Este domingo 24 de agosto se cumplen seis años desde que Blanca Fernández Ochoa, una de las deportistas más queridas de España y la primera mujer nacional en conseguir una medalla olímpica de invierno, fue vista por última vez. Aquella jornada, la esquiadora olímpica realizó un recorrido sencillo.
Pero antes de coger el coche y emprender el que sería su último viaje, Blanca estuvo hablando con su hermana Lola, con quien vivía en su casa de Aravaca, para contarle que estaría fuera unos días. “No estoy bien. Necesito estar sola y pensar. Quizás haga el Camino de Santiago. Ya te llamaré”, le dijo.
Estas escapadas, según desveló su hermano Luis a posteriori en el documental El viaje. La medalla es la salud mental (2023) eran habituales y “todos los otoños nos hacía lo mismo, desaparecía dos o tres días y nos tenía a toda la familia buscándola”. Pero aquel agosto de 2019 fue diferente.
Tras pasar la primera noche fuera, Blanca hizo una parada rutinaria en el supermercado Hipercor de Pozuelo de Alarcón. Allí compró un poco de queso, que pagó en efectivo. Después, sin compartir sus planes con nadie, tomó rumbo a Cercedilla, un pequeño y familiar rincón de la sierra madrileña que conocía a la perfección y donde un vecino la vio en los alrededores de la escultura que hay en el pueblo en memoria de su hermano Francisco Fernández Ochoa.
Un coche, una pista y una incógnita
El 25 de agosto, solo un día después, un testigo situó el coche de Blanca en el aparcamiento Majavilán, en la carretera de Las Dehesas, Cercedilla. La escena no despertó las alertas, pues su familia todavía no había dado la voz de alarma. Sin embargo, los días pasaron y finalmente el 29 de agosto los Fernández Ochoa pusieron una denuncia por desaparición en la comisaría de Aravaca.
La deportista se había dejado el móvil en casa y la policía inició un despliegue para buscar su vehículo. Tras dos días de búsqueda infructuosa en los que solo se conocía la matrícula del coche, el 31 de agosto su desaparición se hizo pública.
La policía difundió la noticia de la desaparición de Blanca Fernández Ochoa y pidió la colaboración ciudadana. Dada la fama de Blanca, su búsqueda saltó a los titulares y ocupó horas en la pequeña pantalla. Fuera de los medios también hubo movimiento y centenares de voluntarios y cuerpos de seguridad se lanzaron a las montañas de Cercedilla, buscando alguna señal que llevara a la esquiadora.
El 1 de septiembre se localizó el coche de Blanca Fernández Ochoa en el aparcamiento de Las Dehesas, en Cercedilla (Madrid), un paraje habitual para excursionistas y muy familiar para la exesquiadora. La inspección policial descartó que el vehículo presentara signos de violencia, por lo que las labores de búsqueda se centraron de inmediato en los alrededores. Para coordinar el operativo, se instalaron dos carpas en la zona.
A partir de ese momento, la principal línea de investigación fue la de una “desaparición voluntaria”. En el mismo instante del hallazgo, se celebraba en Cercedilla una carrera popular, la ‘Siete Picos Integral’, lo que facilitó que la organización, voluntarios y varios participantes se sumaran activamente a las tareas de búsqueda. Los equipos desplegados en la sierra trabajaron intensamente hasta que las condiciones de luz hicieron imposible continuar.
Los días siguientes, 2 y 3 de septiembre, la búsqueda no cesó, e incluso se utilizaron drones para buscar a Blanca, aunque sin éxito.
La peor de las noticias llegó el 4 de septiembre después de que durante una batida se encontrara el cuerpo sin vida de una mujer. Pocos minutos después, se confirmaba que se trataba de Blanca Fernández Ochoa. Estaba en el pico La Peñota, una zona de complicado acceso ubicada entre Madrid y Segovia.
La confirmación de su muerte dejó sin respiración no solo a aquellos que la conocían personalmente, también a los que siguieron de cerca su carrera. Y es que Blanca Fernández Ochoa forma parte de la historia del deporte español. De todos ellos, quienes más sintieron su pérdida fueron sus hijos, David y Olivia Fresneda. Durante los días de búsqueda, los hermanos no perdieron la esperanza en ningún momento y, cuando ya se confirmó el fallecimiento de la deportista, se convirtieron en el mejor apoyo del otro, una unión que sigue siendo fuerte.