El precio del euro en Colombia cerró la jornada del 14 de octubre de 2025 en un promedio de $4.560,48, lo que representó una subida de $36,38 frente al día anterior, equivalente a una variación diaria de +0,80%. Durante la sesión, la divisa europea alcanzó un máximo de $4.566,65 y un mínimo de $4.529,1, reflejando una volatilidad moderada en el cruce EUR/COP.
Si bien no se registraron máximos históricos, la caída en su valor responde a una combinación de factores internacionales, como las expectativas sobre la política monetaria en Estados Unidos y la inestabilidad en los mercados globales, junto con elementos locales que influyen en la oferta y demanda de divisas. En las casas de cambio, el euro se cotizó en un rango de $4.360 para la compra y $4.530 para la venta.
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En la última semana, el euro anota un incremento 2,28%, por lo que en el último año mantiene aún una subida del 0,68%.
Respecto a fechas previas, dio la vuelta al resultado de la jornada previa cuando experimentó una bajada del 1,76%, sin ser capaz de fijar una clara tendencia. La cifra de la volatilidad presentó un comportamiento claramente superior a la volatilidad que reflejaron los datos del último año, lo que manifiesta que presenta mayores alteraciones que la tendencia general del valor.
Narrativa de mercado
El comportamiento del euro frente al peso colombiano se convirtió en un punto clave para entender las recientes dinámicas financieras que atraviesan Europa y América Latina. Mientras la moneda europea enfrenta un contexto de incertidumbre y pérdida de confianza por factores políticos y fiscales internos, el peso colombiano se mueve con cautela en medio de tensiones presupuestales y una creciente presión fiscal. Este contraste entre una divisa global debilitada por la volatilidad regional y una moneda emergente condicionada por su déficit interno refleja cómo los movimientos internacionales del capital siguen afectando el equilibrio económico de ambos lados del Atlántico.
En la eurozona, la confianza inversora tocó su punto más bajo en cinco meses, lo que evidencia una pérdida de impulso en el bloque. La caída del índice ZEW, influenciada por la inestabilidad política en Francia y las tensiones fiscales en varios países, mantiene bajo presión al euro frente a monedas más estables, como el dólar, e incluso frente a algunas latinoamericanas, entre ellas el peso colombiano.
Este debilitamiento generó una revaluación parcial de las posiciones de inversión, ya que los capitales buscan refugio en economías con balances más predecibles o con mayor rendimiento relativo. Sin embargo, el entorno europeo continúa siendo determinante para el comercio internacional colombiano, especialmente por su influencia en los precios de materias primas y flujos de exportación.
El debilitamiento del euro no ocurre en el vacío. La economía estadounidense sigue siendo un factor de tensión global, ahora marcada por el resurgimiento del conflicto comercial con China. Las nuevas tarifas recíprocas y sanciones cruzadas incrementaron la volatilidad en los mercados financieros, afectando tanto la percepción de riesgo en Europa como las expectativas sobre monedas emergentes.
Este escenario, sumado al posible giro más flexible de la Reserva Federal, que podría recortar las tasas en dos ocasiones antes de fin de año, genera un reacomodo de los flujos cambiarios internacionales. Para el peso colombiano, esta situación puede implicar una ventana de apreciación temporal si el dólar pierde tracción global, aunque la vulnerabilidad fiscal local limita el margen de estabilidad a largo plazo.
El contraste con América Latina es evidente. En Brasil, las señales mixtas entre una mejora industrial y una frágil sostenibilidad fiscal han elevado las primas de riesgo; en México, la dependencia de un presupuesto financiado por deuda genera dudas sobre la estabilidad futura del peso mexicano. Colombia, en cambio, enfrenta un desafío inmediato, aprobar su presupuesto de 2026 en medio de un déficit de $16,9 billones. Esta brecha financiera, sin una reforma tributaria a tiempo, obligaría a recortes significativos del gasto público, lo que podría frenar la inversión estatal y limitar la capacidad del país para resistir choques externos.
El euro, por su parte, se mantiene presionado por la incertidumbre política y el débil crecimiento de la región, factores que reducen la confianza en la moneda común. El peso colombiano, aunque más expuesto a factores domésticos, también refleja en su cotización los vaivenes globales del capital y las expectativas sobre las tasas internacionales. En este cruce de vulnerabilidades, ambas monedas comparten un mismo reto, recuperar la confianza de los mercados en un contexto mundial marcado por la volatilidad, la cautela inversora y la búsqueda de estabilidad monetaria.