Australia ha sido, durante años, una de las opciones favoritas de los jóvenes colombianos que buscan estudiar en el exterior. Solo en 2023, más de 39.700 estudiantes colombianos ingresaron al país con visa de estudio, según datos oficiales recopilados por Icef Monitor. Esta cifra no solo consolidó a Colombia como uno de los principales países emisores de estudiantes en América Latina, también puso en la mira al sistema migratorio australiano, que ahora se encuentra en plena transformación.
Lo que alguna vez fue una vía abierta y amigable para miles de jóvenes internacionales, empieza a cerrarse. Australia, uno de los destinos más populares para estudiar en el extranjero, endureció sus políticas migratorias de forma drástica. Las nuevas reglas ya están en marcha y afectarán a todo aquel que quiera ingresar al país con una visa de estudiante a partir de 2025.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook
Las razones detrás de este giro son múltiples, pero el mensaje es claro, el gobierno quiere recuperar el control. Durante años, el sistema fue aprovechado por personas que, aunque llegaban con una visa académica, en realidad buscaban instalarse, trabajar o simplemente prolongar su estadía sin cumplir con un verdadero compromiso educativo.
Uno de los cambios más contundentes tiene que ver con los requisitos de admisión. Desde el 1 de enero de 2025, los aspirantes deberán presentar obligatoriamente una Confirmation of Enrolment (CoE) válida. Las cartas de aceptación de instituciones educativas ya no serán suficientes. Solo quienes estén oficialmente matriculados en un programa registrado podrán iniciar el trámite migratorio. La medida busca cerrar la puerta a postulantes que no tienen intención real de estudiar, y a la vez, presionar a las instituciones para que filtren mejor a sus futuros estudiantes.
La política migratoria también está golpeando donde más duele, el bolsillo. En julio de 2024, la tarifa para solicitar la visa de estudiante aumentó de 710 a 1.600 dólares australianos, y en julio de 2025 subirá a 2.000. Es una de las tasas más altas del mundo, lo que generó alarma en sectores educativos, sobre todo por su impacto en estudiantes provenientes de países en desarrollo.
A esto se suma otra restricción clave, desde mediados de 2024, no será posible cambiar de visa dentro del país. Quienes estén en Australia con visado de turista, de graduado temporal o de visitante, deberán regresar a su país de origen si quieren postular a una visa de estudiante. Se acabó la opción de hacer el trámite desde adentro.
Desde mayo de 2024, otro filtro financiero empezó a aplicarse. Ahora se exige que el solicitante demuestre tener al menos 29.710 dólares australianos para su manutención anual, además del dinero para cubrir la matrícula, el pasaje de regreso y los gastos de cualquier acompañante. El objetivo es evitar que los estudiantes dependan del trabajo para subsistir, algo que se volvió común y que el gobierno considera un mal uso del sistema.
Además, se redujo el tiempo de trabajo legal a 48 horas por quincena durante el periodo lectivo, una medida que limita la posibilidad de mantener ingresos constantes mientras se estudia. Los permisos de permanencia post-estudio también se recortaron. Quienes terminen una licenciatura podrán quedarse dos años; los de maestría, tres; y los de doctorado, hasta cuatro. Además, la edad máxima para solicitar la visa de graduado temporal (Subclass 485) se redujo de 50 a 35 años, afectando especialmente a profesionales que buscan una nueva etapa formativa o laboral en Australia.
Aunque no se ha impuesto un límite oficial de estudiantes internacionales, el gobierno instauró un sistema que funciona como un “techo de facto”. Bajo la Ministerial Direction 111, se prioriza el procesamiento de visas solo si las instituciones no superaron un cupo interno de matrículas. Eso provocó una caída de casi el 50% en la aprobación de visas en el primer trimestre de 2025.
Las universidades e institutos están sintiendo la presión. Por un lado, deben filtrar mejor a los aspirantes. Por otro, corren el riesgo de quedarse sin estudiantes internacionales, una fuente clave de ingresos para muchas de ellas.
Otra razón detrás de las reformas es el combate contra los llamados ghost colleges, instituciones educativas de baja calidad que funcionan como fábricas de visas. Estas admitían alumnos con mínimos requisitos solo para facilitar su entrada al país, sin ofrecer educación real. Con las nuevas normas, el gobierno quiere cortar este tipo de prácticas de raíz.
El endurecimiento del sistema no es un ajuste temporal. Se trata de un cambio estructural. Australia quiere estudiantes, sí, pero solo aquellos que llegan con intenciones académicas genuinas, con respaldo económico suficiente y con disposición a respetar las condiciones del visado. Quienes estén planeando estudiar allí deberán prepararse con mayor anticipación, contar con fondos suficientes, cumplir con requisitos de idioma más estrictos y, sobre todo, tener claro que ya no se podrá improvisar.