Qué medidas tomaron los estados que controlaron el coronavirus en EEUU y qué hicieron los otros

Distintos criterios de gestión del comienzo de la pandemia parecen haber dado distintos resultados. Mientras Nueva York y Massachusetts siguen la reapertura, Arizona, Florida y Texas tienen dobles dígitos de contagios de COVID-19

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Los casos de COVID.19 están en aumento en los EEUU: hay filas para hacerse la prueba, como esta en Austin, Texas. (Tamir Kalifa/The New York Times)
Los casos de COVID.19 están en aumento en los EEUU: hay filas para hacerse la prueba, como esta en Austin, Texas. (Tamir Kalifa/The New York Times)

Con 993 muertes por COVID-19 en todo el país, el 7 de julio fue el día de mayor letalidad en el último mes en los Estados Unidos. La tendencia muestra que, a diferencia de lo que sucedió en Asia y en Europa, el control de la pandemia del nuevo coronavirus no va en una dirección única.

Sin embargo, mientras algunos estados como Nueva York, Massachusetts, Washington State y Minnesota avanzan en la reapertura, lo cual lleva alivio a las economías gravemente dañadas por el confinamiento y también a los individuos, otros como Florida, Texas y Arizona sufren el aumento de casos. Eso causa situaciones confusas como, por ejemplo, el anuncio de cerrar gimnasios y restaurantes en el condado de Miami-Dade, que el alcalde Carlos Giménez proclamó el lunes 6 y revirtió el martes 7.

Si se compara el mismo día, 7 de julio, en Nueva York -que fue el punto más golpeado por la epidemia debido a su densidad de población- se realizaron 57.585 pruebas de SARS-CoV-2, de las cuales 692 dieron positivo, lo cual representó el 1,2% del total; en la Florida se realizaron 51.122 tests, de los cuales 9.989 resultaron positivos, lo cual representó el 19,5% del total. El total de muertes por COVID-19 fue de 11 en Nueva York y de 48 en la Florida; las hospitalizaciones no se pueden comparar (841 en Nueva York) porque el Departamento de Salud de la Florida no las cuenta.

Mientras algunos estados como Nueva York, Massachusetts, Washington State y Minnesota avanzan en la reapertura, otros como Florida, Texas y Arizona impulsan el aumento de casos. (REUTERS/Marco Bello)
Mientras algunos estados como Nueva York, Massachusetts, Washington State y Minnesota avanzan en la reapertura, otros como Florida, Texas y Arizona impulsan el aumento de casos. (REUTERS/Marco Bello)

En los países que superaron la primera ola de la pandemia y lograron ampliar masivamente su capacidad de hacer análisis del virus, la tasa promedio de infección es del 3%; la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que una tasa superior al 5% es preocupante.

Florida llegó a un máximo de 20,8% el lunes 6. No es el único estado con dos dígitos: en la primera semana de julio el caso más grave fue Arizona, con 26%; Nevada tuvo 16%, Carolina del Sur tuvo 15%, Alabama tuvo 15%, Texas tuvo 14,5%, Mississippi tuvo 14%, Georgia tuvo 13%, Idaho tuvo 11%, Kansas tuvo 10% y Utah tuvo 10%. A mediados de junio sólo cuatro estados de los Estados Unidos llegaba a un porcentaje de infección de dos dígitos.

Debido a su enorme población, los estados más comprometidos con este rebrote de COVID-19 son Florida, Texas y California, aun cuando California no supera el 7% de positivos en sus pruebas. Pero las áreas que impulsan la tendencia al aumento nacional están en Florida y Texas (los condados de Miami-Dade, Broward y Palm Beach; las ciudades de Orlando, Tampa, Jacksonville; las áreas metropolitanas de Houston, Austin y Dallas-Fort Worth) ya que los altos números de Arizona, por ejemplo, se compensan por su cantidad de habitantes comparativamente menor.

Aunque reabrió después de 15 de mayo, Arizona tiene la tasa más alta de tests positivos de SARS-CoV-2 actualmente, entre otras cosas por la facilidad del contagio en situaciones como esta en Salt River. (REUTERS/Cheney Orr)
Aunque reabrió después de 15 de mayo, Arizona tiene la tasa más alta de tests positivos de SARS-CoV-2 actualmente, entre otras cosas por la facilidad del contagio en situaciones como esta en Salt River. (REUTERS/Cheney Orr)

Con más de 3 millones de casos de COVID-19 acumulados y casi 132.000 muertes, el coronavirus parece continuar diseminándose en los Estados Unidos, de manera desigual: mientras algunos estados han entrado ya en la fase 3 de reapertura, otros 14 han informado aumentos diarios sin precedentes, entre ellos también las Carolinas, Tennessee, Alabama, Missouri y Idaho. Las cifras son oficiales de cada lugar, compiladas por Reuters, el Coronavirus Resource Center (de la Universidad Johns Hopkins) y el COVID Tracking Project.

Dos datos se destacan como menos negativos. El primero es que la tasa de muertes se mantiene baja, lo cual indica que el aumento de casos positivos se da en poblaciones no tan vulnerables al coronavirus como los adultos mayores o las personas con enfermedades crónicas, es decir que probablemente se trata de contagios entre gente joven y sana. El segundo es que, dada la velocidad de reproducción de casos, el pico podría estar cerca y luego comenzarían a bajar, sobre todo si se toman medidas como han hecho varios de los sitios afectados.

Por ejemplo, el 4 de julio se cancelaron casi todos los espectáculos públicos de fuegos artificiales por el Día de la Independencia; las playas del sur de California y el sur de la Florida estuvieron cerradas. El gobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, autorizó a los municipios a imponer una “orden moral” para exigir el uso de cubrebocas en espacios comunes.

La cifra de nuevos contagios en EEUU supera récords a diario, arrastrada por los brotes en estados del sur y del oeste como Florida, Texas, California, Arizona y Georgia. (EFE/Cristóbal Herrera)
La cifra de nuevos contagios en EEUU supera récords a diario, arrastrada por los brotes en estados del sur y del oeste como Florida, Texas, California, Arizona y Georgia. (EFE/Cristóbal Herrera)

Muchos de esos estados fueron los últimos en imponer medidas de restricción al comienzo de la pandemia; algunos abrieron demasiado rápidamente, según la alcaldesa de Phoenix, Kate Gallego, quien atribuyó a eso la crisis de kits de prueba de coronavirus por las cuales los vecinos de la ciudad debieron hacer ocho horas de fila con más de 38ºC de temperatura para acceder a uno. En Texas las hospitalizaciones por COVID-19 pasaron de 3.247 en la tercera semana de junio a 7.890 en la primera de julio; en Miami Beach, el alcalde Dan Gelber dijo que se duplicaron, con 158 personas en respiradores, más del doble de las 64 que había dos semanas antes.

Michael Spence, premio Nobel de Economía 2001, profesor emérito de la Universidad de Stanford e investigador de Hoover Institution, escribió —en coautoría con Chen Long, miembro del Grupo Asesor sobre FinTech del Fondo Monetario Internacional— que en los Estados Unidos se da un fenómeno curioso, que combina el comportamiento de la pandemia en los países de Asia y Europa con el que se ve actualmente en países en desarrollo como los de América Latina.

Si el patrón habitual en el primer grupo de naciones fue “una contracción económica aguda” seguida de “una depresión” en la cual hubo más recuperados que nuevos casos de SARS-CoV-2, lo cual permitió “un periodo de reapertura gradual y escalonada, con precauciones para contener al virus”, en los países en desarrollo no hay tantos recursos, individuales ni estatales, para permitirlo.

Por las diferencias en la lucha contra la pandemia dentro de los Estados Unidos, el gobernador Andrew Cuomo ordenó la cuarentena por 14 días de los viajeros que lleguen desde Alabama, Arizona, Arkansas, California, Delaware, Florida, Georgia, Iowa, Idaho, Kansas, Luisiana, Mississippi, Carolina del Norte, Nevada, Oklahoma, Tennessee, Texas y Utah.

“Aunque llegó más tarde, [el coronavirus] está arrasando rápidamente la mayor parte del mundo en desarrollo, donde viven dos tercios de la población mundial”, escribieron Spence y Long. En la mayoría de esos naciones, “una proporción significativa de la población carece de los recursos necesarios para soportar un cierre económico prolongado, y la capacidad fiscal de los gobiernos para proporcionar amortiguación es limitada, a veces muy limitada. En consecuencia, muchos de esos países no tendrán más remedio que empezar a reabrir sus economías, independientemente de que el virus haya sido contenido”.

Eso da como resultado dos tipos de economías de pandemia, estimaron, y ambas coexisten dentro de los Estados Unidos. Ubicó en los estados del sur y el sudoeste el mismo patrón de las economías en desarrollo: “Apertura económica con rápida diseminación del virus”. Analizaron el caso de Florida: “Los casos se están duplicando a un ritmo de menos de los 19 días, lo que sitúa el brote en el estado firmemente en la fase ‘no controlada'”. Lo mismo sucede en Texas, agregaron, y en general los estados que demoraron las medidas de control o levantaron restricciones antes del 15 de mayo.

La curva de nuevos casos de COVID-19 en la Florida ha continuado en la misma dirección en julio. (Michael Spence/Chen Long)
La curva de nuevos casos de COVID-19 en la Florida ha continuado en la misma dirección en julio. (Michael Spence/Chen Long)

“Al mismo tiempo, entre los estados que levantaron sus órdenes de quedarse en casa el 15 de mayo o después, la mayoría (incluyendo Minnesota, el estado de Washington y el muy afectado de Nueva York) presentan el típico patrón de movimiento lento pero constante hacia menos infecciones nuevas y mayor actividad económica”. Destacaron que Arizona es “una excepción notable”.

MD Linx analizó cuáles son los estados que, luego del pico de más de 36.000 casos el 24 de abril, lograron mantener la tendencia a la baja y el control a la vez que comenzaron las fases de reapertura. Citando un estudio de WalletHub que tuvo en cuenta 13 indicadores, citó a Hawai, West Virginia, Alaska, Maine y Vermont.

“Desde el comienzo de la pandemia, la tasa de incidencia acumulada de los casos de COVID-19 en Hawai es de 65 por cada 100.000 personas, según datos de la Universidad Johns Hopkins. Gracias a las primeras medidas de distanciamiento social instituidas por el estado, Hawai aplanó la curva de nuevos casos a mediados de abril”, recordó. “Hawai impone aun hoy una cuarentena de 14 días a las personas que viajan al estado”. No obstante, tuvo un aumento de casos en junio, pero estadísticamente menos relevante que el promedio nacional.

También en Texas sigue la tendencia a mayor cantidad de nuevos casos de COVID-19 en julio. (Michael Spence/Chen Long)
También en Texas sigue la tendencia a mayor cantidad de nuevos casos de COVID-19 en julio. (Michael Spence/Chen Long)

West Virginia, que mantiene tasas bajas de mortalidad, de hospitalización y de resultados positivos en las pruebas, instituyó cierres de escuelas y órdenes de quedarse en casa tempranamente, e hizo una reapertura lenta y gradual de la economía. Alaska hizo lo mismo y también cerró la actividad económica antes que otros estados. Maine organizó la preparación contra el coronavirus desde que se conoció el brote en China; Vermont también se preparó desde el inicio y contó con una población dispuesta a mantener la distancia social y otras medidas de prevención, lo cual le permitió llegar al pico antes, el 4 de abril, y estar a la baja desde entonces.

Jill González, analista de WalletHub, dijo a MD Linx: “Los estados deberían aumentar las restricciones si comienzan a ver grandes incrementos en muertes y hospitalizaciones por COVID-19, pero no deberían responder con más cierres”, dijo González. Eso, a estas alturas de la difusión del SARS-CoV-2, no es tan útil como fue inicialmente.

Propuso, en cambio: “En respuesta a estos picos, los estados deben hacer cumplir medidas como el uso obligatorio de mascarillas, controles de temperatura antes de entrar en lugares interiores concurridos como tiendas de comestibles, pruebas de COVID-19 antes de entrar en los aeropuertos y límites de ocupación más estrictos”. Eso, estimó, puede resultar inconveniente para las personas, pero no se vislumbra otra manera de “lograr progresos de importancia durante el proceso de reapertura”.

Medidas como restricciones, máscaras o controles de temperatura (como antes de entrar al Empire State, en la ciudad de Nueva York) son hoy más útiles que los cierres en EEUU. (REUTERS/Mike Segar)
Medidas como restricciones, máscaras o controles de temperatura (como antes de entrar al Empire State, en la ciudad de Nueva York) son hoy más útiles que los cierres en EEUU. (REUTERS/Mike Segar)

Algunos de los estados que repitieron el patrón de los países europeos eligieron formas mixtas de reapertura. Massachusetts, por ejemplo, que el martes tuvo 114 casos nuevos y ninguna muerte, entró en la fase 3 de la reapertura el 6 de julio, con la excepción de la ciudad de Boston, que quedó en la fase 2 al menos hasta el 13 de julio para completar los preparativos y evaluar si es posible acompañar al resto del estado.

Nueva York también entró en la fase 3 pero debió hacer ajustes a lo que eso significaba. Por ejemplo, junto con los salones de belleza, los spas y los deportes de bajo riesgo, también se iba a reanudar el servicio en el interior de los restaurantes; sin embargo, eso se postergó. Por el momento, la posibilidad de ir a tomar algo o a comer a una instalación que no tenga espacios abiertos se suspendió hasta nuevo aviso.

Por último, el estado de Washington entró a la fase 4 con dos ajustes: por un lado, la campaña Mask Up, Open Up (ponerse la máscara y reabrir), que no permite a los comercios atender a clientes que no lleven cubrebocas; por otro lado, la fase 4 se limitó a ocho condados de los 39 del estado, mientras que los que no se evaluaron en condiciones permanecen en las fases 3, 2 y hasta uno.

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