El día que el fútbol argentino fue la "Champions League" en el partido más importante de los últimos 40 años

El encuentro más complejo de Argentina en las últimas cuatro décadas fue el ejemplo fiel de que el país puede producir espectáculos pacíficos y de alta calidad. "Parecía que estaba viendo el Super Bowl o un partido de la Champions", lo resumió el propio Rodolfo D'Onofrio

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River celebró un título en el Superclásico más destacado de las últimas cuatro décadas (Marcelo Ruiz)

Gonzalo Martínez se escapa por la derecha. Engancha y desorienta a Frank Fabra dentro del área. Su centro rasante lo toma con lo justo Ignacio Scocco, quien puntea el balón y evade la reacción de un Agustín Rossi a contra marcha.

Una porción de la tribuna se quiebra de algarabía; la otra lo sufre y rasga sus vestiduras. Rodolfo D'Onofrio siente que una "bomba atómica" explota en su interior. Su semblante en la platea no lo expone. Media hora más tarde su gesto será retribuido por Daniel Angelici con un abrazo y un fuerte apretón de manos. Todo es pasión y paz con el linaje del fútbol argentino exponiendo lo mejor de su raza.

No es el guión de una película futbolera fantaseada por las plumas nacionales más brillantes, se trata de la fiel recreación de lo ocurrido en Mendoza durante la reciente semana en el Superclásico más trascendental de los últimos 42 años. Por algunas horas, el fútbol argentino se transformó en un sinónimo de calidad y respeto. Algo así como el reflejo de la Champions o la Premier.

La final de la Supercopa entre River y Boca fue por algunas horas la evocación del ideal que Argentina desea para sus torneos locales: el espectáculo del fútbol en su máxima expresión, sin quitarle la necesaria competitividad. La reformulada Empresa Torneos estuvo a cargo del evento y logró su cometido de exponer ante millones de personas que el cambio de imagen es posible.

Gonzalo Martínez celebra ante sus hinchas en Mendoza (River oficial)

"Está muy bueno lo que ocurrió: la fiesta, cómo fue la previa. Felicito a los que organizaron el evento. Lo que fue la iniciación, la música, la gente. Parecía que estaba viendo el Super Bowl o un partido de la Champions. ¡Qué bueno que pase esto en un River-Boca!", se entusiasmó el propio D'Onofrio en una entrevista que le brindó a Fox Sports para celebrar el título.

La realidad indica que esta cadena de hechos se inició desde la cabeza de Ignacio Galarza, el flamante CEO de Torneos. La determinación fue la de contagiar primero a los protagonistas para que eso se disemine por el público y así comenzar una modificación en la cultura de la violencia que surge como primera expresión en los estadios argentinos. Otro fútbol es posible sin la necesidad de perder la pasión que caracteriza a esta parte del planeta.

Ignacio Galarza, Ceo de Torneos (LaNación)

Angelici y D'Onofrio compartieron una cena de camaradería en Mendoza durante las horas previas. Allí se alcanzó el combo esperado: la tolerancia en paz entre dos colores opuestos y las clásicas cargadas locales.

Lo repitieron en las plateas del Estadio Malvinas Argentinas. En compañía de Claudio Tapia, los dos presidentes convivieron durante 90 minutos con apenas unos metros de distancia. Respeto y gestos de cordialidad. "Ser y parecer", lo resumió el máximo directivo de River.

En las tribunas estuvieron las clásicas cargadas, sin la irrupción de la violencia (Walter Talotti)

El show de los gestos fue acompañado por un espectáculo de alta calidad. Transmisiones superiores a los 6 horas entre previa, partido y post de los dos canales que lo emitieron –TNT Sports y Fox Sports–, presentaciones musicales, eventos de acrobacia y juegos de luces pusieron al estadio de Mendoza en una posición internacional. Lo que ocurría en la cancha era reflejado en millones de pantallas alrededor del mundo en la más alta calidad.

La emotividad que aporta cualquier Superclásico –potenciada al máximo por tratarse de una inédita final– necesitaba un marco de producción acorde que acerque a los fanáticos extranjeros y también devuelva a las familias a los campos de juego. El lema que instauró fue sencillo y contundente: la pasión del fútbol argentino es un espectáculo pacífico de primer nivel que puede superar a la Champions, la Premier o la Liga de España.

La imagen más buscada: tras el partido, los hinchas de River y Boca se marcharon por el mismo sector sin violencia (@SC_ESPN)

El sueño de los estadios llenos que promulga como meta la Superliga desde su fundación dio un paso fundamental en Mendoza. Las hinchadas más caudalosas del país recorrieron alrededor de mil kilómetros sin hechos de violencia significantes en las inmediaciones. Las aficiones de dos grandes rivales vivieron un partido de fútbol como debían: alegrías para los ganadores, tristezas para los perdedores y armonía en la final.

La utopía que sueña la mayor parte futbolera de Argentina se terminó transformando en un hecho tangible. Justo en el partido más complejo de la última era, Galarza y Torneos –que gestiona la posibilidad de transmitir el Mundial con DirecTV en 4K– expusieron una revolución ante los ojos del prejuicio. Las tierras que germinaron a los mejores futbolistas de la historia también pueden ser un sitio amable a los ojos del hinchas de todo el planeta.

Más allá de la derrota, los jugadores de Boca se quedaron en cancha esperando la premiación (Télam)

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