Con la llegada de las lluvias tras el paso de la DANA por la Península Ibérica se ha podido afectar hasta qué punto puede afectar el mal tiempo a la vida cotidiana de las personas. Algunas compañías aéreas, por ejemplo, han alertado de que los vuelos pueden sufrir retrasos y cancelaciones según vayan evolucionando las condiciones meteorológicas. Pero al margen de esto, muchos empezaban ahora a acostumbrarse al calor en ciudades como Madrid para ver cómo, de nuevo, ha llegado una nueva época de noches más frescas y precipitaciones intermitentes.
Ante esta situación, que se prevé que perdure hasta la segunda mitad de la semana, algunos organismos responsables del funcionamiento del transporte han tomado medidas para minimizar los efectos de las condiciones climatológicas. Algo que viene siendo habitual, por ejemplo, en el caso de la Dirección General de Tráfico (DGT), que estos días así trata de adecuar la circulación de vehículos en la carretera a las nuevas necesidades con una serie de modificaciones en el Reglamento General de Circulación.
Cambios que, como bien señala la Subdirectora adjunta de Circulación de esta entidad, Ana Blanco buscan adaptar el reglamento a las dinámicas de movilidad actuales, intentando “adecuar aspectos de la señalización”, sobre todo de la más antigua, “a cambios en el ámbito de la movilidad, en especial en lo relacionado a modificaciones en cuanto a tecnología de los vehículos y otros aspectos”. El objetivo es claro: mantener siempre en niveles máximos la compresión de los conductores de su entorno cuando circulan y de todos los indicativos que se van cruzando “para garantizar la Seguridad Vial y los desplazamientos eficientes”.
P-33, la nueva señal que ha implantado la DGT
De este modo, quienes estén conduciendo podrán ahora encontrarse una nueva señal triangular roja con el fondo blanco. Como bien sabrán, esta forma tratará de advertirles de que hay algún elemento del que deben estar atentos, porque de no ser así pueden exponerse a algún peligro. Si en el centro de la señal ven la mitad de un vehículo adentrándose en la lluvia, esta señal no será otra que la P-33, cuya imagen se ha visto modificada, pasando de tener una visión frontal del coche a una de perfil.
Su presencia indicará a los conductores “peligro por la proximidad de un tramo en el que frecuentemente la circulación se ve dificultada por una pérdida notable de visibilidad debida a niebla, llucia, nieve, humos, etc”. Lo que se ha pretendido con el cambio es que no haya riesgo de confusión y que nadie entienda que, por ejemplo, pueden estar cayendo piedras u otros objetos sobre el vehículo.
El cambio también se ha debido a un intento de unificar las señales que las diferentes ciudades habían ido aprobando con el paso de los años. “Provocaba confusión”, ha alegado Blanco, “cuando un responsable municipal o autonómico detectaba una necesidad de señalización no recogida en el Catálogo de Señales, ‘ideaba’ una señal y la amparaba en una norma propia”. Estas diferencias entre municipios se pueden apreciar en otras señales como la R-420 o la P-21b, donde los conductores pueden encontrarse “iconos diferentes en cada localidad”.
Cambios como estos se harán efectivos en cuanto se apruebe la nueva versión del Reglamento de Circulación, aunque las sustituciones se irán haciendo de forma progresiva en cuanto “se vayan haciendo nuevos tramos de vía o cuando haya necesidad de reponer las existentes”. A propósito de esto, un objetivo marcado por la DGT es, precisamente, agilizar esta clase de procedimientos de cara a las “futuras necesidades tecnológicas, de regulación del tráfico, de seguridad vial o de otros aspectos”.