‘La conformista’, una novela sobre el vértigo existencial: “Una persona que vende pollos puede tener mejor vida que una con un posgrado”

Alba Dedeu presenta, ahora en español, su primera obra, un relato sobre el trabajo, la vida en pareja y el bucle emocional de una coyuntura en la que la esperanza es sólo una acepción en el diccionario

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Alba Dedeu presenta 'La conformista', un retrato de los altibajos vitales y la insatisfacción coyuntural
Alba Dedeu presenta 'La conformista', un retrato de los altibajos vitales y la insatisfacción coyuntural

Eva y Pere venden pollos. La primera está embarazada y deberá dejar su puesto de trabajo, mientras que el segundo seguirá empapándose del sudor que se genera en el cubículo en el que vende pechugas y contramuslos a los vecinos del barrio. De la tienda a casa y del hogar al trabajo. El olor a aceite se impregna en su hedor, tan poroso que no se desvanece ni con el jabón con el que ambos se duchan. Eva y Pere son pareja, pero no atraviesan su mejor momento.

La conformista (Sexto Piso), la primera novela de Alba Dedeu (Granollers, 1984), ahonda en los pequeños altibajos de la vida y va más allá del simple descontento generalizado con las rutinas coyunturales. “Las frustraciones de pareja, de familia, o del trabajo son universales”, comenta a Infobae España. El suyo es un relato coetáneo, actual y casi futuro. Un tratado emocional en el que la trayectoria vital se presenta como una casilla vacía.

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La idea de generar un conflicto entre dos personajes en apenas 100 páginas le surgió tras una visita a una tienda que, como en el libro, vendía pollos al ast. “Hacía un calor insoportable y se me ocurrió preguntarme cómo viven, qué les pasa cuando llegan a casa”, dice la autora. La obra lidia con algunos de los “males contemporáneos” que azotan a las nuevas generaciones. “Si se me va el sueldo en el alquiler y en la corriente de la luz, ¿cómo voy a tener un hijo?”, reflexiona la escritora, que considera que La conformista tendrá una lectura distinta dependiendo de la edad de su receptor.

Para Dedeu, el reto era “explicar una relación larga de pareja sin caer en tópicos”, es decir, sin el “romanticismo de Disney” y alejándose de la idea de “aguantar” en el domicilio conyugal incluso si hay problemas acuciantes. “Ahora hay unas ganas tremendas de tenerlo todo en su sitio y nuestras madres eran más relajadas en ese sentido”, explica. Para la autora, la perfección es uno de los grandes enemigos del presente. “Está muy bien intentar llegar lo más lejos que puedas, pero llega un momento en el que te vas a frustrar si no encuentras la manera de parar”.

“Si se me va el sueldo en el alquiler y en la corriente de la luz, ¿cómo voy a tener un hijo?”

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Alba Dedeu, autora de 'La conformista'
Alba Dedeu, autora de 'La conformista'

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“Ahora hay mucha presión desde el principio, antes todo era mucho más relajado”, dice Alba Dedeu sobre el mercado laboral, las carreras universitarias y el panorama profesional. “Cuando empecé, mandaba correos a las editoriales y me ofrecía a hacer las traducciones al catalán” de algunas de las obras que incluían en sus catálogos. Ahora, sin embargo, “está todo muy estructurado”, lo que limita mucho y reduce las oportunidades de “abrirte un camino por tu cuenta”.

La conformista no sólo plantea la duda de si la elección que se ha hecho es la idónea (tanto en el trabajo como en la pareja), sino que permite que la confusión crezca conforme se avanza en la obra. ¿Estar vendiendo pollos en una tienda en la que a Eva se le corre todo el maquillaje es aspirar a poco? ¿A mucho? ¿Es un faux pas antes del gran salto?

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“La mayor parte de la gente está pudiendo estudiar lo que quiere”, pero después sales al mercado laboral y no siempre encuentras un trabajo acorde con los aprendido. “A veces una persona que está vendiendo pollos se gana mejor la vida que uno que tiene un posgrado, la gente se siente frustrada”, dice. “Nuestros padres y abuelos nos decían que había que estudiar, pero ellos tampoco podían saber lo que iba a ocurrir económicamente”, apostilla. Para Dedeu, su novela busca plasmar esa corriente social que “menosprecia” a la gente que no tiene una carrera: “Parece que si no has estudiado en una universidad eres poca cosa”, concluye.

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