdoba, Roma, Madrid y México.

♦ Es director de la Revista Euro Latinoamericana de Estudios Sociales y Políticos (RELASP) y fue el editor de A marchas forzadas (Prometeo).

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