En estos momentos puede resultar difícil para alguien entrar a navegar por Internet, poner un video en YouTube o revisar sus redes sociales y no toparse con algún material relacionado con Griselda Blanco. Para aquellos que no conocen el motivo detrás de la tendencia, se debe al estreno de la serie biográfica que narra su historia.
Netflix aceptó la propuesta como productora ejecutiva de Sofía Vergara para que ella misma encarnara a la temida narcotraficante. Por la fama que tiene la superestrella, la producción ha sido todavía más sonada a nivel internacional. Sin embargo, el nombre de la criminal resuena en todas partes del mundo desde cuando ejercía su poder dentro del mundo del narcotráfico.
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Desde la década de los 80, en Miami, la labor delictiva de la oriunda de Cartagena le dio su ‘fama’. Es considerada la pionera del sicariato en moto y de las mulas ocultas, además de conquistar por primera vez mercados inexplorados en Norteamérica.
Llegó a ser camarada cercana de otros antisociales, como Carlos Lehder, los hermanos Rodríguez Orejuela o Gonzalo Rodríguez Gacha. Se dice que fue socia de tipos considerados como los “duros” de la coca en Estados Unidos para ese entonces como Germán Jiménez Panesso.
Pero entre todos sus horrores, de los que más han quedado en la memoria colectiva son los asesinatos de sus maridos. La oficialidad dice que el primero de estos murió de cirrosis, aunque la leyenda urbana conocida a voces es que la mujer habría sido la artífice de su deceso.
El hombre era Carlos Trujillo, un falsificador de documentos que la conoció en el bajo mundo medellinense. Con él tuvo a sus tres hijos mayores, Dixon, Úber y Osvaldo.
La familia se radicó en la capital antioqueña por un tiempo, pero con la pericia del sujeto para crear identificaciones similares a las originales, le hizo pasaportes a sus seres queridos para que se fueran todos juntos a Queens, Nueva York, en 1964.
Ya establecida en el “país de los sueños”, enterró a su marido y conoció a Alberto Bravo, un contrabandista con años de experiencia en el negocio, el cual fue el encargado de introducir a ‘la Madrina’ al mundo turbio de la cocaína. Al comienzo era la “mula” de la mercancía que vendía su pareja y después se le ocurrió montar una empresa de lencería femenina como fachada para camuflar el producto entre las prendas.
Al descubrir que su segundo compañero sentimental la traicionaba en todos los sentidos, lo enfrentó en suelo paisa a bala. Resultó herida, pero logró huir a la Florida para buscar otro aire para su creciente comercio. Al poco tiempo conoció al que sus biógrafos describen como “el amor de su vida”.
Darío Sepúlveda era un joven casanova del narcotráfico, por lo que rápidamente se robó el corazón de ‘la Patrona’ y se volvió más que su mano derecha. No obstante, el entorno en el que se movían lo abrumaba, haciendo que se quisiera retirar, llevándose consigo a su hijo llamado Michael Corleone.
De acuerdo a las versiones existentes, cuando Griselda descubrió sus planes no lo dejó pasar y llena de ira hizo que un grupo de sicarios disfrazados de policías lo ejecutaran frente a su pequeño.
Hijos de Griselda Blanco en la actualidad: ¿A qué se dedican?
De los cuatro hijos que tuvo, solamente le sobrevivieron dos. Uber fue secuestrado, torturado y finalmente asesinado por una temible banda a raíz de cuentas pendientes, mientras que Osvaldo intentó huir en varias ocasiones de los sicarios, pero en 1992 dieron con él, acabando con su vida.
Dixon estuvo preso un tiempo, pero logró salir y no se sabe mucho de su realidad actual, más allá que no acostumbra a ser visto en público, a diferencia de su hermano menor, Michael Corleone Sepúlveda.
Este último vive en EE. UU., es un creador de contenido digital sumando más de 227 mil seguidores en sus redes sociales y es dueño de una línea de ropa llamada Pure Blanco, con la que espera alejarse del pasado familiar. “Sé que mi mamá no fue santa, pero para mí siempre será mi mamá. era súper estricta, pero muy cariñosa conmigo”, expresó en entrevista con Al rojo vivo en su momento.