El Teatro Real estrena 'La pasajera', el horror de Auschwitz hecho ópera por sus víctimas

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Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 1 mar (EFE).- El Teatro Real ha acogido con aclamaciones este viernes el estreno en España de 'La pasajera', una ópera del judío de ascendencia polaca Mieczyslaw Weinberg basada en el libro de la superviviente de Auschwitz Zofia Posmysz, dos víctimas que quisieron elevar a la categoría de arte sus terribles vivencias.

La representación, con una impresionante puesta en escena, ha contado en sus papeles protagonistas con las aplaudidas voces de la soprano estadounidense Amanda Majeski, que encarna a la prisionera judía Marta, y de la mezzosoprano greco-estadounidense Daveda Karanas, que representa a la carcelera Lisa.

Durante poco más de tres horas, la orquesta titular del Teatro Real, ha sido dirigida por la lituana Mirga Grazinyte-Tyla, especialista en la obra de Weinberg.

Esta obra fue escrita "con la sangre del corazón" según Dmitri Shostakóvich, amigo de Weinberg (Varsovia 1919 – Moscú 1996), que primero sufrió la persecución nazi y después el régimen soviético. El compositor no llegó a ver estrenada la ópera en dos actos por la censura de un régimen que no tenía interés en ver ensombrecida su victoria en la II Guerra Mundial con un relato dramático de crímenes contra los judíos.

Así, aunque fue compuesta entre el año 1967 y 1968, 'La pasajera' no se interpretó de manera íntegra hasta 2010. Fue en el Festival de Bregenz (Austria), que coproduce el montaje -que acoge ahora el Teatro Real- junto al Teatro Wielki de Varsovia y la English National Opera.

En su desarrollo, la antigua prisionera y su carcelera se encuentran en un trasatlántico a finales de los años 60 y comienza una historia que se desarrolla en dos escenarios, en el presente y en un tenebroso pasado común en el campo de concentración.

La escenografía, dirigida por David Pountney, divide ambas realidades por una escalera: arriba la cubierta luminosa y elegante del barco, y bajando, el infierno dantesco y oscuro de Auschwitz, donde se producen destellos de solidaridad y amor entre las prisioneras, con la espiritualidad muy presente.

La aparición de este escenario y sus protagonistas resulta especialmente impactante y conmovedora, por más que los horrores de los campos de concentración nazis sean una historia ya conocida. Un relato que en esta ocasión se cuenta en idiomas como el alemán, el francés, el ruso o incluso el español en el caso del coro.

Pese a la dureza del tema, con fragmentos rabiosos y expresionistas, la música alterna con fluidez momentos sinfónicos altisonantes con otros camerísticos e intimistas, y pasajes atonales y disonantes con melodías folclóricas que acompañan a las reclusas, entre las que se encuentra Marta.

Según relata Zofia Posmysz, autora de la novela 'La pasajera', la música sonaba en la realidad en el campo de concentración en grotesco contraste, ya que los oficiales nazis usaron para distraerse el talento de algunos de sus prisioneros.

"Lo peor que yo he vivido fueron los años 1943 y 1944 (...) Aquellas masas de gente eran conducidas a pie hacia el crematorio...A veces tenían que esperar durante horas. Y nuestra excelente orquesta se situaba delante de las oficinas de la comandancia y tocaba. Aquello era tremendo. La gente allí detrás de la alambrada, oyendo la orquesta según avanzaban", aseguraba esta superviviente, que se inspiró en tales vivencias para su obra.

En la ópera, la fuerza expresiva de los momentos más estremecedores de unos personajes complejos se delega en la música, como en el vals estridente y obsesivo que acompaña los remordimientos de la carcelera, o en la chacona de Bach que interpreta el amante secreto de la prisionera en el campo, Tadeusz (el barítono húngaro Gyula Orendt).

La traslación musical por parte de Weinberg "agita el alma en términos dramáticos porque (...) todo lo que cuenta es verdad y está expresado con pasión", decía Shostakóvich sobre la obra de su amigo, que debido en parte a sus terribles circunstancias históricas -sus padres y hermana murieron en Auschwitz- y en parte a su carácter "outsider", nunca se preocupó por su difusión. EFE

met/av