Enrique Vila-Matas, de un periodismo de ficción a su literatura de impostura

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Jose Oliva

Barcelona, 31 mar (EFE).- El volumen 'Ocho entrevistas inventadas' recupera algunas de las entrevistas que Enrique Vila-Matas publicó con tan solo 20 años, a personajes como Marlon Brando, Patricia Highsmith, Rudolf Nureyev o Juan Antonio Bardem, todas pura invención, que marcan el tránsito de un periodismo de ficción a su literatura de impostura.

En una entrevista con EFE, Vila-Matas explica que quería estudiar Filosofía y Letras, pero su padre le dijo que mejor la carrera de Derecho, que tenía más salida, y de ese modo comenzó a aprender leyes, pero mientras se "aburría" sacando los cursos, comenzó Periodismo en la Escuela de la Iglesia en Barcelona, en una promoción de 30 estudiantes de la que todos acabaron siendo grandes periodistas, entre ellos Antonio Franco.

Por casualidades, entró en contacto con Elisenda Nadal, la directora de Fotogramas, que buscaba un redactor de verano, y decidió instalarse en Barcelona en casa de su abuela, donde comenzó a escribir sus primeros artículos en la Underwood de su abuelo ya fallecido, uno sobre 'Lolita' de Nabokov y otro sobre Clint Eastwood.

A las tres semanas, Nadal le encargó traducir una entrevista a Marlon Brando que habían comprado por muchos dólares, pero no dijo que no sabía inglés y "por un impulso creativo" decidió inventársela, y volvió a ser reincidente con el actor norteamericano diez años después en la revista de la movida madrileña Dezine.

"En esta ocasión sí avisé que era una entrevista inventada, pero se aprecian diferencias entre la primera, que la hago simplemente porque tenía ansiedad por escribir y ver publicado un trabajo mío, y la segunda, que ya está más elaborada, con un Brando convertido en un personaje de los míos, que no tiene por qué pensar lo que yo pienso", señala.

Curiosamente, revela el autor, una entrevista que sí hizo en Cadaqués a Salvador Dalí, "en la que no contestó ninguna de las preguntas, y explicó lo que quiso", se acabó publicando en Destino, después de que Pedro J. Ramírez la rechazara creyendo que era inventada, igual que las fotos, que eran del cuñado de Vila-Matas.

Cuando los editores del volumen, H&O estuvieron seleccionando las entrevistas creyeron que también la de Rafael Azcona estaba inventada, extremo que niega Vila-Matas: "Muchísimas entrevistas no fueron inventadas, por ejemplo la de Sonia Bruno, la mujer del futbolista Pirri, una a Marisa Paredes, y también la de Azcona, que no concedía entrevistas y al que finalmente le envié las preguntas y él las contestó".

Como sucede con esos personajes de películas sobre apuestas en las que el jugador se engancha cada vez más al vértigo del juego, Vila-Matas reconoce que "en cada una iba subiendo de tono, eran cada vez más inventadas y más osadas", como él mismo ha podido comprobar al releerlas ahora.

"El punto álgido -reconoce- se produjo con las entrevistas con el filósofo y pensador anarquista griego Cornelius Castoriadis o con Anthony Burgess, a los que me presenté con las entrevistas escritas, a partir de diálogos ya existentes, y algo parecido pasó con Patricia Highsmith, en la que aproveché una previa aparecida en el diario francés L'Express, pues en el encuentro real ella fue parca en palabras y antipática".

Asegura Vila-Matas que en estas entrevistas inventadas "les daba una dimensión humana a esos personajes, les hacía decir tonterías, los desmitificaba".

El autor de 'Bartleby y compañía' entiende que lo que podría considerarse una mala praxis periodística, en realidad, era el advenimiento de "un pulsión literaria".

Y añade: "Toda mi obra literaria que vino después está en esas entrevistas desde el principio, aunque no lo supiera entonces. El lector encuentra siempre en cada libro la voz del autor, pero transformado en una máscara distinta".

De hecho, no es casual que su primera novela publicada en Anagrama fuera 'Impostura', basada en un célebre hecho real, el caso Canella-Bruneri, que sacudió la Italia de los años veinte y dividió al país en partidarios de una u otra de las dos identidades de un desmemoriado recluido en el manicomio de Collegno y al que dos mujeres de diferente extracción social reconocieron apasionadamente como su marido. EFE

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