Leandro Ocón: “La pandemia reprodujo los esquemas de poder y acentuó las diferencias entre bloques geopolíticos”

El COVID-19 desnudó no solo las limitaciones que tuvieron los gobiernos para atender una crisis sanitaria de dimensiones inesperadas. También puso en evidencia la desigual distribución del poder político en el mundo. DEF dialogó con Leandro Ocón, especialista en Defensa, Seguridad y Economía Política, y docente de distintas universidades de nuestro país

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Leandro Ocón es licenciado en Ciencia Política y magíster en Estrategia y Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra. En 2020 coordinó el libro “Ciberdefensa: claves para pensar una estrategia de Soberanía Nacional”, editado por Taeda (Fernando Calzada)
Leandro Ocón es licenciado en Ciencia Política y magíster en Estrategia y Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra. En 2020 coordinó el libro “Ciberdefensa: claves para pensar una estrategia de Soberanía Nacional”, editado por Taeda (Fernando Calzada)

“Estamos en un mundo donde cualquier medida que tomemos para controlar la libre circulación de personas, de información o de bienes genera un problema económico”, afirma el politólogo Leandro Ocón, experto en Defensa, Seguridad y Economía Política. Es lo que sucedió, justamente, durante la pandemia de COVID-19, cuando se acentuaron las diferencias entre los distintos bloques geopolíticos. DEF conversó con este especialista para entender cuáles han sido las lecciones aprendidas e identificar las amenazas que enfrenta la humanidad.

-Si organismos como la ONU advierten sobre la posibilidad de que aparezcan otras pandemias en el mundo, ¿hay que comenzar a prepararse?

-En primer lugar, cuando hablamos de pandemias, nos estamos refiriendo a un proceso global que afecta y atraviesa fronteras. Las pandemias no ven esos límites que pone el hombre. Su característica fundamental: tienen que ser infecciosas, contagiar y generar un impacto negativo en la salud humana en un corto plazo. Este fenómeno se acopla a la globalización, caracterizada por la mayor capacidad de circulación de información y de personas, también en muy corto tiempo.

-Si no hay límites, ¿puede haber conflicto?

-Claro, estamos en un mundo donde cualquier medida que tomemos para controlar la libre circulación de personas, de información o de bienes genera un problema económico. A su vez, en el planeta, existe una mayor concentración de personas en determinados lugares: las megaciudades. Eso es lo que los especialistas están observando: cualquier enfermedad, en espacios con mucha concentración, puede explotar. Entonces, ¿qué nos están diciendo? Que los países tienen que estar preparados para esto porque es una de las grandes amenazas de la humanidad.

Ocón describe tres aspectos fundamentales de las pandemias: "tienen que ser infecciosas, contagiar y generar un impacto negativo en la salud humana en un corto plazo" (AFP)
Ocón describe tres aspectos fundamentales de las pandemias: "tienen que ser infecciosas, contagiar y generar un impacto negativo en la salud humana en un corto plazo" (AFP)

Las vacunas en el (des)orden mundial

-¿Sabemos qué tenemos que hacer para enfrentar la próxima pandemia?

-De la última pandemia, aprendimos que no había una misma respuesta para este interrogante. Además, se evidenció la distribución de la geopolítica del poder tecnológico: los países más desarrollados (industrial y tecnológicamente) pudieron elaborar vacunas y permitir a sus propias poblaciones acceder a ellas de manera temprana. Los demás Estados debieron pedirlas. Una distribución clásica del poder, arraigada al sistema industrial de cada país. Y creo que hay un tema que anticipó a la guerra de Ucrania.

-¿Cuál sería ese tema?

-Las vacunas terminaron siendo también un mecanismo de prohibición de circulación de personas. Quienes tenían la vacuna rusa no podían entrar a EE. UU. Eso adelantó un futuro conflicto. Estábamos viendo cómo se estaba desacoplando, desde un punto de vista geopolítico, un país del otro. Terminó la pandemia y comenzó la guerra. Incluso, el mismo Donald Trump, antes de la pandemia, inició la guerra comercial con China. Luego, se lo vio insistir con esto de la “gripe china”. Trump identificó al gigante asiático como principal oponente y comenzó a competir geopolíticamente. Me cuesta disociar los fenómenos político-históricos en el momento en el que estamos. La pandemia terminó reproduciendo los esquemas de poder y acentuó algo que se venía dando: la diferencia entre los bloques geopolíticos.

-¿Y qué ocurrió hacia el interior de los Estados?

-Salimos de la pandemia, y los Estados más beneficiados fueron los que pudieron fabricar vacunas, porque ya tenían capacidad industrial y ya venían de un contexto que no continuaba con la globalización. “America first”, decía Trump. Hoy, uno mira el nuevo Consenso de Washington, y volvemos a principios del siglo XX: hoy, el mundo se parece más a 1920 que a 1999. Los países están focalizándose en sus propios territorios y en su desarrollo. Cada país se está cuidando porque, después de todo, los votantes castigan al líder de ese momento. Electoralmente hablando, fueron muy pocos los partidos o candidatos que lograron una reelección en período de pandemia.

"Los países más desarrollados (industrial y tecnológicamente) pudieron elaborar vacunas y permitir a sus propias poblaciones acceder a ellas de manera temprana" (NA)
"Los países más desarrollados (industrial y tecnológicamente) pudieron elaborar vacunas y permitir a sus propias poblaciones acceder a ellas de manera temprana" (NA)

El posicionamiento argentino

-¿Hay una geopolítica de la salud?

-Sí, hay una geopolítica de la salud y tiene que ver con a dónde apunta cada país: el sistema de salud y cómo está entramado con el industrial, el tecnológico y el científico. Es un ecosistema nacional que te dice: “estas son las condiciones en las cuales vos estás en el mundo. Si mañana explota una pandemia, este es tu punto de partida”. En ese sentido, Argentina tiene uno de los mejores sistemas de salud de la región. Por eso, creo que las comparaciones –cuando hablaban de las cuarentenas– son engañosas. Porque obviamente un país con determinado perfil puede afrontar una pandemia de una manera y; otro con menos recursos, de otra. Además, hay que considerar las características propias: no es lo mismo gobernar un país unitario, como Chile o China, que uno federal, como Argentina y EE. UU.

-¿Qué sugerís?

-Nosotros tenemos que ser más conscientes, no solo de quienes son nuestros aliados estratégicos, sino también de que cuando las papas queman el sistema internacional se vuelve un “sálvese quien pueda”. Cuando ocurre un fenómeno transnacional, así sea una pandemia o un meteorito, la primera respuesta es proteger a la propia población. Y si no podés, esta va a hacer lo que pueda por sí misma. El caos.

-¿Cómo puede un país evitar el caos?

-Teniendo los mecanismos para resolverlos. Un elemento geopolítico que es clave es saber qué podemos hacer y qué no para, sobre esa base, elaborar una política pública. Es lógico que la gente haya olvidado lo que ocurrió durante el COVID-19; los que no deben olvidarlo son los profesionales del Estado. La pandemia es principalmente una política de defensa nacional: es una amenaza, pone en riesgo la salud y el patrimonio de todos los habitantes argentinos. Significa que tenemos que tener una política que contemple ese tipo de amenazas, que involucre interministerialmente a distintos organismos y que articule una serie de medidas transversales. Los estadistas ven más allá de la realidad histórica y coyuntural.

Para Ocón, resulta esencial una política nacional que contemple amenazas como la pandemia, y que involucre interministerialmente distintos organismos y medidas transversales (Fernando Calzada)
Para Ocón, resulta esencial una política nacional que contemple amenazas como la pandemia, y que involucre interministerialmente distintos organismos y medidas transversales (Fernando Calzada)

Más allá de las buenas intenciones

-¿La ONU supo liderar la problemática de la pandemia?

—La ONU no dijo nada distinto de lo que yo hubiera esperado que dijera. Es una organización que fue concebida con el fin de encontrar un espacio de armonía entre las naciones. Muchos países periféricos le hicieron caso, y los más poderosos hicieron lo que quisieron. Mi crítica no es que la ONU esté mal, sino creer que si hacés lo que dice vas a estar bien. El poder se cuela detrás de las redes de esos papeles escritos con buenas intenciones. Ahora, estamos viendo un poco la pérdida de poder de la ONU porque estamos en un momento de redistribución de poder, con desacoples geopolíticos que generan fronteras calientes. Pienso en Yemen, Taiwán, Ucrania y Afganistán. El lugar de encuentro de bloques de poder empieza a ser un espacio de disputa.

-¿Cómo imaginás que se repartirá el poder en la próxima pandemia?

—Dependiendo de la característica de la pandemia. Creo que va a tener un correlato muy notable esto de la cercanía geográfica y la infraestructura tecnológica. En este momento, hay una competencia muy grande de infraestructura. Por ejemplo, la Sinopharm pertenece, de alguna manera, a la corriente de la Ruta de la Seda de China. Me imagino que EE. UU. también está tratando de responder. Vuelve a ocurrir otra pandemia, y vamos a estar frente a los mismos dilemas. Además, como dice Shoshana Zuboff, vamos hacia un capitalismo vigilante. Esta vigilancia tiene su propio correlato nacional, porque vale la pena preguntarse de dónde vienen las tecnologías: el que procesa información detenta un poder que no tiene el que no lo hace. Volvemos al viejo esquema de 1920 de empresas alineadas con los intereses de las naciones de donde proceden.

"Mi crítica no es que la ONU esté mal, sino creer que si hacés lo que dice vas a estar bien. El poder se cuela detrás de las redes de esos papeles escritos con buenas intenciones" (AFP)
"Mi crítica no es que la ONU esté mal, sino creer que si hacés lo que dice vas a estar bien. El poder se cuela detrás de las redes de esos papeles escritos con buenas intenciones" (AFP)

-Considerando el lugar de Argentina en la región y en el mundo, ¿qué otras variables hay que tener en cuenta?

-Mi opinión más políticamente incorrecta: ¿de qué se debe encargar el Estado y de qué no? ¿Cuáles son nuestras prioridades? De ellas, sale el presupuesto público y la capacidad de recaudación. Yo soy vieja escuela total: hay que asegurar la producción y la generación de riqueza, proteger a tu población y consolidar una sociedad justa.

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