El Mallorca acaba con la Real Sociedad en los penaltis y vuelve a una final de Copa 21 años después

Con un 1-1 tras los 90 minutos y la prórroga, el conjunto bermellón prosperó desde el punto fatídico, que se les atragantó a los donostiarras (4-5): Brais Méndez ya falló una pena máxima en la primera parte

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El Mallorca celebra el pase a la final de la Copa del Rey (REUTERS/Vincent West)
El Mallorca celebra el pase a la final de la Copa del Rey (REUTERS/Vincent West)

Los penaltis pudieron dárselo todo a la Real Sociedad en busca de la final de la Copa del Rey, pero acabaron sonriendo al Mallorca. Brais Méndez primero, aún en el tiempo reglamentario, y Oyarzabal después se encontraron con un salvador Greif para que el club balear opte, por primera vez en 21 años, a levantar el torneo del KO. La hazaña de 2003 podría tener reválida ahora tras unas semifinales en las que todo el interés, no quedó otra por el precedente, se concentró en Anoeta. Allí donde Darder pasó a la historia de los bermellones con un acierto sinónimo de euforia en la isla (1-1, 4-5 en los penaltis).

Pasó mucho rato hasta que el partido se abrió a que sucediesen cosas en él. Al borde de la conclusión de una primera parte plomiza y en la que se comprendió perfectamente el porqué del 0-0 con el que concluyó la ida, al Mallorca le llegó el peor castigo posible. Dentro de la inoperancia general, los visitantes lo intentaban algo más. Y, sin embargo, se encontraron con una mano de Raíllo dentro del área que le dio a la Real la oportunidad de redimirse desde el punto de penalti. Hubo poco espacio para las lamentaciones, y finalmente pasaron a darse en el bando donostiarra: Brais Méndez se topó con Greif para sumar su tercera pena máxima consecutiva errada.

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El penalti fallado por Brais (REUTERS/Vincent West)
El penalti fallado por Brais (REUTERS/Vincent West)

Por si esto no fuera suficiente castigo para los de Imanol, se vieron por debajo en el marcador nada más volver del descanso. Confirmándose que el conjunto bermellón estaba algo más fino, un testarazo de Gio González significaba el primer gol de la eliminatoria. Nada menos que en el minuto 50 de la segunda mitad de la vuelta de esta semifinal. Al poco, Larin, aun en fuera de juego, perdonó una ocasión clarísima en solitario ante Remiro. Un fallo que acabó pagándose caro, pues supondría, minutos más tarde, ver cómo la Real se reenganchaba al encuentro.

Los txuri-urdin fiaban sus opciones a la recuperación para la causa de Oyarzabal. El ídolo local no defraudó a su parroquia, sentenciando a la perfección una contra en la que el pase de la muerte se lo dio, pura redención parcial, Brais. El nuevo cariz que tomaba el choque supuso ver a una Real con mucha más mordiente arriba a partir del 1-1. De hecho, Greif sacó una mano realmente salvadora ante Becker. Pero ninguna opción se consumó. Tampoco la más clara del Mallorca antes de que el duelo quedase abocado a la prórroga, con Jaume Costa, a la hora de definir, mandando el esférico a las nubes. Al igual que haría, al otro lado del campo, Galán.

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Oyarzabal y Gio en acción (REUTERS/Vincent West)
Oyarzabal y Gio en acción (REUTERS/Vincent West)

Posible gol fantasma de la Real

El suspense seguiría por todo lo alto en busca de resolver el empate. Fue así porque Samu Costa sacó un balón en la mismísima línea y, acto seguido, usó el pecho para volver a hacer lo mismo, dando la impresión de que la pelota podía estar dentro de la portería. El gol fantasma sobrevoló el Reale Arena, pero, en una acción realmente complicada de juzgar, Gil Manzano tiró del ‘sigan, sigan’ tras una cierta incertidumbre.

En la primera mitad de la prolongación, fue el Mallorca quien más achuchó, obligando a Remiro a hacer gala de sus mejores reflejos tras una intentona de Darder. Nada más empezar la segunda, hubo alternancia de oportunidades. Becker primero y Radonjic después provocaron el ‘¡uy!’ en el área. Y hasta ahí, ya con los dos equipos faltos de energía y, qué remedio, abocados a decidir su suerte en los penaltis.

La igualdad, otra vez, fue máxima. Greif frustró el primero de la Real (la heroicidad de Oyarzabal se apagó aquí); Muriqi acertó; le siguió Turrientes; Morlanes volvió a empatar; Olasagasti tampoco falló; Mascarell, ídem; Zubimendi, más de lo mismo, y Radonjic, también. Llegaban los lanzamientos decisivos, a todo o nada. Becker acertó, pero Darder hizo lo propio y firmó, por el error inicial de los vascos, la sentencia de muerte de la Real.

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