El tremendo enfado de Valverde con Brahim en pleno partido: “Toca el puto balón”

El uruguayo recriminó de forma vehemente el individualismo de su compañero que le obligó a cruzarse todo el campo para recuperar la posesión perdida. “La concha de su madre”

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Fede Valverde durante el partido entre Mallorca y Real Madrid (REUTERS).
Fede Valverde durante el partido entre Mallorca y Real Madrid (REUTERS).

Le costó al Real Madrid ganar en Mallorca. La visita a Palma se ha convertido en una cita con el dentista desde que Javier Aguirre lidera desde la banda. Su equipo, con la derrota en la final de Copa todavía en el ambiente, fue fiel a los principios que le han llevado al éxito. El mexicano plantó un muro en su campo, encerró a sus jugadores tras él, buscó las transiciones rápidas e hizo del balón parado su principal arma. Todos los equipos tienen su arte. El del Mallorca es llevar al adversario donde no quiere ir, especialmente en casa, donde pone la pelota y las reglas: partidos largos, pesados, trabajosos, ásperos, antipáticos.

En ese laberinto se vio atrapado el Madrid, con Bellingham metido a mediapunta puro por la presencia de Joselu. Un disparo de Jude, junto a los golpeos con el exterior de Modric, fueron lo único que evitó que las cabezadas del aficionado madridista no acabarán en siesta tardía. Falta de ‘eneryía’, en la terminología de Ancelotti. Antes, Lunin había repelido el cabezazo de Raíllo. No obstante, fue otra la jugada que reflejó la intranquilidad y tensión blanca. Brahim, que relevó a Vinicius en el ataque madridista, caracoleaba por el balcón del área rival tratando de sortear rivales hasta que perdió la posesión.

Tchouaméni celebra su gol marcado al Mallorca (REUTERS/Albert Gea).
Tchouaméni celebra su gol marcado al Mallorca (REUTERS/Albert Gea).

“La concha de su madre”

Fue en ese momento cuando Fede Valverde replegó y se cruzó en diagonal todo el terreno de juego para robar y detener el avance de Samu Costa. Una vez conseguido su objetivo, el uruguayo recriminó de forma vehemente a su compañero que no hubiera pasado la pelota antes de perderla. “Toca el puto balón, toca el puto balón”, le gritó Valverde al malagueño. “La concha de su madre”, añadió. No fue el mejor partido del malagueño: intervino 45 veces, perdió 13 balones, provocó dos faltas y falló una ocasión clara de gol.

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Cambió el equipo blanco tras el descanso. Entró dos veces por el centro Bellingham, obligando a Rajkovic a intervenir por vez primera tras un tiro blando. Nada pasaba y de la nada llegó el gol que adelantó al Madrid. Tchouameni, que regresaba al centro del campo después de jugar como central contra el City, acumuló una buena colección de balones capturados y fue liberándose con el paso de los minutos. Hasta que ya en el segundo acto, cuando el Madrid subió las revoluciones, se desahogó con un trallazo que terminó en la red después de rozar en Morlanes, uno de los que fallaron penalti en La Cartuja. Hay semanas en que es mejor no levantarse. Aguirre había tratado de cortar la hemorragia con un triple cambio. Sólo un susto al final en una carga de Muriqi a Lunin alteró el pulso del Madrid, con Militao sumando un puñado de minutos.

Los de Ancelotti se dejaron llevar en el primer acto y jugaron por la Liga en el segundo, momento en el que sellaron la victoria tras un afortunado gol de Tchouameni. El Real Madrid resolvió con autoridad un compromiso complejo, en vísperas de la vuelta de unos cuartos que se parecen más a la final de Champions, derrotando a uno de sus rivales más complicados, especialmente en los últimos años. En semanas así, a un grande le resulta difícil jugar los partidos por su orden, sin saltarse uno. El líder salió de Son Moix reforzado en la Liga, para desesperación del Barcelona que llegará a ocho puntos de distancia de los blancos. En Champions será otra historia completamente distinta.