Un estudio de la Universidad de Stanford determinó que el uso de cigarrillos electrónicos multiplica por cinco el riesgo de contraer coronavirus

El trabajo mostró a su vez que quienes consumen tanto dispositivos electrónicos como cigarrillos tradicionales tienen siete veces más chances de dar positivo que una persona que no lo hace

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Una mujer fuma un cigarrillo electrónico en Times Square, durante la pandemia de coronavirus (REUTERS/Brendan McDermid)
Una mujer fuma un cigarrillo electrónico en Times Square, durante la pandemia de coronavirus (REUTERS/Brendan McDermid)

Investigadores de la Universidad de Stanford publicaron este martes un estudio en el que informaron que consumir cigarrillos electrónicos multiplica por cinco las probabilidades de contraer coronavirus, y que fumar tanto cigarrillos tradicionales como electrónicos incrementa el riesgo por siete.

Las conclusiones del trabajo fueron publicadas en The Journal of Adolescent Health. Según indicaron sus autores, su objetivo inicial fue responder las siguientes preguntas: ¿es más probable que los fumadores de cigarrillos electrónicos se hagan la prueba del SARS-CoV-2? y ¿es más probable que den positivo?

“La respuesta es totalmente afirmativa” a ambas preguntas, aseveró Bonnie Halpern-Felsher, coautora del estudio y profesora de pediatría de la Universidad de Stanford que estudia el uso de tabaco entre los jóvenes.

La especialista sostuvo que antes de la prueba estimaba que “habría una relación” entre los fumadores de cigarrillos electrónicos y el coronavirus, pero indicó que “no esperaba que fuera una relación tan fuerte”.

El trabajo contó con la participación de más de cuatro mil adolescentes y adultos jóvenes, distribuidos alrededor de los 50 estados norteamericanos. A todos se les preguntó si habían usado alguna vez cigarrillos normales o electrónicos; si los habían usado en los últimos 30 días; si se les habían realizado pruebas de COVID-19; y si los resultados de las pruebas habían sido positivos.

Los investigadores también analizaron si los encuestados vivían cerca de un punto caliente del coronavirus; si tenían sobrepeso o bajo peso (lo que puede afectar a la función pulmonar); y su estatus socioeconómico (que puede afectar al cumplimiento de la distancia social).

Un trabajador de la salud se sienta en la acera mientras usa un dispositivo de vapeo durante un descanso fuera del Centro Médico Maimonides, en el barrio de Brooklyn, en Nueva York (REUTERS/Brendan Mcdermid)
Un trabajador de la salud se sienta en la acera mientras usa un dispositivo de vapeo durante un descanso fuera del Centro Médico Maimonides, en el barrio de Brooklyn, en Nueva York (REUTERS/Brendan Mcdermid)

Tras el estudio de los casos, determinaron que las personas que habían fumado en los últimos 30 días no sólo tenían más probabilidades de dar positivo, sino que también tenían nueve veces más probabilidades de desarrollar síntomas que los llevaran a someterse al test.

Sobre esto último, los especialistas indicaron que es posible que los usuarios confundieran los efectos que generan los vapores de los cigarrillos electrónicos –extra flema, tos o falta de aliento– con aquellos de la COVID-19.

Las conclusiones del estudio “muestran que el uso de cigarrillos electrónicos y el doble uso de éstos y cigarrillos comunes son factores de riesgo subyacentes significativos para COVID-19 que no se han demostrado anteriormente”.

Halpern-Felsher explicó que manejan distintas teorías acerca de las razones que pueden causar la elevada susceptibilidad a contraer la enfermedad. Entre ellas, destacó: los fumadores pueden tener más daño pulmonar, lo que los hace más susceptibles al virus. Además, pueden estar más expuestos por tocarse la boca más a menudo que otras personas, o incluso compartir dispositivos con otros.

A su vez, indicaron que también existe la posibilidad de que el virus se propague a través de los aerosoles que exhalan las personas al vapear. “Todas esas son hipótesis”, apuntó la investigadora, quien al mismo tiempo consideró que debe haber “un seguimiento” sobre estos casos.

Sharon Levy, directora del Programa de Uso de Sustancias y Adicción en Adolescentes del Hospital Infantil de Boston, que no participó del estudio, opinó: “No me sorprenden en absoluto los resultados de la encuesta de Stanford”. Según dijo, la nicotina puede inhibir el sistema inmunológico y los cigarrillos electrónicos pueden afectar una capa lipídica en los pulmones, que atrapa virus, bacterias y otras partículas extrañas. “Estamos apreciando cada vez más que el vapeo está asociado con la lesión pulmonar”, añadió. Al respecto, remarcó que cuando los pulmones se lesionan es menos probable que puedan defenderse de las infecciones.

“Ha habido un consenso de que el vapeo y el uso de los cigarrillos electrónicos causa una supresión de las respuestas inmunológicas respiratorias”, aportó Ilona Jaspers, pediatra, toxicóloga y subdirectora del Centro de Medicina Ambiental, Asma y Biología Pulmonar de la Universidad de Carolina del Norte, que tampoco participó en el estudio, según lo consignado por Wired.

Esta preocupación llegó al Congreso. El representante Raja Krishnamoorthi, presidente del Subcomité de Política Económica y del Consumidor de la Cámara de Representantes, citó el estudio de la Universidad de Stanford en una carta dirigida a la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA), en la que solicitó a la agencia que retire del mercado los cigarrillos electrónicos durante la pandemia. “Es evidente que la epidemia de vapeo juvenil ha combinado fuerzas con la pandemia del coronavirus, creando un enemigo mucho más mortal que exige la acción de la FDA”, argumentó.

Halpern-Felsher, por su parte, envió un mensaje de concientización a los jóvenes, a quienes pidió prestar atención a estos resultados: “Esperamos que haya un mensaje de prevención ahí fuera: adolescentes, jóvenes adultos, tomen nota de que esto los va a poner en riesgo”.

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