Brasil no presentará planes ni metas en la Conferencia de Biodiversidad de la ONU que se inicia en Colombia

A pesar de ser el país con mayor biodiversidad en el mundo, el gobierno de Lula da Silva no lleva propuestas ni objetivos a la COP16 que se celebra esta semana en Cali

Guardar
Comienza la COP16 en Cali, Colombia. (César Carrión/Presidencia)
Comienza la COP16 en Cali, Colombia. (César Carrión/Presidencia)

La Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad, también conocida como COP16, comienza hoy en Cali, Colombia, y terminará el 1 de noviembre, pero la participación de Brasil será controvertida. Como informa Jamil Chade en el sitio de noticias UOL, el gigante latinoamericano no presentará ni metas ni planes sobre cómo piensa actuar para preservar su ecosistema. Se trata de una profunda contradicción con la agenda verde que estuvo entre los principales temas de la campaña electoral con la que Lula ganó su tercer mandato presidencial. Una contradicción que, según Chade, ha creado descontento y polémica entre los ecologistas y también dentro del Ministerio de Medio Ambiente.

Muchos hablan ya de una “oportunidad perdida” que puede hacer que el gobierno brasileño pierda “credibilidad” en su petición a los países ricos de que paguen a aquellos que, como Brasil, poseen parte de los recursos naturales del planeta, como es el caso de la Amazonía. La noticia de la presencia silenciosa de Brasil en la COP16 se produjo al mismo tiempo que la ONU criticaba al gobierno Lula por su lentitud en la demarcación de las tierras indígenas y el consiguiente aumento de la violencia. En un comunicado emitido la semana pasada, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en América Latina expresaron su “profunda preocupación por el aumento de la violencia contra los pueblos indígenas en Brasil en sus esfuerzos por defender sus derechos territoriales, en particular en los estados de Bahía, Paraná y Mato Grosso do Sul”. Según la ONU, “la ola de violencia se ve agravada por la lentitud en la demarcación de las tierras indígenas y la continua inseguridad jurídica”.

Pero, ¿por qué en un escenario tan urgente Brasil ha decidido no presentar su propio plan? Hace dos años, en la COP15 celebrada en Montreal (Canadá), los países participantes acordaron que sus gobiernos se comprometieran a proteger y restaurar el 30% de sus biomas y zonas costeras y marinas degradadas para 2030. Los planes y objetivos acordados, la llamada Estrategia Nacional de Biodiversidad y Plan de Acción, debían presentarse entonces en la conferencia de esta semana en Cali. Sin embargo, de 170 países, sólo 25 llegaron a Colombia con ideas y objetivos claros. En cuanto al plan brasileño, fuentes en Brasilia dijeron a Infobae que estaría listo, pero a la espera de ser discutido por otros ministerios además del de Medio Ambiente, una decisión que probablemente retrase su presentación en un año.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, junto a la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva. (EFE/Andre Borges)
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, junto a la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva. (EFE/Andre Borges)

Para Brasil, proteger su biodiversidad es un compromiso en múltiples frentes. De hecho, los daños medioambientales son causados principalmente por actividades humanas ilícitas. Bram Ebus, fundador de Amazon Underworld, un proyecto de investigación y análisis periodístico sobre el crimen organizado en la región amazónica, explica a Infobae que la COP16 es una importante oportunidad para implementar nuevas y efectivas medidas, así como grupos de trabajo “para enfrentar los problemas del crimen organizado”.

“Es necesario incluir en los planes nacionales medidas de emergencia para proteger áreas de alta biodiversidad, reservas naturales y territorios indígenas de la expansión del crimen organizado y las economías criminales, como la minería ilegal, el narcotráfico, la tala ilegal y el tráfico de vida silvestre”, dijo Ebus a Infobae, subrayando también la necesidad de “incluir planes de protección y seguridad territorial en consulta con las poblaciones y comunidades afectadas, y medidas de control de sustancias tóxicas y contaminantes asociadas a actividades ilegales”, como el mercurio o los precursores químicos utilizados para la producción de cocaína.

La Amazonía brasileña está devastada por la infiltración no sólo del crimen organizado nacional, como el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), sino también de grupos colombianos y peruanos. En su informe para el think tank Crisis Group titulado “Un problema de tres fronteras: Conteniendo las fronteras criminales del Amazonas”, Bram Ebus destacó la creciente presencia del Comando Vermelho en la frontera con Perú y Colombia.

La organización, nacida en la realidad urbana de Rio de Janeiro, se ha visto atraída a lo largo de los años hacia el Amazonas por su alto potencial para el tráfico ilícito, empezando por la cocaína. Según el análisis de Ebus, el CV creó hace cinco años su propia rama local, el llamado Comando Vermelho Amazónico (CVA), cancelando una antigua alianza con la Família do Norte, que había sido la principal organización criminal de la Amazonía durante casi una década.

Comando Vermelho creó una rama amazónica para la producción de drogas en el Amazonas.
Comando Vermelho creó una rama amazónica para la producción de drogas en el Amazonas.

El grupo criminal carioca se expandió así en detrimento del PCC y de otra joven facción, los llamados Crias. “La biodiversidad amazónica de Brasil está cada vez más amenazada por las economías ilícitas que alimentan el crimen organizado. A medida que los grupos guerrilleros colombianos y las organizaciones criminales urbanas brasileñas se alinean a través de las fronteras amazónicas, los Estados deben comprometerse a mejorar la cooperación regional para contrarrestar esta creciente amenaza”, explica Ebus a Infobae.

Estos grupos criminales consiguen afianzarse en las comunidades locales, donde reclutan fácilmente mano de obra debido a la pobreza generalizada. El impacto no es sólo social, sino también ambiental, ya que se han instalado laboratorios de drogas donde utilizan sustancias que contaminan a las personas y al ecosistema. Según Ebus, el núcleo de la producción de coca en la Amazonía se encuentra en los departamentos peruanos de Uyacali y Loreto. En Loreto, que limita con Brasil, Colombia y Ecuador, el número de hectáreas dedicadas a cultivos de coca entre 2018 y 2022 casi se triplicó.

“Según un funcionario peruano, el Comando Vermelho les paga a los propietarios de plantaciones y laboratorios para que pongan en marcha sus operaciones, al igual que los inversores colombianos; hasta ahora, se calcula que hay unos 200 laboratorios de procesamiento”, escribe Ebus en su informe. El analista señala también cómo estos laboratorios vierten residuos químicos, entre ellos acetona, gasolina y ácido sulfúrico, en los ríos y el suelo de la Amazonía.

Foto de archivo: Un helicóptero de la Agencia Ambiental de Brasil sobrevuela un campamento de minería ilegal en una operación para tratar de contener esa actividad en el territorio indígena yanomami, en el estado Roraima, Brasil, el 11 de febrero de 2023. (AP Foto/Edmar Barros)
Foto de archivo: Un helicóptero de la Agencia Ambiental de Brasil sobrevuela un campamento de minería ilegal en una operación para tratar de contener esa actividad en el territorio indígena yanomami, en el estado Roraima, Brasil, el 11 de febrero de 2023. (AP Foto/Edmar Barros)

Otra sustancia que amenaza el ecosistema brasileño es el mercurio utilizado por la minería ilegal. Se necesita una media de 3 gramos de mercurio para extraer un gramo de oro, lo que contamina los ríos, la fauna y los seres humanos, que también pueden sufrir graves problemas neurológicos. Aunque Brasil, Colombia y Perú han ratificado el Convenio de Minamata de 2013 que prohíbe el uso de mercurio, este metal tóxico se utiliza constantemente en el dragado de oro.

Por eso, para proteger la biosfera de estas regiones, explica Ebus a Infobae, “los Estados, las agencias policiales y los organismos de control financiero deben implementar regulaciones urgentes para detener el flujo de bienes y sustancias ilícitas, armonizar la legislación sobre delitos ambientales y transacciones monetarias nacionales e internacionales, y establecer mecanismos para revisar las listas de sustancias controladas y facilitar el intercambio de información”.

El acuerdo que siguió a la COP15 en 2022 también prevé, para 2030, el cese de las actividades ilícitas contra la fauna y flora autóctonas y exóticas y la biopiratería, así como el desarrollo y aplicación de políticas públicas que promuevan la protección, defensa y derechos de los animales. La biopiratería en Brasil está fuertemente impulsada por China. Se calcula que cada año se trafican en el país 38 millones de animales, según datos de las Organizaciones Sociales de Interés Público (Oscip).

Las aletas de tiburón son uno de los principales productos de la ‘biopiratería’. (EFE/Ministerio de Producción de Perú)
Las aletas de tiburón son uno de los principales productos de la ‘biopiratería’. (EFE/Ministerio de Producción de Perú)

Especialmente codiciado por Pekín es el comercio de aletas de tiburón, muy utilizadas en la cocina asiática, y de ranas amazónicas, que, además de venderse para preparar platos exóticos, también se emplean en investigaciones ilegales y en la fabricación de productos de belleza. Otra parte importante de este mercado se refiere a las aves raras, a menudo capturadas para abastecer el comercio de mascotas de lujo.

En 2021, la policía federal brasileña detuvo a un ciudadano ruso cerca de Rio de Janeiro con un centenar de animales vivos, entre ellos arañas, ranas amazónicas y peces. Según el IBAMA, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables, el hombre era un conocido “biopirata” internacional.

Brasil es el país con mayor diversidad biológica del planeta. La COP16 sigue siendo una importante oportunidad para preservar este patrimonio y encontrar medidas de defensa comunes con otros países.

Guardar