George Santos es expulsado del Congreso en una votación histórica

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El republicano por Nueva York es el sexto miembro de la Cámara de Representantes en ser expulsado en la historia del organismo.

El representante George Santos, republicano por Nueva York cuya serie de mentiras y esquemas lo tornaron en un hazmerreír nacional en Estados Unidos y en objeto de una acusación federal de 23 cargos, fue expulsado del Congreso el viernes tras una votación bipartidista de sus pares.

La medida relegó a Santos, quien durante su breve carrera política inventó vínculos con el Holocausto, el 11 de septiembre y el tiroteo en la discoteca Pulse de Orlando, a un auténtico lugar en la historia: es la primera persona expulsada de la Cámara de Representantes sin haber sido condenada antes por un delito federal o por apoyar a la Confederación.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, por Luisiana, anunció el recuento ante una Cámara que se mantuvo en silencio: la medida, que requería una mayoría de dos tercios, se aprobó con 311 legisladores a favor de la expulsión --entre ellos, 105 republicanos-- y 114 en contra. Dos miembros votaron en blanco.

"El nuevo número completo de la Cámara es 434", anunció un abatido Johnson, con lo que confirmaba que su escasa mayoría se había reducido a todavía más.

La expulsión de Santos es el colofón de una de las odiseas políticas más turbulentas de los últimos tiempos, un asombroso cambio de suerte para un recién llegado a la política cuya elección en Long Island y Queens el año pasado se anunció en su día como una señal del resurgimiento republicano.

En cambio, Santos se convirtió en un lastre para el Partido Republicano, y su vasta red de mentiras y fechorías llevó a muchas personas a preguntarse cómo había logrado eludir la rendición de cuentas durante tanto tiempo.

Al final, después de meses de discusiones en el Congreso, Santos fue expulsado el viernes, después de que tanto republicanos como demócratas presentaran por separado resoluciones de expulsión.

Santos salió de la Cámara antes de que la votación terminara. Bajó las escaleras de la Cámara rumbo a un automóvil que lo esperaba y declaró ante los periodistas que estaba dispuesto a pasar página del Congreso.

"¿Por qué desearía quedarme aquí?", dijo. "Al diablo con este lugar".

El jueves, un debate en la Cámara había mostrado lo absurdo e indecoroso de los escándalos de Santos. Se mencionó varias veces su uso de fondos de campaña en tratamientos de bótox, incluso por parte de quienes lo defendían. Sus detractores señalaron los vínculos que inventó con el Holocausto y sus afirmaciones, desmentidas por la documentación disponible, de que su madre estuvo en el World Trade Center el 11 de septiembre.

"George Santos es un mentiroso --de hecho, ha admitido muchas de esas mentiras-- y ha utilizado su cargo de confianza pública para beneficiarse personalmente desde el primer día", dijo el representante Anthony D'Esposito, republicano por Nueva York, quien es el vecino más cercano de Santos en el Congreso y su adversario más acérrimo.

Conforme se le acumulaban los cargos penales, parecía posible que Santos, de 35 años, eludiera la responsabilidad, pues sobrevivió a dos intentos previos de expulsión debido a la influencia de Johnson y de su predecesor, Kevin McCarthy, representante por California.

No querían perder el voto de Santos ni arriesgarse a perder su escaño a favor de un demócrata en unas elecciones especiales. Y articularon lo que se convirtió en el centro de la defensa de Santos: sentaría un precedente peligroso expulsarlo antes de que fuera condenado o declarado culpable por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes.

Sin embargo, después de que el mes pasado la comisión publicara un mordaz informe de 56 páginas que presentaba la candidatura de Santos como una estafa prolongada que explotó en beneficio propio, los vientos políticos empezaron a cambiar.

De inmediato, Santos declaró que no se presentaría a la reelección. Tanto demócratas como republicanos se apresuraron a condenarlo, incluido el presidente republicano del Comité de Ética de la Cámara de Representantes, quien personalmente solicitó la destitución de Santos.

El área cubierta por el informe de ética coincide significativamente con las acusaciones del caso judicial de Santos. Los investigadores encontraron "pruebas sustanciales" de que Santos infringió la ley federal. Aun así, Santos se negó a dimitir, aunque dijo que esperaba que lo expulsaran de la Cámara.

Su partida forzada dejará a un grupo republicano conflictivo con una mayoría aún más escasa en el Congreso, lo que hará más difíciles los desafíos a los que se enfrentará el partido para avanzar su agenda legislativa.

Ahora, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, debe convocar unas elecciones especiales para cubrir la vacante que dejó la salida de Santos. Los líderes locales del partido suelen elegir a sus candidatos en elecciones especiales.

El presidente del Partido Republicano del condado de Nassau lleva meses analizando a posibles candidatos, mientras que los líderes demócratas han señalado en privado que lo más probable es que propongan a Thomas Suozzi, quien ocupó ese escaño antes que Santos, pero renunció a él para presentarse en la elección para gobernador.

Esa decisión allanó el camino para la elección de Santos el año pasado, una de las varias victorias republicanas en distritos de Nueva York que eran demócratas y contribuyeron a que el Partido Republicano tomara el control de la Cámara de Representantes. La victoria de Santos también se celebró como un hito: hijo de inmigrantes brasileños, fue el primer republicano abiertamente gay que ganó un escaño en la Cámara sin haber ocupado antes el puesto.

Pero poco antes de que asumiera el cargo, una investigación del New York Times reveló que su periplo desde un apartamento en un sótano en Queens hasta los pasillos del Congreso se sustentó en mentiras, exageraciones y omisiones.

En varias biografías de campaña, un currículum y entrevistas, Santos afirmó que se había graduado del Baruch College en Nueva York, donde fue una estrella de vóleibol en un equipo que había ganado torneos. Presumía de haber trabajado en Citigroup y Goldman Sachs y de haber amasado una fortuna personal. Aseguró que descendía de refugiados del Holocausto, que su madre estuvo en el World Trade Center durante los atentados del 11 de septiembre y que perdió a cuatro empleados en el tiroteo en la discoteca Pulse en Orlando.

Ninguna de esas afirmaciones era cierta.

Santos es solo el sexto miembro de la Cámara de Representantes en ser expulsado en la historia del organismo. Tres representantes fueron destituidos en 1861, acusados de traición al comienzo de la Guerra de Secesión. Otros dos fueron condenados penalmente antes de ser expulsados, uno en 1980 y el más reciente en 2002.

Santos aún debe enfrentarse a la acusación federal en la que los fiscales lo acusan de diversas tramas delictivas. En mayo, los fiscales lo acusaron de fraude electrónico, transacciones monetarias ilícitas, robo de fondos públicos y de mentir en formularios federales.

En octubre, los fiscales agregaron más cargos en una acusación sustitutiva, en la que acusaban a Santos de falsificar un préstamo de campaña por 500.000 dólares, robar las identidades de los donantes a su campaña y utilizar la información de sus tarjetas de crédito para transferir dinero a su cuenta bancaria personal.

Aunque las mentiras de Santos fueron las que impulsaron su mala fama y cimentaron su reputación pública como defraudador, fueron cuestiones más generales sobre sus finanzas y sus prácticas de campaña las que desencadenaron las acusaciones y el informe de ética.

Gran parte de las especulaciones en torno a Santos han estado relacionadas con el origen de los más de 700.000 dólares que afirmó haber prestado a su campaña política en 2022.

Cuando Santos se presentó por primera vez a las elecciones de 2020, declaró ante la Cámara que solo ganaba 55.000 dólares al año. Dos años después, afirmó que ganaba 750.000 dólares por su empresa, la Organización Devolder.

Santos dijo que la empresa tenía dividendos de entre 1 y 5 millones de dólares, y que él tenía millones de dólares en ahorros y una cuenta corriente con entre 100.000 y 250.000 dólares.

En su informe, los investigadores de ética de la Cámara aseguraron que esas afirmaciones eran falsas.

También detallaron el modo en el que Santos utilizó el dinero de los donantes para perpetuar un estilo de vida desmesurado y fraudulento, al documentar gastos de la campaña en ropa de diseñador, hoteles de lujo, bótox y OnlyFans.

El Comité de Ética encontró pruebas de que Santos se había reembolsado de manera fraudulenta a sí mismo préstamos que nunca hizo, con lo que obtuvo 27.000 dólares de beneficio durante su infructuosa campaña de 2020.

Los fiscales federales afirmaron que Santos volvió a falsificar préstamos en 2022 para que su campaña pareciera más sólida desde el punto de vista financiero, informando de una donación de 500.000 dólares a su campaña en marzo que en realidad no hizo.

El informe de la Comisión de Ética aseguraba que el dinero real llegó meses después para llenar ese vacío, pero no obstante generaba dudas sobre si se transfirió de manera legal.

Santos y su tesorera, Nancy Marks, han sido acusados de inventar decenas de miles de dólares en donaciones en los informes financieros de la campaña, para dar la impresión de que la campaña de Santos atraía una atención importante.

La acusación contra Santos también decía que solicitó y recibió fraudulentamente más de 24.000 dólares en prestaciones de desempleo relacionadas con la pandemia, mientras que en realidad estaba trabajando en una empresa de inversiones con sede en Florida. (Esa empresa, Harbor City Capital, ha sido acusada de operar un esquema Ponzi por la Comisión del Mercado de Valores, aunque Santos no ha sido implicado).

Marks se declaró culpable de un delito grave de conspiración para defraudar a Estados Unidos en octubre y admitió su papel en la declaración fraudulenta del préstamo ficticio y las donaciones.

Santos, quien se ha declarado no culpable de todos los cargos, deberá volver a comparecer ante el tribunal el 12 de diciembre, y está previsto que vaya a juicio en septiembre.

Nicholas Fandos, Catie Edmondsony Luke Broadwatercolaboraron con la reportería.

Nicholas Fandos, Catie Edmondsony Luke Broadwatercolaboraron con la reportería.

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