Una maestra sobrevivió al tiroteo masivo de Las Vegas y luego a otro en su escuela

Por Cleve R. Wootson Jr.

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Durante ocho meses, Shelly Alexander ha estado a punto de hacerse pedazos cada vez que ha oído ruidos fuertes. Y todo eso ha sido por una buena razón.

La asistente de educación especial de Noblesville (Indiana) estaba en un taxi cerca del festival de música Route 91 Harvest en Las Vegas Strip cuando el pasado 1 de octubre, Stephen Paddok abrió fuego desde el piso 32 del hotel Mandalay Bay matando a 58 personas y dejando a 851 heridos.

Paddock usó un sistema que hacía que su rifle disparara casi tan rápido como un arma automática: nueve disparos por segundo. Al final, según las autoridades, había disparado casi 1.100 balas. El taxi de Alexander quedó atrapado bajo la lluvia de balas.

Ninguna de ellas la golpéo, pero no salió intacta de Las Vegas.

Ella suele ir a tratamiento para lidiar con el trauma que experimentó allí. Y constantemente está teniendo un diálogo mental consigo misma cada vez que escucha los fuegos artificiales, los golpes de las puertas que se cierran o los ruidos de un auto.

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"Desde lo de Las Vegas, cuando he escuchado fuegos artificiales o cómo los globos estallaban, para mí eran como ruidos muy fuertes", dijo al Dubois County Herald. "Tengo que hacer las paces", añadió.

Así que, el pasado 25 de mayo, cuando escuchó el sonido de gente corriendo en la escuela Noblesville West, donde trabaja, no pensó en lo que pasaba en realidad. "Estaba como, bueno, son solo niños ruidosos que están en su final de curso".

Pero estaba equivocada.

Un estudiante de 13 años se había excusado de una clase y regresó con dos pistolas. El niño abrió fuego, disparando a un compañero de clase de su misma edad y a un maestro. Esa situación puso a Alexander en un pequeño grupo no buscado de personas que han sobrevivido a dos ataques con armas de fuego contra personas inocentes.

Un profesor de ciencias de séptimo grado, Jason Seaman, corrió hacia el estudiante y lo desarmó. Seaman recibió tres disparos, pero sobrevivió.

En ese momento, alguien hizo un anuncio a través del sistema de megafonía de la escuela. Eso no era un simulacro, dijo. Un pistolero activo estaba en el edificio.

Mientras tanto, Alexander estaba ganando la batalla contra su respuesta de lucha o huida.

Cuando pasó lo de Las Vegas, ella escribió una carta al diario: "Nunca había tenido tanto miedo en toda mi vida, y realmente pensé que era el final. Gritaba histérica y me mantuve con la cabeza cubierta hasta que llegué al hotel".

Pero con una sala llena de estudiantes a los que debía proteger esa mañana de mayo, la situación era diferente.

"Sabía que, como líder en ese edificio, tenía que convertir eso (el pánico) en un propósito", declaró al periódico. "Tuve que poner en movimiento mi dolor y mi preocupación. Tenía que protegerme", añadió.

Ella también estaba más preparada: la escuela los había capacitado, a ella y a otros maestros, para saber qué hacer ante un tiroteo.

Alexander y sus estudiantes se refugiaron en un aula cerrada, según contó Fox News. Más tarde, los escoltó hasta un lugar seguro. En su interior, ella trataba de controlar los flashbacks de Las Vegas y sofocar las fuertes emociones que la acompañaban.

Ahora que su escuela y su comunidad se recuperan del tiroteo, ella está lidiando con el hecho agridulce de que tiene compañeros recuperándose de ese shock.

"En Las Vegas me sentí muy sola", le dijo al diario. "Sentía que lo que estaba experimentando era muy extraño y loco. No podía acostumbrarme a eso. Y no tenía a nadie que tuviera compasión por ello porque no experimentaron lo mismo, pero con esto de la escuela, todos estamos pasando por lo mismo".

"Creo que mi trabajo es asegurarme de que el personal sepa que hay ayuda", finalizó.