Italia y Alemania, en disputa por la escultura preferida de Hitler

El reclamo de la réplica romana por parte de un museo alemán desata un enfrentamiento que rememora no solo la historia de la escultura, sino también los turbulentos eventos políticos de la Europa del siglo XX

Guardar

Nuevo

Visitantes admiran el Discobolus Palombara, una copia romana del siglo II en el Museo Nacional Romano, en Roma (AP/Andrew Medichini)
Visitantes admiran el Discobolus Palombara, una copia romana del siglo II en el Museo Nacional Romano, en Roma (AP/Andrew Medichini)

El mundo de la cultura y el arte se encuentra nuevamente en el epicentro de un enfrentamiento entre dos naciones europeas: Italia y Alemania. En esta ocasión, el motivo de la discordia es el famoso Discóbolo Lancellotti, una réplica romana del siglo II d.C. de la icónica obra del escultor griego Mirón.

El ministro italiano de Cultura, Gennaro Sangiuliano, ha levantado la voz exigiendo una disculpa del director de la pinacoteca alemana que ha alzado su reclamo sobre esta obra, que actualmente reposa en el Museo Nacional Romano. El punto álgido se encuentra en la carta enviada por el director del Museo Nacional Romano, Stéphan Verger, solicitando la recuperación de la base de mármol del siglo XVIII en la que reposaba el Discóbolo.

Sangiuliano, que llegó a asegurar que el responsable de la Gliptoteca de Múnich debería pasar “por encima” de su cadáver antes de entregar la obra, se reunió este lunes con el embajador alemán en Italia: “Me ha dicho que el Gobierno de Berlín no pide ninguna restitución ni reclama el Discóbolo y que fue una iniciativa del director del museo bávaro”. “Creo que este director nos debe una disculpa”, añadió en una nota el ministro, que fue tajante al enfatizar que “el Discóbolo Lancellotti es patrimonio de la nación y propiedad del Estado italiano”.

El trasfondo histórico agrega un matiz controvertido a esta disputa. En 1938, el escultor fue vendido a la fuerza por el príncipe romano Lancellotti a los nazis, cumpliendo la voluntad del entonces dictador italiano, Benito Mussolini. Este acto tuvo como objetivo satisfacer a Adolf Hitler, quien quedó impresionado por la estatua durante su visita a Roma en ese mismo año.

Es una réplica romana del siglo II d.C., considerada la más fiel del original perdido de bronce del escultor griego Mirón (siglo V a.C.) (Museo Nacional Romano)
Es una réplica romana del siglo II d.C., considerada la más fiel del original perdido de bronce del escultor griego Mirón (siglo V a.C.) (Museo Nacional Romano)

La estatua se convirtió en un emblema estético del régimen nazi, destacada en el documental Olympia de Leni Riefenstahl, dedicado a los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Tras ser comprada por cinco millones de liras y entregada al museo de Múnich, permaneció allí hasta 1948, cuando finalmente fue incluida en la lista de obras de arte transportadas ilegalmente a Alemania y que regresaron a Italia.

En su respuesta, el director de la Glipoteca no solo se muestra contrario a entregar la base de mármol solicitada, sino que recuerda su “reivindicación legal de la devolución del Discobolo”, al señalar que “la escultura fue adquirida legalmente por el Estado alemán”, asegura, sin mencionar el régimen fascista ni el nazi.

“Las instituciones italianas en el poder en ese momento estuvieron de acuerdo con la exportación. Ni siquiera fue un ‘regalo’ para Adolf Hitler. La repatriación a Italia violó la ley, según la opinión legal del Estado bávaro y de nuestro museo”, indica el responsable alemán.

Escena de "Olympia", de Leni Riefenstahl
Escena de "Olympia", de Leni Riefenstahl

La exposición del Discóbolo en “Arte Liberata 1937-1947″ este año resaltó la labor de funcionarios italianos que protegieron obras de arte del expolio nazi, incluyendo piezas de maestros como Piero della Francesca, Botticelli, Tiziano y Luca Signorelli.

Tras una reunión entre el ministro italiano de Cultura y el embajador alemán, se espera alcanzar un acuerdo para la devolución de la base de mármol a Italia. La esperanza de resolver esta disputa cultural persiste en ambas naciones, pero el trasfondo histórico y la legalidad de la adquisición de la obra continúan siendo puntos de fricción.

Esta confrontación no solo rememora la importancia del patrimonio cultural, sino que también desentierra recuerdos de una Europa sumida en conflictos políticos y la manipulación del arte como herramienta propagandística en regímenes totalitarios.

Fuente EFE

Guardar

Nuevo