En un debate de RCN, las precandidatas del Centro Democrático enfrentaron una pregunta por el impacto político del magnicidio de Miguel Uribe Turbay y la posterior expulsión de su padre de la colectividad, una decisión que generó cuestionamientos sobre la capacidad del partido para liderar un proceso de unidad nacional.
Durante el espacio, los moderadores plantearon una inquietud central: “¿Por qué el partido que fue golpeado como no se había visto en 30 años por la violencia en Colombia, con el magnicidio de uno de sus candidatos a la Presidencia, recoge las banderas de su padre, pero termina expulsando del partido, hace apenas una semana, al padre de Miguel Uribe Turbay?”.
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También se preguntó si el Centro Democrático “estuvo a la altura de este golpe tan duro cuando muchos hablaban de recoger las banderas de la unidad nacional” y cómo podría liderar un proceso de unidad “si lo que hemos visto durante las últimas semanas han sido pulsos políticos y profundas confrontaciones”.
La primera en responder fue la senadora Paola Holguín, que pidió separar los hechos. “Primero quiero que miremos los dos temas de manera separada”, dijo. Sobre Miguel Uribe, afirmó: “Un mártir de la democracia. Un joven que había logrado generar mucha esperanza en el partido y en los colombianos. Para nosotros, este fue un golpe desgarrador, un golpe que no se va a superar”.
Holguín recordó que, tras el atentado, el partido tomó decisiones inmediatas: “Suspendimos la campaña, porque nadie es capaz de hacer campaña sobre la sangre de un compañero. Eso era inadmisible y moralmente imposible”. Añadió que existía la expectativa de que Uribe continuara en la contienda: “Decidimos que, si Miguel superaba esa etapa, él sería el candidato. Estuvimos orando, como todos los colombianos, pero al final no se logró y tuvimos ese desenlace terrible”.
Sobre la situación del padre de Miguel Uribe, señaló: “Después viene el tema del papá. Allí hubo decisiones y comportamientos sobre los cuales no me quiero referir, que llevaron al partido a tomar la decisión de marginarlo del proceso”. Cerró con un mensaje amplio: “Todos —no solo el Centro Democrático, sino todos los que creemos en la democracia— vamos a luchar por ese sueño de Miguel”.
La senadora María Fernanda Cabal evocó episodios históricos de violencia política. “Cuando pasó el atentado contra Miguel, a mí se me vino una película del pasado. Fue como apretar un botón y volver a sentir la angustia del asesinato de Luis Carlos Galán, de Carlos Mauro Hoyos, de Low Murtra, de Rodrigo Lara”.
Planteó una reflexión de fondo: “¿Por qué este país tiene que estar atrapado?, ¿por qué no podemos subir una escalera y superar etapas que creíamos que no iban a volver?”. Cabal criticó el ejercicio de la política en el contexto actual: “Volvimos a ver lo peligroso que es el ejercicio de la política en un país que les entrega todo tipo de gabelas a los bandidos. El bandido hace lo que le da la gana y para ellos hay justicia transicional, justicia ‘liposucción’, como le digo yo; para el resto, la justicia ordinaria”.
Describió el impacto emocional del crimen: “Fue una sensación de indefensión, de duelo, de impotencia”. También responsabilizó a decisiones del pasado: “Todo empezó con el Acuerdo de La Habana, en el punto cuatro del gobierno de Juan Manuel Santos, donde se arrodilló el Estado para pedir permiso para erradicar”. Y concluyó: “Lo de Miguel es un campanazo de un país que entiende que o salvamos la democracia o no vamos a tener paz”.
El moderador dio paso a la senadora Paloma Valencia, planteando “el duelo alrededor del magnicidio de Miguel Uribe Turbay y la supuesta incapacidad del Centro Democrático para liderar un proceso de unidad”.
“Todo lo contrario”, respondió Valencia. “Este ha sido un partido que supo encarar una de las decisiones más difíciles que uno puede tomar: que asesinen a un compañero de viaje”. Defendió el proceder del partido: “Desde el inicio, procedimos con la mayor generosidad y el mayor respeto”. Valencia aseguró que la colectividad mantendrá vivo el legado del dirigente asesinado: “Este partido va a honrar la memoria de Miguel. Lo tenemos presente todo el tiempo y su muerte no va a ser en vano”.
Cerró con un mensaje político y simbólico: “Vamos a recuperar la democracia, la seguridad y vamos a construir para Alejandro, y para todos los niños de Colombia, un país como el que nos merecemos: donde ningún niño vuelva a sentir el asesinato de su padre, donde ningún político tenga que silenciar su voz porque lo asesinan, donde los presidentes no estigmaticen ni persigan”. “Hoy esas banderas están claras”, concluyó. “Aquí lo que hay es lealtad a la memoria de Miguel, a su familia, a sus amigos y a sus seguidores”.