Anthony Casso, el histórico número dos de la mafia neoyorkina controlada por la familia Lucchese, murió en prisión tras contraer COVID-19

Servía una condena de 455 años de cárcel desde su captura en 1993. Fue acusado de decenas de asesinatos y otros crímenes asociados a una vida en el mundo del crimen organizado. Poco antes de morir pidió sin éxito que lo liberaran por compasión

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Antony Casso el segundo al mando de la familia Lucchese murió de COVID-19 en la prisión federal de Atlanta.
Antony Casso el segundo al mando de la familia Lucchese murió de COVID-19 en la prisión federal de Atlanta.

La muerte llegó para Anthony Casso, uno de los hombres más poderosos de la familia Lucchese, una de las cinco familias que controlaron el crimen organizado de Nueva York durante la primera mitad del siglo pasado.

Murió en prisión, sirviendo una condena de 455 años, a la edad de 78 años y enfermo de COVID-19. El virus lo contrajo en la prisión federal de Arizona en noviembre pasado, y pese a que sus abogados presentaron una moción para pedir su liberación compasiva mietras permanecía conectado a un ventilador en un hospital de Tucson, esta le fue negada.

En los últimos cuatro días Casso y otros dos hombres murieron de COVID-19 en la prisión de Arizona.

Para los agentes federales y el juez la corte federal de Brooklyn, Frederick Block, que revisaron la solicitud, algunos delitos son muy atroces para la compasión. Así que negaron la petición debido al historial criminal de Casso, sentenciándolo de esa manera a morir bajo custodia judicial.

“Todos los acusados condenados a cadena perpetua, en algún momento, comenzarán a sucumbir a una enfermedad u otra, o sufrirán problemas de salud debido a la vejez”, se lee en la respuesta a la solicitud de liberación del septuagenario mafioso.

Casso ya tenía complicaciones de salud incluso antes de contraer coronavirus. De acuerdo con sus abogados tenía cáncer de próstata, problemas pulmonares, debía que usar silla de ruedas para desplazarse y estaba esperando por una operación de corazón.

Anthony Casso y Alfonsso D'Arco
Anthony Casso y Alfonsso D'Arco

En el mundo del crimen era conocido como “Gaspipe” (Tubería de gas) apodo que adoptó en honor al arma predilecta de su padre para asesinar y cometer crímenes. Dicho apodo lo adoptó en 1972 y con él causó gran temor dentro del mundo del crimen neoyorquino

Su condena a 455 años de prisión respondía a 11 cargos de asesinato en el marco de acciones vinculadas al crimen organizado, de los que se declaró culpable tras su aprehensión en 1993. Sin embargo, no son ni la mitad de los asesinatos que los agentes federales afirman reclamó como propios durante su tiempo en prisión.

Todo un ‘Buen Muchacho’

Desde joven empezó su vida en el crimen siempre estuvo ligado a la familia Lucchese, pero fue a partir de 1980 que “Gaspipe” Casso empezó a ascender en las filas de la poderosa organización criminal.

Fue primero capitán y luego consigliere (consejero), uno de los cargos más importantes pues tiene el oído y el respeto del jefe máximo de la familia. Cuando en 1990 le hicieron una acusación formal ante el Tribunal Federal de Brooklyn con 67 cargos imputados, Cassio ya era el número dos de su organización.

En Brooklyn nació, creció y cometió la mayoría de sus crimenes. Conspiró para matar a un fiscal federal y un juez federal en 1992 y 1993, aunque no tuvo éxito.

"Gaspipe" Casso junto con otros jefes mafiosos de la familia Lucchese.
"Gaspipe" Casso junto con otros jefes mafiosos de la familia Lucchese.

Tampoco logró asesinar en Brooklyn a una mujer de nombre Patricia Cappazola, que era hermana de un informante, a quien le dispararon cuando iba en su automóvil en Bensonhurst. Su hermano era Peter “Fat Pete” Chiodo, un soplón de los federales que también sobrevivió a un atentado en 1991.

Pero esa no era la regla, porque la cuenta de muertos de “Gaspipe” Casso es de decenas. Era un gatillero experto y sus víctimas predilectas eran los soplones que las autoridades trataban de infiltrar en la familia Lucchese.

Lo paradójico fue que después de su captura y condena por crimen organizado y asesinato el propio Cassio se volvió un soplón, contando secretos que llevaron a capturas de policías corruptos y otros miembros de la mafia.

Anthony "Gaspipe" Casso
Anthony "Gaspipe" Casso

Tal fue el caso de Luois Eppolito y Stephen Caracappa, dos detectives de la Policía de Nueva York que recibiían sobornos de Casso a cambio de protección e información con la que pudo escapar de la ciudad y eludir a las autoridades, que se vieron obligadas a perseguirlo por todo el país de 1990 a 1993.

Finalmente lo encontraron en Nueva Jersey, en un escondite en Mount Olive Towship. Cuando por fin lo arrestaron, Casso estaba saliendo de la ducha envuelto en una toalla.

Pero incluso en prisión “Gaspipe” no paró su vida de crimen, pues traficaba licor dentro de la prisión. También fue acusado de ocasionar varias peleas y de sobornar a los guardias de la cárcel. Para colmo, parte de la información que daba a los federales era falsa, por lo que fue retirado del programa de protección de testigos.

Casso cumplía una sentencia de 455 años de prisión desde 1993.
Casso cumplía una sentencia de 455 años de prisión desde 1993.

Al final de su vida Cassino dijo en varias ocasiones que era un hombre cambiado que quería otra oportunidad. Pidió varias veces ser liberado bajo fianza, pero siempre negaron sus solicitudes.

En una nota escrita con su puño y letra alguna ves dijo: “La Fiscalía de Brooklyn afirma que Casso es un mentiroso y, sin embargo, sigue utilizando su información hasta el día de hoy. “Soy un hombre que ha cambiado sinceramente y sólo Dios sabe que ciertamente me he ganado una segunda oportunidad de ser indulgente”.

La nota era para el mismo juez que le negó su última solicitud de libertad, asegurando así que muriera tras las rejas.