El documental Crisis: 1975 (Breakdown 1975, su título original, mucho más explícito por cierto) dirigido por Morgan Neville y estrenado este mes en Netflix invita a redescubrir una etapa clave en el cine estadounidense de los años 70: a través de una serie de películas y personajes icónicos de Tiburón y Atrapado sin salida a Tarde de perros y Barry Lyndon con Al Pacino, Steven Spielberg, y Jack Nicholson como protagonistas, la narración a cargo de Jodie Foster habla de una “implosión cultural” ocurrida hace 50 años. Aquel fue un breve pero intenso periodo caracterizado por la desilusión social y una inédita libertad creativa en la gran industria de Hollywood, que redefinió lo que significaba hacer cine en Estados Unidos y desde allí, se proyectó al mundo.
Aunque el título menciona un año concreto, la obra de Neville abarca un lapso más amplio, aproximadamente de 1974 a 1976, marcado por la convivencia de la angustia política y un impulso innovador. Por eso el documental incluye fragmentos de películas emblemáticas como Nashville de Robert Altman y Los tres días del cóndor, el thriller paranoico protagonizado por Robert Redford (ambas estrenadas en 1975), así como Todos los hombres del presidente, Taxi Driver, Network y Asalto al precinto 13 (1976). A través de este material y de imágenes de archivo, la producción muestra la efervescencia estética y el trasfondo social de ese periodo.
Hay testimonios de figuras centrales como Martin Scorsese, Ellen Burstyn, Joan Tewkesbury, Albert Brooks, Josh Brolin y Seth Rogen, y destaca la narración de Jodie Foster, quien plantea: “¿Estábamos viviendo el sueño americano o una pesadilla americana?”. Los participantes coinciden en el carácter personal e innovador del cine de la época; como resume Brolin, las películas “no seguían las tendencias. Se trataba de un punto de vista personal”.
Sin embargo, la estructura y profundidad de la obra tienen sus baches: el relato salta entre temas con transiciones abruptas y evita articular un argumento sólido, lo que da como resultado una visión parcial de asuntos clave. Aunque se resaltan datos notables —como el éxito de Sweet Sweetback’s Baadasssss Song, una película emblemática del cine blackexplotation de la épóca en el circuito independiente y la frase: “Hollywood aprendió que el éxito no es blanco ni negro, es verde”— el documental ofrece una cobertura superficial de fenómenos históricos, especialmente el tema racial y el cine afroamericano.
Para quienes ya conocen el cine de los años 70, las aportaciones resultan limitadas en novedad aunque no dejan de ser certeras. Aun así, el documental consigue funcionar como una introducción eficaz para nuevas generaciones o para espectadores que apenas se acercan al cine clásico estadounidense. Hay un valor didáctico evidente, en un contexto donde los catálogos de streaming privilegian títulos recientes, situación que alimenta la idea de que los filmes antiguos han perdido atractivo.
Entre los largometrajes retomados figuran Infierno en la torre, La conversación, Tarde de perros e incluso El Padrino 2, todas películas que mantienen vigencia y diálogo con el presente. En definitiva, el mayor aporte de Crisis: 1975 -una perla en el abultado catálogo de la plataforma- es abrir puertas para que nuevas audiencias descubran obras del pasado capaces de ofrecer reflexiones relevantes sobre la realidad contemporánea. Créase o no, buena parte de lo descripto sobre el clima de época de hace medio siglo, sigue resonando en el presente.
[Fotos: prensa Netflix]