La campaña permanente de Trump

En las elecciones legislativas del 6 de noviembre se juega su suerte. Si los demócratas le arrebatan a los republicanos la mayoría en el Congreso, podrían iniciar un proceso de destitución del presidente

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Donald Trump (Reuters)
Donald Trump (Reuters)

Trump es animal de escenario. Sube a lo más alto del podio y comienza con un discurso explosivo. Aún más explosivo que sus tweets. Habla a sus seguidores mirándolos a la cara. Si Bill Clinton había logrado la fantástica habilidad de saludar hasta los que estaban en la tercera y cuarta fila detrás de las barreras, Trump consigue algo parecido con su mirada y su vozarrón que penetran a hasta los que están "entre la cazuela y el paraíso". Incluso, interactúa con los fans que le ponen detrás suyo con gorras rojas de "Make America great again" y sonrisas de publicidad. Se da vuelta y les hace chistes. Y deleita a todos cuando se coloca la mano en la frente, a manera de visera, para ver más allá de las luces y señala varias veces a sus peores enemigos: los periodistas.

Trump disfruta de los actos de campaña y en las últimas dos semanas apareció en 18 por todo el país. A pesar de que su nombre no figura en ninguna boleta para las elecciones legislativas del 6 de noviembre, sabe que se trata de un plebiscito sobre su figura. Se vota para elegir Representantes y Senadores. Pero la mente del sufragista está viendo al mismo tiempo la figura grandota del presidente. Para algunos, visceral, ridícula, que llevó la institución presidencial estadounidense a sus niveles más bajos. Para otros, la del hombre que representa sus valores más conservadores e intrínsecos. Donald Trump se juega en esta elección su posibilidad de la reelección, en dos años, y su permanencia en la Casa Blanca por un segundo período.

Si los Demócratas logran arrebatarle a los Republicanos la mayoría en las dos cámaras del Congreso, lo más probable es que se inicie un proceso de Impeachment y Trump tenga que salir expulsado por la puerta trasera del poder. En el caso de que los Republicanos mantengan su mayoría en el Senado, esa posibilidad se disipa. Y si consigue que su partido continúe con el control total del Congreso tiene el camino pavimentado para quedarse en la Casa Blanca hasta 2024.

Donald Trump (REUTERS/Carlo Allegri)
Donald Trump (REUTERS/Carlo Allegri)

Las encuestas no dan ninguna respuesta concreta. Todo puede ser. Están en juego los 435 escaños de la Cámara de Representantes. Los demócratas necesitan mantener los 194 que ya tienen y arrebatarle 24 a los republicanos. Hay entre 45 y 48 elecciones que están aún abiertas y los que pronostican una "ola azul" (el color demócrata) creen que van a quedarse con la mayoría. Pero ninguna encuesta respalda científicamente ese deseo. En el Senado se renuevan 35 de los 100 escaños. Los republicanos la tienen allí mas fácil porque ponen en juego sólo nueve asientos. Los demócratas deben mantener los 26 que ya poseen (otros 23 no se renuevan) y arrebatarle otros dos en algunos de los estados donde están mejor posicionados como Nevada, Arizona, Tennessee y Texas. Pero, al mismo tiempo, tienen entre cuatro y seis senadores con duras competencias en territorios trumpistas de Missouri, Indiana, West Virginia, Montana, Wisconsin y Florida.

Trump mantiene dos ventajas fundamentales. Frente suyo no hay ninguna figura que aglutine a la oposición y que ayude a los candidatos demócratas a ganar. Apenas si aparecen el ex vicepresidente, Joe Biden, y la senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, que han expresado su deseo de ser candidatos presidenciales en 2020 y que aparecieron en algunos actos apoyando a sus camaradas de partido. La otra, es la economía. Su política favorable a los grandes capitales y el "viento de cola" que arrastra de las reformas de Obama dan cifras extraordinarias: la economía creció un 4,2% en el segundo trimestre del año, el mayor aumento desde 2014. El desempleo está en 3,7%, el nivel más bajo desde 1969. En las últimas encuestas casi un 70% de los estadounidenses aseguran que la economía va en buen camino.

Y el magnate devenido en presidente está utilizando otro caballito de batalla en sus discursos: el de la inmigración. Para sus seguidores sigue siendo una de las principales preocupaciones. Trump repitió en las casi 300 preguntas que respondió en entrevistas periodísticas en los últimos once días el mantra de que "una mayoría demócrata en el Congreso sería como abrirle las puertas a cualquiera que pretenda entrar en nuestro país". La caravana de inmigrantes centroamericanos que está cruzando México para llegar a la frontera estadounidense lo llevó a afirmar que "junto a los migrantes hay terroristas islámicos" o que "están patrocinados por Maduro".

La caravana migrante en México (Reuters)
La caravana migrante en México (Reuters)

Pero la oscura sombra de su política de separar a los hijos de los indocumentados para enviarlos a campos de confinamiento tiene sólo el apoyo de los más extremistas. Su mano dura contra los inmigrantes y el plan de levantar un enorme muro en la frontera con México es música en los oídos de los que lo votaron pero también impulsa a muchos a involucrarse en campañas en su contra. Una encuesta reciente de Wall Street Journal-NBC muestra que el 61% de los estadounidenses todavía cree que "la inmigración beneficia al país". En California, son los propios empresarios del sector agrícola que le están pidiendo a Trump que termine con las redadas contra los "sin papeles" que trabajan en las cosechas y en el embalaje de frutas y hortalizas. En el valle central californiano se generan 46.000 millones de dólares al año que ahora están amenazados por la falta de mano de obra producto de la persecución del ICE, la policía de migraciones o, simplemente, "la migra" como le dicen todos los que la padecen.

El voto femenino será otro factor decisivo en esta elección. Desde que la primera candidata mujer a la presidencia, Hillary Clinton, fuera derrotada por Trump –con la ayudita de los hackers rusos- las mujeres están en pie de guerra. Fueron ellas las que primero se movilizaron contra las políticas del magnate. Lo hicieron en forma masiva apenas un día después de la asunción en Washington. Luego, estalló el escándalo de los abusos en Hollywood y el movimiento "Me Too" cobró una fuerza imparable. Como al magnate Harvey Weinstein, a Trump le comenzaron a aparecer mujeres que hablaban de sus abusos. Y en el caso de la estrella del porno, Stormy Daniels, se sumó la prueba de que no sólo abusaba de las mujeres sino que luego las hacía callar a base de sobornos. El toque que faltaba lo trajo su nominado para la Corte Suprema de Justicia, Brett Kavanaugh. Durante las sesiones de confirmación en el Senado, al juez también le aparecieron pecados del pasado. Varias mujeres dijeron que en su juventud había sido un alcohólico y un abusador. La doctora Christine Blasey Ford dio un testimonio demoledor frente a los legisladores y los televidentes de todo el mundo. Kavanaugh la había querido violar cuando ambos eran compañeros a punto de egresar de la escuela secundaria. A pesar de la oposición de millones de mujeres, Kavanaugh es hoy es uno de los jueces supremos con una agenda ultraconservadora. Pero podrían cobrárselas en las urnas. De acuerdo a la última encuesta de CNN-Washington Post, el 63% de las mujeres van a votar por los demócratas y la cifra aumenta a casi el 75% si se trata de una candidata.

Hillary Clinton
Hillary Clinton

En tanto, la maquinaria de propaganda lanzada desde la señal de televisión Fox News, los televangelistas, las radios cristianas y los programas de los comentaristas ultraconservadores como Rush Limbaugh y Pat Buchanan vuelve a utilizar la carta racista y del miedo que tanto rédito les dio en las últimas elecciones presidenciales. Y este mensaje se reproduce en los actos de campaña republicanos. Trump dijo esta semana que en la caravana de migrantes centroamericanos se habían infiltrado "desconocidos de Medio Oriente". El candidato demócrata, negro e hispano por Nueva York, Antonio Delgado, es retratado por su oponente republicano como "un negro rapero de cuarta categoría". En Dallas, una publicidad muestra al candidato abogado por los derechos civiles como un peligro para la seguridad de los blancos porque propone restricciones al acceso a las armas. Muestra la imagen de una mujer blanca muy asustada y una mano negra que le tapa la boca. Otra candidata de origen árabe es retratada por su oponente como "un peligro para la seguridad del país". Y a otro de origen coreano lo muestran hablando la lengua de sus ancestros y diciendo que "favorece los intereses económicos de Surcorea y China".

Pocas veces se registraron elecciones de medio término tan cruciales e impredecibles como éstas. El resultado dependerá en gran medida de si los jóvenes, que en general no salen a votar en las legislativas, ésta vez lo hagan. En la madrugada del 6 de noviembre, cuando se vayan conociendo los últimos resultados de las contiendas que provienen de los estados de la costa oeste, las calculadoras de las cadenas de televisión y de la Casa Blanca trabajarán a pleno para tratar de desentrañar el destino de Donald Trump. El hombre que no aparece en ninguna boleta pero que es la figura a entronizar o defenestrar con este voto, sabrá si su suerte está echada o si consigue el oxígeno para mantenerse en el máximo poder del planeta por otros seis años.