En las aulas colombianas, la inteligencia artificial (IA) ya no es un asunto del futuro, está transformando el trabajo docente y la manera en que se enseña. Más de la mitad de los profesores del país, el 53%, asegura haber incorporado estas herramientas en sus tareas cotidianas, según el informe El estado de la enseñanza de la Ocde. El estudio, basado en el Estudio Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje (Talis), recogió la voz de cerca de 280.000 docentes y directivos de 17.000 colegios en 55 sistemas educativos, incluido Colombia.
El uso de la IA en la educación local supera con creces el promedio de la Ocde, que es del 36%. En el país, los maestros la utilizan principalmente para preparar clases, crear actividades o sintetizar contenidos complejos. El 80% dice usarla para generar planes de clase o actividades; el 79%, para aprender o resumir un tema; y el 64%, para ayudar a sus estudiantes a practicar nuevas habilidades en contextos reales. Incluso, un 39% confiesa apoyarse en la IA para calificar trabajos, un indicio del papel que empieza a tener esta tecnología en la evaluación escolar.
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No todos los docentes, sin embargo, se sienten preparados para aprovecharla. Entre quienes aún no la usan, el 64% reconoce que no tiene las habilidades necesarias, aunque esa cifra es menor al promedio de la Ocde (75%). Otro 76% señala que la falta de infraestructura tecnológica en sus instituciones limita su implementación, un problema que duplica el promedio internacional (37%).
Pero la radiografía de la enseñanza en Colombia no se detiene en la tecnología. El estudio también revela un panorama desafiante en los entornos escolares. Más de la mitad de los maestros (55,2%) trabaja en instituciones con altas concentraciones de estudiantes vulnerables, una proporción muy por encima del 19,5% promedio de la Ocde. Además, el 22,5% enseña en colegios donde hay muchos alumnos con necesidades especiales de aprendizaje, una cifra que en 2018 era apenas del 8,6%.
“Todo esto revela que en Colombia las escuelas cuentan con contextos muy complejos que requieren docentes más preparados, sobre todo para atender poblaciones vulnerables o con problemas de aprendizaje que en el resto del mundo. Y debemos preguntarnos si efectivamente nuestros maestros están siendo capacitados para ello”, advirtió el pedagogo Ómar Cejudo.
Los directivos escolares parecen compartir esa preocupación. El 51,6% de los rectores consultados considera que existe una escasez de profesores con las competencias necesarias para atender a estudiantes con necesidades de educación especial. Y un 31,4% cree que tampoco hay suficientes docentes capacitados para enseñar a niños y jóvenes en condición de desventaja socioeconómica.
El informe también se detiene en la salud emocional de los maestros, un tema que suele quedar en segundo plano. En Colombia, las principales fuentes de estrés son la presión por el rendimiento estudiantil (34%), el control de la disciplina (31%) y las tareas administrativas (31%). Aunque los profesores colombianos pierden menos tiempo por interrupciones en clase (12%, frente al 18% de la Ocde), dedican más tiempo a mantener el orden, un 18% de su jornada, tres puntos más que el promedio internacional. Desde 2018, esa proporción creció cinco puntos.
Aun con ese panorama de exigencias y desafíos, los docentes colombianos conservan un alto nivel de satisfacción con su labor. Más del 90% dice sentirse conforme con su trabajo, una cifra que contrasta con los niveles de estrés reportados. El 87% afirma estar “de acuerdo” o “muy de acuerdo” con sus condiciones laborales —sin incluir el salario—, mientras que el 63,1% se declara satisfecho con su remuneración, frente a un 38,7% en el promedio de la Ocde. Entre 2018 y 2024, la satisfacción salarial creció 28 puntos porcentuales.
En síntesis, el informe muestra a un cuerpo docente que, pese a las brechas y las carencias, avanza con determinación hacia un modelo educativo más conectado con la tecnología, pero también más consciente de las realidades sociales que atraviesan las aulas. La inteligencia artificial puede estar cambiando la manera de enseñar, pero los desafíos humanos siguen siendo, en buena medida, los mismos.