La Junta Directiva del Banco Central decidió por mayoría mantener sin cambios la tasa de interés de política monetaria en 9,25%, pese a que tres de sus miembros votaron por reducirla. Dos de ellos propusieron una rebaja de 50 puntos básicos y uno de 25 puntos básicos. Los otros cuatro directores votaron a favor de mantener la tasa actual.
La decisión generó incomodidad en el Gobierno. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, manifestó su inconformidad con el resultado, en línea con la postura de los directores que apostaban por una reducción para estimular la economía.
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La junta justificó su decisión señalando que la inflación anual continuó su tendencia a la baja, pasando del 5,1% en mayo al 4,8% en junio, gracias a la moderación de los precios de alimentos y servicios regulados, especialmente la energía eléctrica.
El panorama económico también muestra señales positivas. El Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) registró una variación anual del 2,7% en mayo, impulsado por el dinamismo en actividades terciarias. El equipo técnico del banco proyectó que el crecimiento del segundo trimestre se situaría también en 2,7% anual, con una demanda interna creciendo al 4,1%.
A pesar de estos indicadores, la Junta señaló que persisten riesgos en el frente externo, especialmente en materia de financiamiento del país, y optó por mantener una postura cautelosa.
“La decisión adoptada por la Junta Directiva mantiene una postura cautelosa de la política monetaria que reconoce los riesgos identificados sobre la convergencia de la inflación a la meta. Los futuros movimientos de la tasa de interés responderán a la evolución de la inflación y sus expectativas, la dinámica de la actividad económica, y el balance de riesgos internos y externos”, señaló el comunicado oficial.
Rifirrafe entre el Emisor y el Gobierno
La decisión del Banco de la República de mantener la tasa de interés en 9,25% no solo sorprendió a los mercados, también evidenció una creciente tensión entre el Gobierno nacional y el Emisor. Durante la rueda de prensa posterior a la reunión de la Junta, el ministro de Hacienda, Germán Ávila, que tiene voz y voto en la Junta Directiva, expresó públicamente su incomodidad y desacuerdo con la decisión adoptada por la mayoría de los miembros.
El Gobierno esperaba un recorte, aunque fuera moderado, en la tasa de interés, apoyándose en el argumento de que la inflación ha cedido notablemente —situándose en 4,82% en junio—, y que un alivio en el costo del crédito impulsaría la actividad económica. Sin embargo, la mayoría de los directores del Banco prefirió actuar con cautela, atendiendo a un análisis técnico que considera no solo la inflación presente, sino las expectativas inflacionarias, aun por encima de la meta del 3%, y el contexto internacional adverso.
El gerente del Banco respondió con firmeza a las críticas, incluyendo las emitidas por el presidente Gustavo Petro, que acusó al Emisor de actuar con “irresponsabilidad electoral” y de poner en riesgo la economía. En palabras del gerente: “La Junta del Banco toma sus decisiones con base en información, en criterios técnicos y en bien de la Nación, así como lo manda la Constitución. No toma sus decisiones con criterios políticos, y menos con criterios políticos de corto plazo”.
La tensión se profundizó cuando varios analistas económicos manifestaron su sorpresa ante la decisión del Banco. Encuestas como la de Anif-Earc y Citi anticipaban, en su mayoría, una reducción de 25 puntos básicos, lo que no se materializó. Esto generó especulaciones sobre una posible desconexión entre el Emisor y las expectativas del mercado.
El contexto global también influyó en la decisión. El Banco citó la complejidad del financiamiento externo, el entorno geopolítico incierto, con conflictos en varias regiones del mundo, y la lenta normalización de la política monetaria en EE. UU. como factores que obligan a mantener una posición conservadora.