Acusado de abuso sexual a una menor en Cuenca desmiente los hechos: "En la vida le he puesto la mano encima"

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El acusado de un delito continuado de abuso sexual a una menor que tenía diez años cuando ocurrieron los hechos en Cuenca, cuyo juicio ha comenzado este miércoles, ha desmentido los hechos de los que se le acusa. "En la vida le he puesto la mano encima", ha asegurado. Así lo ha manifestado en la primera jornada de este juicio en la Audiencia Provincial de Cuenca, una sesión en la que el Ministerio Fiscal y la acusación particular mantienen su petición de seis años de cárcel y orden de alejamiento para J.P.P por un delito continuado de abuso sexual, mientras que la defensa ha solicitado la libre absolución de su cliente en el juicio que se ha celebrado este miércoles en la Audiencia Provincial de Cuenca. El acuasado ha comenzado explicando que le unía "una amistad de toda la vida" con el padre de la víctima y una "relación afectiva" con la madre, que fue quien denunció los hechos. J.P.P. ha admitido que estuvo con la niña y con otras personas paseando y bañándose en el paraje conocido como la Piedra del Caballo, junto al río Júcar, y que en un momento se quedaron solos porque fueron con los perros "y uno se perdió", pero en el interrogatorio ha desmentido que tocara a la niña o que se masturbara. El acusado también ha reconocido que en otra ocasión estuvo con la víctima en el coche del aparcamiento como señala el escrito de la Fiscalía, "pero en la vida le ha puesto la mano encima", ha subrayado, antes de negar que en otra ocasión estuviera con la niña en un coche en la Plaza Mayor. "Utilizan a la niña para destrozarme la vida", se ha defendido. Por su parte, la madre ha explicado al juez que su hija le comentó lo ocurrido en el río dos días después de que ocurriera y entonces le dijo que el acusado le había tocado los pechos. Después vinieron los hechos ocurridos en un muro y en un aparcamiento del barrio, donde varias vecinas advirtieron de tocamientos impropios de J.P.P. a la menor. Después de aquello, según la madre, la hija lo contó todo y afirmó que había intentado tocarle los genitales. Sobre su relación con el acusado, ha negado que tuviera las llaves de su casa y que le regara las plantas como ha alegado en el interrogatorio. En cambio, ha destacado que "venía todos los días a molestar" al negocio donde ella trabajaba. Por el contrario, ha negado tener conocimiento de los presuntos tocamientos en el coche en la plaza Mayor descritos en el escrito de la Fiscalía. En el juicio han intervenido como testigos dos de las vecinas que afiman haber presenciado los hechos del muro. La primera ha declarado que presenció que el acusado "se arrimaba y se ponía entre las piernas de la niña". Ha recordado además que aquel día se presentó con hamburguesas para las pequeñas del barrio y que estuvo comentando la escena con otra madre. También ha afirmado que vio cómo J.P.P. llamaba a la niña para que bajara al aparcamiento y que observó "como estaba echándose encima, como si intentara abrazarla". A continuación apareció otra vecina, "blanca como la pared", diciendo que tenía que comentar a su madre lo que había visto. Esta vecina era la segunda testigo, que ha declarado que presenció "roces de ámbito privado que no me parecían apropiados para una menor", en los que hubo "fricción en los genitales" y besos "de los que se dan a una pareja". También ha declarado que vio "abrazos forzados" en el aparcamiento al que habían bajado con la excusa de que el acusado le iba a dar unas pulseras. La testigo ha concretado que lo que vio fue "un abrazo", pero no ha podido recordar si fue dentro o fuera del coche, y que trasladó los hechos a su madre, que era profesora en el centro donde estudiaba la niña. El abogado defensor, por su parte, ha incidido durante el interrogatorio en que el día que ocurrieron los hechos del muro había varias personas, entre ellas la madre, "que no tuvo ninguna reacción ante aquella escena". También ha recalcado la existencia de un informe del centro educativo que describe a la niña como "conflictiva" y daba cuenta de situaciones violentas en las que se había visto implicada. El testimonio de la víctima se ha producido a puerta cerrada, sin prensa, al tratarse de una menor y a través de una grabación. En el informe psicosocial que hicieron la forense y la trabajadora social para dirimir si podía acudir a la sala se describe que la niña tenía "una madurez psicológica y un nivel de razonamiento inferior a la edad que representaba", según han ratificado ante el juez. Por su parte, la acusación ha presentado otro testimonio forense para que acreditara la credibilidad de la niña y las secuelas psicológicas de los hechos, que quedan vistos para sentencia.