Pese a que se esperaba que anunciara la cifra concreta, el presidente Gustavo Petro dijo que el aumento del salario mínimo debe asegurar condiciones de vida adecuadas para los trabajadores y preservar su poder adquisitivo, conforme lo establece la Constitución. Así lo manifestó durante una alocución del 23 de diciembre, en la que explicó que el Gobierno considerará el salario vital familiar como base para el incremento salarial que se aplicará en 2026.
Por primera vez, el salario mínimo será determinado a partir de la canasta mínima vital. El mandatario indicó: “Salario vital, ese concepto lo ponemos en el decreto, es lo que buscamos”. Asimismo, recalcó que la decisión sigue lo que establece la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que estipula que Colombia debe garantizar “un nivel salarial necesario para proporcionar un nivel de vida digno a los trabajadores y sus familias”.
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En su intervención, el presidente comparó la evolución del salario mínimo durante los últimos gobiernos. Entre 2019 y 2022, periodo correspondiente al mandato de Iván Duque, el salario mínimo real tuvo una disminución de 1,4 %. Por el contrario, en el periodo comprendido entre 2023 y 2025, bajo la administración de Gustavo Petro, ese salario experimentó un aumento de 17,7 %, una cifra que representa una recuperación significativa del ingreso para millones de trabajadores.
Petro destacó que “Ha subido y va a subir más”. Explicó que “este es el cambio y quiere decir que hay más riqueza para el pueblo trabajador de Colombia porque ese 17,7% también es cerca de cuatro veces lo que subió entre 2015 y 2018 cuando tuvo un aumento de 4,7%”.
En relación con los valores específicos, en 2022 el salario mínimo se ubicaba en un millón de pesos. Para 2023, el monto ascendió a $1.160.000 tras un incremento acordado del 16 %. Posteriormente, se decretó un nuevo aumento de 12,07 %, llevando el salario mínimo a $1.300.000 en 2024. Para 2025, el salario mínimo se fijó en $1.423.500 luego de decretarse un alza de 9,54%.
Además, el Gobierno orientó las negociaciones salariales hacia los intereses de los trabajadores, después de varias décadas en las cuales dichos acuerdos estuvieron marcados por la influencia de élites políticas y económicas. La expectativa es que el incremento del salario mínimo en 2025 conserve la tendencia de los últimos años, lo que significó un avance relevante en los ingresos y la calidad de vida de 2,2 millones de trabajadores.
De acuerdo con el presidente Petro, la decisión sobre el salario vital este año responde a los compromisos asumidos por Colombia en el marco de la OIT, así como a los principios establecidos en la Constitución y la ley.
Qué pasa con un aumento excesivo del salario mínimo
Teniendo en cuenta que el presidente Petro insiste en que el aumento del salario mínimo debe ser de dos dígitos para mejorar el poder adquisitivo de los colombianos, se debe tener en cuenta que la discusión sobre el ajuste de este parte de dos insumos principales: la tasa de inflación, estimada por el Banco de la República y observada por el Dane (proyectada en 5,2% para 2025), y el crecimiento de la productividad de la economía, que según la entidad estadística fue de 0,91%. Sin embargo, la productividad formal podría estar creciendo más que la cifra promedio, ya que el cálculo oficial incluye actividades informales.
Algunas voces del Banco de la República y de centros de pensamiento advierten, en tono moral más que técnico, sobre el posible impacto negativo de un aumento “excesivo” del salario mínimo, señalando la necesidad de subir las tasas de interés para controlar la inflación y mencionando el “abultado” déficit fiscal del Gobierno nacional, proyectado entre 6,2 y 7,1 % del PIB. También se reitera el argumento tradicional de que mayores salarios provocan desempleo e informalidad.
Al respecto, un estudio de la Universidad Nacional propone un análisis alternativo apoyado en la teoría keynesiano-monetaria, que sostiene que el empleo y la producción dependen del consumo de los hogares, la inversión, el gasto público y las exportaciones, no simplemente del nivel salarial. Bajo esta perspectiva, “son los capitalistas y no los trabajadores quienes determinan el salario real y el nivel de empleo”.
Entonces, los trabajadores solo pueden defender su ingreso negociando aumentos salariales iguales al incremento de la productividad.
De acuerdo con este, el salario nominal, aunque sirve de referencia para numerosos pagos y sanciones, tiene un doble carácter: es un costo para las empresas, pero también el ingreso de los trabajadores para su consumo y obligaciones. Un aumento de la productividad, además, permite reducir costos y precios de mercado.
Salario real
Sobre el salario real, el texto de la institución indica que “el salario nominal no puede ser el factor determinante del salario real; sí lo son, en cambio, los elementos determinantes del margen de beneficios en el denominador fijado por las empresas”. Así, cuanto mayor sea el mark-up (margen de ganancia), menor será el salario real, y viceversa. El Dane advierte que el mark-up ha sido históricamente alto, y aumentó durante los gobiernos de Álvaro Uribe y de Iván Duque.
Respecto a las ganancias empresariales, se señala que el argumento de que los salarios altos reducen ganancias solo es válido si “el incremento del salario nominal es proporcionalmente mayor que el incremento de la productividad” y los empresarios no pueden trasladar los costos a precios. Sin embargo, el gasto de los trabajadores en bienes de consumo retroalimenta el sistema, lo que permite a las empresas realizar ganancias.
Finalmente, la Universidad Nacional concluye que, desde una óptica heterodoxa, “los trabajadores no determinan ni el salario real ni el nivel de empleo; en contraste, como bien dice Kalecki, los capitalistas son los dueños de su propio destino”. Por eso, limitar la discusión a frases como “el aumento excesivo del salario mínimo crea inflación, desempleo e informalidad” es simplista y no contribuye a un debate económico real.