Mora Godoy: “Mi éxito está hecho de mil fracasos, no le tengo miedo a perder”

Referente indiscutible de la cultura, emprendedora, arriesgada, animal de trabajo. Hoy estrena “Mora Godoy 20 años” en el Teatro Coliseo. En esta entrevista con Infobae Cultura habla del machismo empresarial, el enojo que la empodera y la magia de la música

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(Gustavo Gavotti)

“Soy un animal de trabajo”, dice mirando hacia la plaza de Charcas y Cerrito. Anochece en la ciudad, el ensayo de hoy tomó al menos seis horas. El resto de la compañía está preparándose para irse, pero ella todavía sigue: le da indicaciones al iluminador, habla con los asistentes y los bailarines, posa para las fotos con una sonrisa y responde todas las preguntas. “Sin la energía interna no hubiese llegado”, dice, “ni a palos hubiese llegado”. Mora Godoy es una fuerza de la naturaleza.

La bailarina que llevó el tango a todo el mundo —”A todo el mundo: a lugares a donde nunca había llegado como Siberia y China”—, que bailó con Barack Obama y que llevó a Liza Minelli ¡dos veces! a milonguear a La Viruta, estrena hoy en el Teatro Coliseo un espectáculo con el que recorrerá dos décadas de carrera. Serán ocho funciones los viernes y sábados a las ocho y media de la noche hasta una semana antes de Navidad, y después de un breve receso por las fiestas, Mora y la Compañía de Tango seguirán deslumbrando al público en el Teatro Colón de Mar del Plata.

“Mora Godoy 20 años” está compuesto con los grandes éxitos de su trayectoria, un panorama que va desde “La Cumparsita” hasta Piazzolla, desde los clásicos hasta el tango electrónico. Con nueve parejas en escena, el show tiene además la particularidad de mostrar a Godoy con dos bailarines muy diferentes: uno es Rodrigo Verón —”un bailarinazo; hacemos la parte de tango con una velocidad en las piernas que no se puede creer”— y el otro es nada menos que Matías Santos, el primer bailarín del Colón. “Me muero por saber qué le parece a la gente ver a dos Moras”, dice con una sonrisa pícara.

(Gustavo Gavotti)

Pasaron veinte años de Tanguera, ¿cuánto batallaste desde entonces?

—Antes de Tanguera también batallé muchísimo. Batallé como bailarina, como creadora, como ideóloga, como directora, como todo. Y desde Tanguera para acá, seguí. Hoy sé elegir las batallas; antes no lo sabía y perdí muchos años. Ahora estoy haciendo cosas que, si me hubiese avivado antes, estaría más contenta.

¿Quiénes te enseñaron a batallar?

—Mi abuela, mi papá… y la vida. Los fracasos: siempre digo que mi éxito está hecho de mil fracasos. No le tengo miedo a perder.

¿Tampoco hoy?

—¡Tampoco hoy! Estreno una obra después de dos años y medio: después de tanto trabajo ya es de la gente y la gente va a decidir si es un éxito o un fracaso. Yo estoy preparada para los dos, porque sin eso, cuando te caés no te podés levantar. Yo me caigo y me levanto y me vuelvo a levantar y me vuelvo a levantar. Soy una hacedora, soy una emprendedora. Y lo voy a hacer siempre.

¿Te considerás también una empresaria?

—Me siento emprendedora, pero no empresaria. Muchas veces los empresarios son gente inescrupulosa. Me ha pasado bastante. Hay muchos empresarios serios, pero, como hay muchos garcas, esa palabra ya no me gusta, está devaluada.

(Gustavo Gavotti)

Te lo preguntaba por tu rol frente a otras mujeres. Vos sos un ejemplo para otras mujeres.

—Me encanta serlo por empoderada.

¿El tango sigue siendo un lugar machista?

—¡Claro! En todas las notas que hice en los últimos años dije que el tango era muy machista. No solo por los hombres, sino también por las mujeres. Hoy, después de una pandemia, puedo decir que el machismo en la mayor parte de los sectores de poder es tremendo. No hay lugar para una mujer.

¿Por qué?

—Porque como mujer no existís. Estuve en muchas situaciones donde llevé ideas brillantes, ideas que se convierten en millones de dólares y que, sin embargo, se las quedaban los hombres. Se quedan con el rédito económico porque no consideran que vos formás parte, si sos mujer y bailarina. El machismo en Argentina está fuerte; todavía estamos lejísimos. No hablo ni siquiera de paridad porque en este caso, yo te traje una idea y soy mucho más inteligente que vos porque a vos no se te cayó una idea y me estás robando la mía. Si me hubiese despertado antes, si hubiese tenido los bufetes de abogados que tienen los señores empresarios, tendría un ballet federal ayudando a mucha gente, estaría viajando por el país rescatando a los chicos talentosos que jamás llegarían a bailar.

¿El enojo es un estímulo?

—Es un enojo que me empoderó.

(Gustavo Gavotti)

Cuando te pregunté por el machismo, yo lo pensaba en relación con lo sexual, pero vos hablás de un machismo relacionado con los negocios.

—¿Sabés por qué? Hace mucho hablamos del abuso —y por supuesto es real y quiero decir que hay mujeres abusadas, violadas, asesinadas y es gravísimo lo que pasa en la Argentina con un nivel de femicidios altísimo— pero ¿y el abuso económico que ejercen los empresarios? ¿Ese abuso no te genera trauma? Claro que sí. Y mucho. Me dio mucho dolor haber perdido Tanguera, que facturó millones de dólares. ¡Cómo no me va a doler! Pero ellos son empresarios, son gente de nombre. Decidieron que tenían que quedarse con la idea porque total esta en dos años no baila más. Pero no pasó: acá estoy.

¿Fueron concesiones por ingenuidad?

—Yo no tenía abogado. Trajeron un contrato, me dijeron “Firmá” y firmé. ¡Confié! Lo que pasa es que yo sigo estando, yo sigo bailando y mis obras quedan. ¿O a alguien le quedan dudas de que Tanguera es mía y la hice yo? Todos los periodistas de Argentina y todos los periodistas del mundo y toda la gente saben que es mía. El dinero… Bueno, yo soy feliz, estoy bien, puedo darle de comer a mi hija y voy a seguir haciendo cosas. Cada uno se pondrá el saco que le quede.

Te propongo seguir por un lado más positivo y pasar al espectáculo que estrenás.

—Pero esto no deja de ser positivo. Y es algo que hay que contar; no seamos hipócritas. Todo eso no lo vivo como algo negativo, ya lo exterioricé bien.

Si en el show traés a “La Cumparsita” y a la música de Bajofondo y Otros Aires. ¿Son dos tangos distintos?

—No es que haya dos, pero son distintos. La gente los diferencia. Una cosa es el tango tradicional y otra, el electrónico. Obviamente, el tango electrónico toma lo tradicional y lo lleva a la vanguardia, y entonces nosotros coreográficamente también pasamos de un tango a otro más vanguardista.

Con esa música tan a la vanguardia, ¿cómo lo toma el público?

—¡Bárbaro! Se enloquecen. Hace dos semanas estuvimos en Mendoza y San Juan y nos pidieron cinco bises. ¡No se iban! Ahí te das cuenta lo que importa el espectáculo. Si está mal hecho, qué importa qué música uses: no le va a gustar a nadie. Si tiene una elaboración, un cuidado, si tiene mucho ensayo y una búsqueda, eso hace que hoy lleguemos bien.

(Gustavo Gavotti)

¿En todos los ensayos le das una devolución a los bailarines?

—Sí. Y también la dan los chicos, porque armamos un grupo creativo con Iván Romero, Silvana Núñez, Gustavo Vargas, Rodrigo Verón y Celeste, que es la mujer de Rodrigo. Nos vamos dividiendo qué corregir. Hay chicos que hacen lo más tradicional, otros lo más moderno y yo hago algo general de lo que veo. Me gusta mucho enseñar coreografía. Me gusta mucho enseñar los tips que me dio Olga Ferri antes de entrar al Colón. Me gusta darles yeites y otras cosas para que se estrelles en un show. Yo veo muchos shows y hay algunos maravillosos y otros que tienen muchas fallas permanentes. No solo falta la dirección y el cuidado, sino que falta explicarles a los elencos determinadas cosas para que salgan más tranquilos, más seguros.

¿Qué tiene el tango que convoca de esta manera?

—¡Magia! Tiene una magia tremenda.

¿Qué es para vos el tango?

—Es mi forma de vida. Yo soy tanguera desde que me levanto hasta que me acuesto. Soy tanguera en mi forma de pensar. Me encanta el tango, me encantan las letras. El tango es nuestra marca de identidad y no lo entendemos. Pensá que no se invierte, acá prácticamente no hay prácticamente espónsor.

¿Cómo hacés para, por ejemplo, bailar con Obama y que eso no implique ser leído como una declaración política?

—Yo me manejo libremente. No significa que no tenga ideología o una manera de pensar. Eso muchas veces se confunde y me atacan. Hubo ciertas situaciones en las redes, que todos las vieron porque fui tendencia al dar ciertas opiniones. Yo siempre voy a estar del lado de la gente, del lado del laburante. Yo soy una laburante, y soy hija de gente laburante. Mi abuelo vino del Paraguay, mi papá es paraguayo y fue obrero de la construcción. Sé perfectamente lo que es vivir al día, porque me lo explicaron muy bien. Si bien a mí no me sobró nada de chica, yo tenía todos los días abrigo, agua caliente y comida. Pero mi papá, que vive conmigo, me recuerda todos los días lo que es vivir en una casa de barro sin cama. Yo siempre voy a estar del lado de la gente. Y hoy más que nunca.

* Mora Godoy se presenta los viernes y sábados a las 20.30 en el Teatro Coliseo

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