Scherzer y DeGrom son geniales; pero ¿qué tanto?

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Especial para Infobae de The New York Times.

(Keeping Score)

Scherzer. DeGrom.

DeGrom. Scherzer.

Puedes colocarlos en el orden que quieras ahora que Max Scherzer y Jacob deGrom finalmente están instalados en la parte superior de la rotación de los lanzadores de los Mets de Nueva York. Cada uno sería el abridor número uno de casi todos los demás equipos y, de cualquier manera, en realidad no estás eligiendo el orden de la rotación del equipo o las estadísticas proyectadas de los lanzadores; estás eligiendo, sobre todo, la fraseología para una idea. O una fantasía.

De 2016 a 2019, los cuatro premios Cy Young de la Liga Nacional se fueron a las manos de Scherzer (entonces un Nacional de Washington) o DeGrom (hasta ahora, un Met de carrera). De 2016 a 2019, solo dos lanzadores de la Liga Nacional obtuvieron más de 20 victorias por encima del remplazo: Scherzer (27) y DeGrom (24). Ahora que Scherzer y DeGrom están emparejados, es fácil imaginar que convertirán a un gran equipo en uno mucho mejor. ¿Acaso podría ser de otra manera?

Las últimas dos semanas nos han dado una idea de lo que pueden ser y eso ha sido muy espectacular. Scherzer y DeGrom, en ese orden, hasta ahora, tres veces han comenzado juegos consecutivos e incluso con DeGrom aumentando todavía su resistencia han estado a la altura de su fama: 37 y un tercio, 25 hits, seis carreras limpias, tres bases por bolas... y 50 ponches.

Sin embargo, detengámonos, aunque sea por un momento, para ponderar lo que esto significa en cuanto a la mejoría de los Mets.

Por un lado, después de la victoria del domingo de 6-0 sobre los Filis de Filadelfia, el récord de los Mets era de 75-40, algo de lo que pocas personas fuera de Nueva York estaban hablando, principalmente porque los Dodgers de Los Ángeles tienen un récord aún mejor. Pero el porcentaje de victorias de .652 de los Mets estuvo justo fuera del ritmo de lo que se espera de una franquicia que aspira a un récord (uno establecido por el equipo campeón de 1986, que ganó 108 juegos). No importa qué tipo de jugador agregues a un equipo de .652, es probable que el equipo no supere eso (si usas las matemáticas verás que eso en realidad no es complicado).

Por otro lado, Scherzer y DeGrom han sido una pareja de abridores durante dos semanas y, sin embargo, no es justo esperar dos meses más sin interrupciones. DeGrom se perdió la mitad de la temporada pasada por una lesión en el codo y los primeros cuatro meses de esta temporada por una lesión en el hombro. Scherzer, en su primera temporada con los Mets después de firmar un contrato récord, estuvo en la lista de lesionados desde mediados de mayo hasta principios de julio con una distensión en el músculo oblicuo.

Juntos, finalmente, bien podrían convertirse en el principal dúo de lanzadores en las Grandes Ligas (aunque Aaron Nola y Zack Wheeler de Filadelfia tienen derecho a eso). Pero tendrían que evitar la lista de lesionados, algo que no ha podido impedir ninguno de los dos en los últimos años.

Pero, ¿y si Scherzer y DeGrom pueden mantenerse saludables y en la rotación de los Mets? ¿Qué pasa si pueden lanzar tan bien como lo hicieron durante las temporadas en que recibieron sus Cy Young o en periodos más cortos desde entonces? ¿Alguna vez habríamos visto algo como ellos?

En términos de ponches, quizá no. Entre los muchos cientos de lanzadores con al menos 1000 entradas en sus carreras en las Grandes Ligas, DeGrom y Scherzer ocupan el cuarto y quinto lugar en ponches cada nueve entradas. Pero eso es en esencia un acto más de esta época de ponches abundantes; los tres lanzadores que están delante de ellos en promedio de ponches también están activos esta temporada. Al igual que los jugadores que ocupan el séptimo y octavo lugar de esa lista.

¿Y quién es el lanzador con la sexta mejor tasa de ponches en la historia?

Randy Johnson, que está en el Salón de la Fama. Y es Johnson contra quien deben medirse todas las fantasías sobre los dúos de lanzadores. Porque nunca ha habido un par de compañeros lanzadores más dominantes que Johnson y Curt Schilling, quienes alcanzaron su pico como la dupla de abridores de los Diamondbacks de Arizona en 2001 y 2002.

Lo que no quiere decir que Johnson y Schilling sean los únicos nombres que sobresalen.

De 1975 a 1977, Nolan Ryan y Frank Tanana, compañeros de equipo en los Angelinos, ganaron 50 juegos cada uno y ocuparon el primer y segundo lugar en ponches en las mayores. (Tanana no estaba ni remotamente cerca de Ryan y nadie más era cercano a Tanana). Pero a mediados de la década de 1970, Ryan todavía otorgaba más bases por bolas que cualquier otra persona y, en general, no se le consideraba igual que a otras estrellas de las Grandes Ligas como Tom Seaver, Jim Palmer y Steve Carlton.

En la década de 1990, el mejor dúo de las Grandes Ligas solía ser Greg Maddux y cualquiera de sus compañeros de Atlanta que tuviera su mejor temporada: Tom Glavine, John Smoltz o incluso, durante un año, Denny Neagle. Pero durante los años de ese dominio, nunca hubo realmente un argumento para que otro lanzador de Atlanta fuera el mejor (o el segundo mejor) del juego. Si no fue Maddux, fue Roger Clemens, Pedro Martínez o Johnson.

Johnson, quien primero se convirtió en una estrella con los Marineros de Seattle, firmó como agente libre con los Diamondbacks después de la temporada de 1998. En 1999, apenas la segunda temporada de la franquicia, ganó su segundo premio Cy Young en el año en que el equipo alcanzó vertiginosamente las eliminatorias. En 2000, obtuvo su tercer Cy Young; a mitad de esa temporada, Arizona adquirió a Schilling por un cambio, el abridor de los Filis, quien demostró ser bueno (pero no excelente) en la recta final. Arizona finalizó tercero y el manager Buck Showalter, 22 años antes de que obtuviera un puesto en el banquillo para ver el show de Scherzer y DeGrom en Nueva York, fue despedido.

En 2001, Johnson ganó su tercer premio Cy Young consecutivo y el cuarto de su carrera. Pero sus 21 victorias no fueron suficientes para conseguir el liderazgo en la liga porque Schilling ganó 22. Ese otoño, Johnson y Schilling se unieron para lograr nueve victorias en la postemporada mientras los Diamondbacks avanzaban hacia un campeonato de Serie Mundial, coronado por el sencillo de Luis González ante Mariano Rivera en el séptimo juego contra los muy favorecidos Yankees de Nueva York. Johnson y Schilling terminaron uno detrás de otro en la votación del Cy Young... y luego, al año siguiente, lo hicieron de nuevo, Johnson ganó su cuarto consecutivo (nadie más ha ganado más de tres seguidos).

Las Grandes Ligas nunca habían visto algo como Johnson y Schilling y es posible que no lo vuelvan a ver nunca más. Para que Scherzer y DeGrom comiencen a igualarlos, deberán mantenerse saludables el resto de esta temporada y la próxima y, al menos, hacer algo espectacular en octubre. Todo mientras lanzan tan bien como nunca antes. Y, por supuesto, ambos ya han lanzado fantásticamente antes.

¿La buena noticia para los Mets? Casi ninguno de los equipos ganadores de la Serie Mundial en la historia tenía a los dos mejores lanzadores del deporte, ni siquiera dos lanzadores verdaderamente grandes. Hay muchas otras formas de ganar y los Mets pudieron encontrarlas mientras esperaban que regresaran sus abridores estrellas.