Convertirse en donante de esperma puede parecer una idea atractiva. Más allá de por puro altruismo, la recompensa económica (que no pago, ya que la venta de gametos es ilegal) es de unos 30€ a 50€ por cada donación, lo que supone - siendo lo habitual unas 25 donaciones - una recompensa total de alrededor de 1.200€.
Pero no cualquier persona puede ser donante: la legislación española establece unos requisitos para ser donante de esperma. Tener entre 18 y 50 años, no padecer ninguna enfermedad infecciosa transmisible (como VIH, hepatitis B y C o sífilis), gozar de buena salud física y mental, tener una calidad seminal excelente, y no tener historial familiar de alteraciones hereditarias ni ninguna enfermedad genética.
Lo normal, debido a esto, es que los candidatos a convertirse en donante tengan que atravesar una serie de pruebas: un seminograma (que evalúa la calidad del semen sobre la base de una serie de parámetros tanto macroscópicos (como el volumen y el pH seminal) como microscópicos (la morfología, movilidad y concentración de espermatozoides), una prueba de congelación del semen, un estudio de enfermedades infecciosas, un test psicológico, y un estudio genético para detectar cualquier problema que pueda transmitirse a la descendencia.
Un portador de un gen que aumenta las probabilidades de cáncer engendró al menos 197 hijos
Una investigación conjunta realizada por 14 cadenas de televisión públicas, entre ellas la BBC, en el marco de la Red de Periodismo de Investigación de la Unión Europea de Radiodifusión. Un donante de esperma, portador de una mutación genética que eleva considerablemente el riesgo de desarrollar cáncer, ha engendrado al menos 197 hijos en varios países europeos. Diez de ellos, en España.
El hombre empezó a donar esperma en Dinamarca en el año 2005, siendo estudiante, sin ser consciente de que parte de su material genético presentaba una alteración en el gen TP53, clave en la prevención del cáncer. Gozaba de buena salud y pasó todas las pruebas habituales, pero la mutación se encontraba tan solo en un 20% de su esperma y no en el resto de su cuerpo. Esta alteración, que causa el síndrome de Li Fraumeni, implica un riesgo de hasta el 90% de desarrollar cáncer a lo largo de la vida, especialmente durante la infancia; y aumenta la probabilidad de cáncer de mama en etapas posteriores.
El esperma del hombre se utilizó durante 17 años en 67 clínicas de fertilidad repartidas en 14 países distintos. El Banco Europeo de Esperma, responsable de la distribución, admitió que el esperma se utilizó para concebir un número excesivo de hijos en algunos países, superando los límites nacionales. En Bélgica, por ejemplo, se permite que un donante sea utilizado por hasta seis familias, aunque en este caso 38 mujeres tuvieron 53 hijos con el mismo donante. En el Reino Unido, el límite es de 10 familias.
El banco danés afirmó haber bloqueado de inmediato al donante en cuanto se detectó el problema. También indicó que ni el donante ni sus familiares padecen enfermedades y que la mutación no se detecta habitualmente en los controles genéticos previos. La entidad trasladó su “más sincero apoyo” a las familias afectadas.
Diez niños desarrollaron cáncer y 23 heredaron la mutación
Algunos niños ya han fallecido a causa de tumores asociados a esta mutación. Según datos presentados en la Sociedad Europea de Genética Humana, entre los 67 casos conocidos en un inicio, 23 niños heredaron la variante genética y a diez de ellos se les diagnosticó cáncer. La cifra total de hijos podría ser mayor, ya que no todos los países han facilitado información completa.
Céline, nombre ficticio de una madre francesa, relató que su hija fue concebida con el esperma del donante hace 14 años y que recibió una llamada de la clínica en Bélgica recomendando un examen genético. Céline no culpa al donante, pero considera inaceptable haber recibido esperma “que no estaba limpio, que no era seguro, que conllevaba un riesgo”. Reconoce que el cáncer estará presente en su vida y la de su hija: “No sabemos cuándo, no sabemos cuál ni cuántos. Entiendo que hay muchas posibilidades de que ocurra y, cuando ocurra, lucharemos, y si son varios, lucharemos varias veces”.
El síndrome de Li Fraumeni requiere vigilancia médica constante, con resonancias magnéticas y ecografías anuales, y en algunos casos, la opción de una mastectomía preventiva. La profesora Clare Turnbull, genetista del Instituto de Investigación Oncológica de Londres, describió el diagnóstico como “muy difícil de asimilar para una familia, ya que supone una carga de por vida tener que vivir con ese riesgo”.
El caso ha reabierto el debate sobre los límites internacionales al uso de esperma de donantes. En la actualidad, no existe una ley global que regule cuántas veces puede utilizarse el material genético de una misma persona. La Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología ha sugerido un límite de 50 familias por donante, aunque reconoce que esto no evitaría la transmisión de mutaciones raras, pero podría reducir el impacto social y psicológico de descubrir cientos de medio hermanos. Y el riesgo de consanguineidad, sobre todo.
Expertos en fertilidad subrayan que los controles existentes ya son rigurosos y que, de endurecerse aún más, podría reducirse el número de donantes disponibles. El Banco Europeo de Esperma recordó que “miles de mujeres y parejas no tienen la oportunidad de tener un hijo sin la ayuda de esperma de donantes” y que estos casos son “extremadamente raros”.